Arrugó la nariz y se dejó caer, su ánimo estaba algo afectado por la preocupación de que en dos días su celo llegará, durante cinco días tendrá que encerrarse en algún lugar para evitar matar a alfas que querrán sobre pasarse con él.

¡Diablos! Era un jodido Dios, ¿Por qué tiene que esconderse de esos cabrones?

Shiva no se consideraba un mal luchador, era bastante fuerte, pero evitaba pelear por sencillas razones... Prefería pasar la vida sin preocupaciones, por supuesto, el celo era una muy jodida preocupación que involucraba la violencia y a pesar de ser conocido como deidad de la destrucción prefería dormir y bailar, aunque crear y extinguir universos tampoco estaba mal.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un aroma picante como el fuego y embriagador como el licor, sus ojos curiosos buscaron entre los que danzaban en la arena hasta las personas de alrededor, entre tanto olor de betas y omegas logró encontrarse con unos orbes dorados ligeramente brillantes, llenos de lujuria, aquellos le observaban con intensidad ocasionado que una corriente de adrenalina agobiante recorriera su cuerpo con fuerza.

Shiva deseaba fundirse en aquellos ojos.

Sonrió coqueto para sólo recibir una pequeña sonrisa tímida por parte del ajeno, el Dios que hace minutos lo devoraba con la mirada se alejo con las mejillas tan rojas como una cereza, Shiva pensó que aquel alfa era tan lindo como sexy y que necesitaba tenerlo, aunque sea por algunas horas.

Tal vez sea por la cercanía de su celo o simplemente estaba tan caliente, pero la sensación de humedad en su entrada le hizo gruñir y emitir feromonas inconscientemente, su estado de ánimo cambio tan drásticamente como para querer ser abrazado por esos fuertes y agradables brazos.

Oh mierda.

Necesitaba regresar a sus aposentos antes de cometer alguna tontería, aún es joven y acostarse con alguien es lo de menos, pero en sus períodos de calor era algo que se había prohibido a si mismo.

No muy lejos, Rudra se encontraba tan avergonzado como para alzar la mirada de su bebida, hace minutos había llegado a la festividad en la que fue invitado, pero desde que se acercó a la hoguera de enorme magnitud donde algunos dioses bailan y otros descansan con el agradable calor, su nariz se vio afectada por un olor tan encantador y sublime, sus sentidos se agudizaron y casi deja escapar un gruñido de gusto por el aroma, era dulce, el caramelo nunca ha sido un sabor que le interesara pero dicha esencia era tan embriagante como suave y reconfortante para llegar a anhelarla.

Sus ojos ansiosos intentaron buscar al dueño de su recién deseo, cuando lo vio sintió un golpe de calor colarse hasta sus huesos, era tan lindo, un Dios de cabellera negra y mirada relajada, de buen cuerpo y delicioso olor, era perfecto.

El Omega parecía hablar de algunas cosas banales con Zeus, y Rudra simplemente se vio incapaz de apartar la mirada del hermoso chico, se encontraba hipnotizado en aquellos adorables gestos que ese desconocido chico hacía. Pero su atención se vio afectada por los preciosos orbes del ajeno. 

¡Carajo! Se dio cuenta.

Con nervios permaneció inmóvil sin saber qué hacer para ignorar lo sucedido, hasta que la sonrisa juguetona de ese Omega le hizo reaccionar, sentía su rostro arder y como su corazón palpitaba sin freno alguno, ¡diablos! Ese sujeto le causó un infarto con una simple mueca alegre.

Rudra no sabía la causa de su extraño comportamiento, sin embargo, tenía bastante claro que el omega tiene unos labios tan apetecibles como para dejarlos ir.

Es un alfa, debería al menos intentar algo con el Dios de piel lila, pero sus nervios eran tan espantosos que simplemente se alejo del lugar para poder respirar tranquilo y desaparecer la tensión de sus músculos.

Pasajero [Shiva x Rudra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora