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Debió imaginarlo. Jura por todo lo que tiene que tenía planeado hablar con él, pero se le salió de las manos y todo se jodió. O bueno, tal vez no del todo.
(...)
Era un día como cualquiera y dos chicos adolescentes estaban en la habitación de un ceniza explosivo. El reloj que yacía en la mesita de noche que se ubicaba al lado derecho de la cama marcaba las 3:40 am. Ninguno de los dos chicos tenía sueño, y no era para menos si se encontraban hablando de todo un poco, comiendo y jugando videojuegos. Claro que procuraban no hacer mucha bulla para que los dueños de la casa no se despierten.
Había pasado un buen tiempo desde que pudieron hacer una pijamada y esta no la iban a desperdiciar. Ese día no dormirían. Pero parece que cierto pelirrojo está tentado a caer en brazos de Morfeo. El mayor al ver esto lo zarandea pero sin lograr su objetivo de despertarlo. Le pone pausa a la consola y vuelve a moverlo pero esta vez un poco más fuerte. Sigue sin dar resultado. Algo avergonzado por lo que está a punto de hacer toma un poco de su soda para tratar de calmarse. Se acerca a su mejilla y deposita un pequeño beso, tanto así que ni se podría considerar uno al solo haber posado sus labios en su mejilla y con rapidez separarse. Volvió a poner play al juego cuando inmediatamente el oji-escarlata se despertó cual blanca nieves. Katsuki sonrió al ver el pequeño pero visible sonrojo de su mejor amigo; sí, el cenizo sabía cuanto le gustaba a Eijirou ser mimado. Y bueno, él siendo su mejor amigo no podía negarle nada. Claro que en público no lo hacía. Esas muestras de aprecio eran solo entre ellos dos y solo para ellos dos.
Mejores amigos. En las buenas y en las malas. Juntos para siempre.
¿Pero los mejores amigos también se enamoran, verdad? El amor es algo inevitable.
(...)
¿Cuándo fue la última vez que salieron solo ellos dos? Fue hace mucho, eso es seguro. Pero ahora a Kirishima no le importa nada, está concentrado viendo el perfil de su mejor amigo mientras le cuenta quien sabe qué, su mirada se desvía a sus manos que están unidas en un cálido apretón. Sus mejillas se sienten calientes de pronto. El cenizo le mira curioso al no recibir respuesta por parte de su mejor amigo.
--¿Todo bien tiburoncín?--Y ese apodo que le puso solo para él. Le encanta. Le mira enternecido pero el cenizo solo puede ver una mirada de alegría. No puede ver más allá.
--Sí.--Responde a la pregunta planteada.--¿Te parece su vamos por unos helado? Aún nos queda tiempo para eso.--No recibe una respuesta verbal, pero ve como el cenizo tira de su mano para iniciar una nueva caminata con destino final la heladería.
Eijirou nunca se cansaría de solo ser él quien vea esa faceta de Katsuki, nunca se cansará de ser él el único con el privilegio de ser mimado por el mayor. Solo son ellos dos. Juntos contra el mundo. Sin importar qué.
