parte única.

878 97 13
                                    

Desde la lejanía, escondido entre los últimos casilleros del pasillo, Chifuyu observa a aquella persona que le envía un zoológico entero y el más vil de los fuegos a su rostro.

Podía observar aquella mirada que nunca supo como describir, porque el brillo de su rostro y suspiros agitados eran un torbellino en sus pocos pensamientos coherentes que tenía.

Varias personas pasaban al lado suyo susurrando cosas que no podía entender, pero ya imaginaba porque los había varias veces antes, sin embargo le importaba realmente poco aquellos comentarios que le regalaban. "Raro" "Enfermo". No podía entender el por qué la gente veía tan extraño a un pequeño niño de 10 años, quien sólo deseaba tomar la mano del chico que ocupaba sus pensamientos y caminar por el colegio mientras el cielo cantaba una de las canciones más románticas que había escuchado, mirar sus profundos ojos y fundirse en su belleza.

Su pequeña cabeza se llenaba de ese tipo de pensamientos y los maestros le llamaban la atención por no estar atento a cuando explicaban aquellas ecuaciones que le provocan las peores de los dolores de cabeza y lo hace desear viajar en el tiempo para detener a quien sea el responsable de crear una asignatura tan difícil para él.

Oh Dios, su mente estaba divagando demasiado, tratando de evadir su objetivo de hoy, la razón por la cual escogió su mejor uniforme, se peinó bien y tomo uno de los perfumes de su padre. Hoy era el día, su saltarín corazón se lo decía a gritos y lo sacudía violentamente a cada segundo. Se acercaría a Baji y le diría que no ha podido encontrar en los cajones de su madre una joya más preciosa que las de sus ojos cafés, ni su pijama era tan suave como su piel, la leche le recordaba a lo blanco que era su rostro y su cabello se enredaba cada noche entre sus más puros sueños

Aquella caja de chocolates que ha comprado con ayuda de su madre parece que se derretirá en cualquier momento gracias al infernal calor que emanan sus manos, el cual es tanto que teme que cuando Baji abra la caja, los dulces se hayan vuelto un mar café sin alguna forma de lucir apetecibles.

No puede moverse, está tan nervioso y parece que puede explotar al momento que su amado aparece en su campo de visión con el cabello desarreglado y su uniforme deportivo arrugado y sucio. Su corazón da mil vueltas por segundo después de verlo sacudir su cabellera dándole un toque más rebelde como si fuera posible ello. "Santo Cielo" piensa una y otra vez observándolo como si fuese la estrella más brillante del cielo.

Pero debe dejar de admirar su anatomía y tomar toda la fuerza dentro de su ser para acercarse con pasos temblorosos que dejan varios caminos llenos de ilusión y confusión, temor y arrepentimiento detrás suyo, mientras su cabeza repasa por centésima vez aquellas palabras que le robaron el sueño la noche pasada.

A cada segundo que pasa la imagen de las paredes mal pintadas de su escuela se reducen y su vista se fija únicamente en el hermoso chico que va un curso detrás suyo, brillando como nunca y moviendo sus brazos rápidamente mientras saca algunos libros para guardarlos en su mochila y colgarla posteriormente en su delgada espalda.

Después de infinitos segundos por fin se encuentra a unos escasos centímetros de Keisuke, y parece que su cuerpo se ha llenado de luces neón y colores jamás antes vistos porque todo aquel que se encontraba por el pasillo detienen su camino para dedicarse a observar la escena protagonizada por un chico confundido y otro que se siente morir cada vez más.

Pasa más de un minuto y Keisuke tiene su ceño fruncido mientras se ata su cabellera con una liga que sacó de quién sabe donde. Está confundido por no saber que está pasando, pero Chifuyu parece no reaccionar ni ser capaz de decir nada, su garganta se ha sellado con el más fuerte y poderoso de los pegamentos. Sólo puede emitir sonidos extraños y mover su boca a compases desconocidos incluso para él mismo, o así es hasta que recuerda la pequeña carta que ha colocado dentro de aquella caja tan roja como su rostro en esos momentos.

