🧁 Everything I Wanted

Start from the beginning
                                    

—¿Baji y Kazutora? —preguntó lentamente, sintiéndose observado especialmente por ellos.

No lo miraban con odio, era más bien con amor. Sonreían con la inocencia de quien nunca ha golpeado a uno de los suyos hasta dejarlo inconsciente y el otro que no había matado a su mejor amigo. Los dos estaban juntos, dispuestos a jugarle una broma divertida y apoyándose mutuamente. Aterrado de que los demás no se encontrara, buscó a Chifuyu, pero no era algo del pasado, estaba viviendo en un presente encantador tal como una fantasía; porque el joven rubio, se encontraba detrás de aquellos dos, metiéndose en su conversación con astucia y siendo bien recibido.

Eran adolescentes. Todos allí seguían portando la misma juventud y alegría que en esos tiempos. No parecía haber ni una sola muerte y, por sobre todo, Emma estaba viva. Lo recibía con un abrazo a pesar de que se ensuciara con pastel y murmuraba en su oído lo feliz que se encontraba de que tuviera dieciséis benditos años. ¿Era su cumpleaños, realmente? Observó a todos lados, esperando también a alguien más, a un chico que extrañaba allí, que podría animarlo, mas solo se encontraba en un rincón a su hermano, que tantas veces lo había confundido con Takemichi. Entonces, al verlo, lo olvidó todo y corrió a sus brazos, alejándose rápidamente de los demás. ¡Parecía haber crecido, así que sí estaba vivo! En su mundo al menos lo estaba.

Las lágrimas se escaparon de sus ojos mientras sentía el suave olor a su tienda, aquella que habían cerrado tras su muerte. ¿Qué tal si solo había sido un mal sueño todas esas muertes turbias? No entendía cómo podía sentir su tacto, olerlos o verlos con completa claridad, de lo contrario. No se apartó de su hermano aunque este le pidió que se calmara, que así no era como actuaba el despreocupado líder que él conocía. No recordó que era un líder y cayó de rodillas llorando de la tristeza y la felicidad. Temía irse de ese sitio. No quería perderse de nadie de allí. Estaban todos los que le importaban, no faltaba absolutamente nadie.

Podía ver sus rostros conmovidos por su reacción y finalmente alguien se acercó, trayendo mucha más luz de la que esperó. Apartó a toda la multitud y se arrodilló en frente de él. Kazutora. Él se veía tan normal y alegre, que no le caía la ficha de que era el mismo. Sintió su frente chocar contra la suya y lo oyó mencionar: Quise hacerte un buen regalo, algo grande, ¿estás feliz, Mikey?

—Claro que lo estoy —contestó, recibiendo una sonrisa culposa de aquel—. ¿Por qué te sientes mal?

—Porque sé que esto no va a durar todo lo que querías... Lo lamento, Mikey, en serio, créeme que lo hago todas las noches.

Todos desaparecieron en un segundo y estaban solo aquellos que habían muerto en la supuesta realidad a la que el cumpleañero estaba negado de creer. Kazutora seguía cerca pero su rostro se iba distorsionando, como una mala grabación. Todos estaban en pausa indefinida y la presión en su pecho fue mayor de la que se esperó. ¿No era verdad?

Lo observó, acomplejado, y no supo qué mirada recibió tras no poder enfocarlo. Parecía un recuerdo vacío. Algo de lo que ya no existía.

Sabía que era lo suficientemente bueno para ser verdad.

No quiso aceptar que había una realidad en la que nadie de los que allí se encontraban estaba a su lado, porque estaba empezando a recuperar la memoria y entraba a notar detalles que nunca antes había pensado dentro de ese mundo bonito. Negó con la cabeza, sin observarlo ni en un solo momento y cuando intentó levantarla, no había nadie más a su alrededor. Entonces, volvía a olvidar el rostro, la voz y todo lo que tuviera que ver con sus muertos, tras hacer varios años que había quemado las fotos de ellos para que no lo dejaran sin dormir la idea de no tener hermanos.

—¡No lamentas nada, maldita sea! —gritó al despertar con el aire escapándosele de la boca y Haruchiyo en la cama de abajo alertándose.

Vio cómo aquel rápidamente sacaba el arma debajo de su almohada y saltaba para proteger a su líder, creyendo que se podrían haber metido a robar. Observó todos los sitios con cuidado e incluso el golpe en el hombro de Mikey lo aterró. No parecía estar en todos sus sentidos, pero un sueño muy profundo no había tenido.

Recuerdos | Playlist Tokyo RevengersWhere stories live. Discover now