Miro a Claude sin decirle que la situación no era nada diferente para el.

Siguieron numerosas burlas.

Detrás de línea de sangre del emperador glorificado.

Esa voz habría mantenido Claude vivo durante toda la vida del marqués de Spencer.

Como ella, vivió y contuvo la respiración en Elberg.

Claude, con su cara compleja, rozó su mejilla.

—Incluso si me prestó a la tradición... Si te digo que hoy quiero pasar tiempo contigo, ¿me creerías?

Había tal tradición.

Una vieja tradición según la cual los hombres pueden besar a una mujer parada debajo de un árbol de hoja perenne.

Era la primera vez que veía una actitud tan despreocupada, y la capacidad de reducir la distancia sin dudarlo.

—...

Tragando la luz de la luna en la oscuridad, los ojos brillando azules.

Quedo atrapada en la mirada azules.

—Yo...

¿Es por la magia de la luz de la luna, o es porque el hombre que esta en su misma situación se ve tan patético?

—En cuanto a hoy... quiero hacer lo que quiero.

En lugar de responder que su corazón temblaba como una bola de nieve, abrazó el cuello de Claude.

***

Después de eso, solía pensar.

'Si tan solo no se hubiera preguntado por él en ese entonces, si no hubiera conocido a Claude bajo los árboles de hoja perenne llenos de nieve. Si es así, ¿mi vida sería diferente?'

Para resumir su relación en pocas palabras, su amor era como pólvora en un campo seco, y también era una obsesión.

Una relación retorcida que no se puede decir a los demás.

Mantuvieron esa relación durante bastante tiempo.

Los dos nunca se presentaron como amantes a nadie, por temor a ser abandonados por el duque de Elberg.

Y Claude se consideraba inadecuado como pareja.

Pero la razón por la que ninguno de los dos pudo dejar la relación fue porque era la única manera que les permitía respirar a ambos.

Una relación en la que no podían decir que se amaban y solo se tomaban de la mano.

Pero fue Damian Hesperia, el hijo mayor del emperador y primer príncipe, quien puso patas arriba su relación.

—El primer príncipe comprometido contigo

Rara vez mostrando un signo alegre, el duque de Elberg sonrió vivazmente a su hija.

—Finalmente estoy cobrando por mi inversión

—Padre, yo...

—Este padre cree en ti, Sia (Sierra no me gusta el apodo Sia... suena como un numero mal escrito xd)

Al vislumbrar su rostro, pudo percibir que el duque tuvo un presentimiento.

[Ahora era el momento de venderla a su precio más alto]

Y esa noche, impulsivamente visitó a Claude.

—Estoy comprometida con el Primer Príncipe

Un silencio muy breve.

Escapare de mi final tragicoWhere stories live. Discover now