Había llegado el momento de partir después de unas cuantas charlas escolares y de cosas diversas.
Su equipaje ya estaba en los trenes por lo que solo tenían que dirigirse hacia algúna cabina disponible, aunque por ser slytherin tenían apartado el último vagón del tren y solo era cuestión de acomodarse.
—Vamos Anne— le decía Malfoy a la chica, ya que al ser prefectos tenían que orientar y poner orden a todos los demás slytherin para partir.
Se marcharon dejando a su par de amigos diciéndoles que los verían en el tren.
Dando órdenes y resolviendo dudas de los niños de primero sobre cómo llegarían a los trenes, ya que es la primera vez que salen de hogwarts via terrestre.
Pasaba el tiempo y ellos compartirían carrozas con los prefectos de Ravenclaw, Anne iba escuchando a Savee muy atenta sobre sus planes para navidad.
Dando indicaciones por aquí y por allá, había llegado la hora de partir, todos estaban en los trenes buscando lugares y acomodándose para el largo viaje.
—Al fin llegan— comenta Nott acomodándose en su lugar.
El trayecto fue demasiado tranquilo; entre comer dulces, platicas elocuentes y peleas pasaban ellos el tiempo.
Había llegado un momento en que el cansancio se había hecho presente y una cabellera rubia descansaba sobre el hombro de Anne quien tenía recostada la cabeza en la ventana, una tierna imágenes digna de recordar pensaban los otros dos chicos quienes no dudaron en capturar la imagen con ayuda de Creevey.
El descenso del tren había Sido caótico, niños corriendo con sus familiares y equipaje estorbando en los pasillos era lo que había.
La señora Zabini había mandado a alguien por Blaise por lo que de despidió rápido de sus amigos, Nott llevo a Anne a saludar a su padre, y como siempre a quien a pesar de lo tratarla mucho le había parecido una chica encantadora desde el primer saludo.
Anne había ido a despedirse de Ginny y prometiendole el verse aunque sea un día en su mansión.
Las despedidas habían terminado y muy pocas personas quedaban en el andén.
Anne no tenía ni idea de cómo se iría a su hogar, Malfoy le había dicho que tenía que esperar a Cissy ya que tenía algo que decirle, pero sentía que era un truco para que fuera a la Malfoy manor con ellos.
—¡Oh mi niño!— exclamó Cissy llegando a abrazar a Malfoy quien solo hizo una mieca de vergüenza.
—Madre ya no soy un niño— musito mientras se separaban de su mamá.
—Anne querida— le dió un leve abrazo— que gusto verte.
—Gracias señora Ma... Cissy, lo mismo digo.
—Ven con nosotros a tomar la merienda, deben están hambrientos.
—Emh yo, me gustaría ir primero a casa.
—Nada de eso, primero vienes para comer y luego Draco puede acompañarte para que estés más tranquila.
Malfoy rodó los ojos.
Ante la insistencia de Cissy a Anne no le quedó de otra más que aceptar.
La señora Malfoy - Cissy para Anne - era una muy elegante mujer, ante todos los demás solía imponer con su carácter, siempre seria y sin ninguna expresión en el rostro; pero tratándose de su familia ella era todo un sol.
Llegando a la Mansión Malfoy, el ambiente se sentía cálido, decoraciones navideñas flotando por todos lados y un olor muy peculiar a nueces con manzana se percibía en el aire.
Un ambiente que muchas personas podrían jurar jamás verían en esa familia; ya que igual que Cissy, Lucius y Draco solían dar una perspectiva de seres demasiados serios y con cero interés por cosas tan amenas como la navidad o cualquier otra festividad que tenga que ver con alegría y regalos.
Bien dicen que uno jamás debe juzgar a otros por sus apariencias.
. ஜ °
—¿Más té, querida?— preguntaba Cissy.
—Asi estoy bien gracias, ehm— hizo una pausa— Yo creo que es tiempo de que me retire.
—Querida siéntete en confianza de quedarte aquí — insistia Narcissa, pero de una manera muy sospechosa.
—No, lo siento, es muy amable pero necesito descansar, porfavor—dijo ya muy cansada.
—De acuerdo, solo vuelve pronto, hay cosas que... Aquí te esperamos cuando te sientas mejor.
Algo confundía Anne tomó sus cosas y se trasladó con la ayuda de los elfos de los Malfoy a su hogar, ya que ella se había negado a la insistencia de que Drsco la acompañara.
Al atravesar aquella puerta, aquella que al entrar en estás fechas años pasados tenía adornos hasta de sobra colgando por todo su alrededor.
Ya adentro, se sentía vacía aún llena de objetos, se sentía muy vacía.
Olor a madera y sin ninguna pizca de calidez era aquel lugar.
Ahí fue cuando todo lo que había llorado a escondidas a causa de pensamientos y sentimientos adelantados de cómo sería volver a su casa se sentían tan reales.
Ya no solo era un sentimiento de ansiedad lo que provocaba el pensar en la soledad de un lugar tan inmenso, ya era una realidad que dolía y dolía hasta el alma.
Dejó sus cosas en la entrada y camino hacia su habitación, cerró la puerta y se hundió en su cama a llorar.
Llorar hasta quedar vacía de tristeza, lloro hasta querer volverse polvo y flotar hasta desaparecer.
Mañana sería noche buena y luego navidad.
No estaba preparada para estar verdaderamente sola.
Lo que ella no sabía que mañana iba a ser un día diferente a lo que ella creía.
Si que lo sería.
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