Estira temeroso el contenedor en la dirección del mayor, quién le sonríe de una manera angelical, tan dulce, tan suave y tan atractiva que sus piernas flaquean y su vista se nubla repentinamente. Puede sentir el sabor en su boca de la gloria y en su cabeza la sensación del paraíso al momento que Baji se acerca a él mientras su pequeño y sonrojado rostro se enciende más en el momento que revuelve el cabello que tanto le costó arreglar, logrando que su corazón brinque lo suficiente para salir corriendo de su pecho junto con sus mejillas que arden a mas de mil grados.

Se aleja de él para terminar de guardar sus pertenencias.

La emoción dentro de Matsuno es demasiada, no cabe en su cuerpo y no puede soportarlo.

¡Oh no!- Grita alguien a lo lejos después de que su vista se vuelva negra porque su cuerpo ha caído inconsciente entre el circulo de alumnos.

.

.

Ya habían pasado dos horas de que cayera inconsciente y apenas está despertando. La molesta luz del sol lo obligó a abrir sus ojos con molestia. No recordaba lo que había pasado y probablemente si le preguntaran, tampoco sabría decir en que día se encontraba.

Giró su mirada a todos lados, dándose cuenta por fin que estaba en la enfermería de la escuela, recostado en una camilla y con una cortina blanca que evitaba que pueda ver más allá de su cuerpo y algunos azulejos del suelo.

La dulce voz de alguien tarareando alguna melodía que no conoce lo hizo reaccionar más rápido y recordar lo ocurrido anteriormente. Su rostro volvió a encenderse y quería esconderse en el rincón más alejado de mundo para que nadie lo encontrara jamás.

Se levantó con cuidado y antes de que pudiera abrir la cortina, alguien le gana, mostrando a un chico con lentes y cabello negro atado en una coleta observarlo con una sonrisa. Ni siquiera parecía que era la misma persona a quién le había declarado su amor de una forma tan humillante, pero sabía que era el mismo.

-¿Tú me diste los chocolates, verdad?- Su mirada tiene un brillo especial, está emocionado y muy feliz, además que restos de chocolate danzan gentilmente sobre sus labios incitando a Chifuyu a probarlos. Asiente en respuesta, su voz aun no puede salir y baja la mirada, avergonzado y temeroso de ¿una burla? Ni el lo sabe. -¡Están deliciosos!

Sus brillantes ojitos suben emocionados y sorprendidos, feliz de haber escuchado eso.

-¿Leíste lo que escribí?- Su voz sale en un tono tan bajo, casi inaudible y más aguda de lo normal.

-¿Esto? - Saca de su bolsillo trasero un papel con un corazón dibujado en el, y es suficiente para que el rostro del menor se vuelva rojo al instante y cada parte de su cuerpo tiemble como el peor de las catástrofes, pero aun así es capaz de asentir y bajar de nuevo su cabeza. - Aún no lo hago, ¿quieres que la lea aquí?

-¡No! Digo, aquí no, me da pena. - Su voz se elevó temeroso, mientras para el más alto parece que todo es un chiste porque se ríe delicadamente, mostrando sus colmillos y calmando los terribles diluvios que amenazaban por salir de los ojos del frágil chico frente a él.

-Eres adorable, ¿Cómo te llamas?

-Soy Chifuyu, y tú Baji, ¿cierto?

El mayor asiente y se sienta al lado del más pequeño, ansioso por iniciar una agradable plática con el menor responsable de la gran sonrisa que ha cargado durante todo el rato. Le alegra que alguien que no fuera su mamá supiera que le gustan los chocolates rellenos.

.

.

.

.

.

esto lo escribí hace como 2 años como un proyecto escolar, lo acabo de encontrar y sentí la dolorosa necesidad de adaptarlo en forma de terapia por todo lo q está pasando en el manga /llora.

No estoy segura si quiero q nadie lea esto o que muchas personas lo hagan, pero so llegaron hasta acá los voy a amar muchísimo.<3

young love - BajifuyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora