|Capítulo 45: La amenaza de los Sin Rostro|

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Había quedado escondida en la habitación de Luís. Alexandra lo siguió durante todo el camino, asintió en señal de que lo dejaba irse, pero antes de meterse en el ascensor la miró y la principal razón por la que le producía pavor quedó en evidencia. Sus gestos, todas aquellas expresiones frías descendientes de aquel original se tensaron debido al odio, incluso así, le costaba no encontrar similitudes.

—¿Se terminó? ¿Arruinaron a ese hijo de puta?

Mikaela sabía que Alexandra era producto de la experimentación de Marcel, y sus intentos por cruzar los linajes de quimeras, siempre los descartaba antes de que siquiera aprendieran el significado de la palabra "padre", pero con ella era diferente. Era más grande de lo que parecía a simple vista y el resentimiento encendía sus mejillas en la expresión más humana que puso nunca.

Sin duda había sido traumático construir su propia vida después de terminar en aquel orfanato debido a lo que ese monstruo le hizo a su madre y sus hermanos.

—Sí —mencionó con amargura, sintió una punzada en la garganta, su instinto como recolector era demasiado insistente como para quedarse sin hacer nada, y necesitaba ahorrarse las explicaciones.

Notó la ira enfriarse hasta que volvió a adoptar aquella cara inexpresiva, se mordió el labio.

—¿Alex...?

No necesitó terminar la oración, ella se pasó una mano por el cabello platinado.

—Voy a cuidarlo, es mi hermano —gruñó haciendo un movimiento con la barbilla—. Ahora, andate, antes de que me arrepienta.

✴ ✴ ✴

Mikaela salió de la biblioteca, trató de conservar la calma en el ascensor, pero al recibir el viento frío del cementerio en la cara estaba tan agitado como sus ideas acerca de lo que iba a decirle. No le importaba que la mujer fuera a molerlo a golpes otra vez por atreverse a molestarla al ver interrumpido su duelo. Recorrió el cementerio al principio en silencio, después gritando su nombre y nada sucedió. Varias veces creyó ver la oscuridad desenvolverse en las esquinas de su mirada, y formas oculares blanquecinas voltearse entre las lápidas de concreto. Al final, el silencio que reinaba en el lugar terminó de desesperarlo, corrió hacia la enorme reja de hierro en la puerta y llamó a un taxi que justo daba la vuelta en la esquina.

Le dio al conductor la dirección de su bar, mientras las luces de la ciudad se emborronaban por la gruesa capa de niebla.

En el pasado, cuando la tecnología le dio la posibilidad de dejar de utilizar los carruajes tirados por caballos, Mikaela había aprendido a manejar cualquier vehículo para moverse por su cuenta. Lo consideraba uno de esos conocimientos particularmente útiles para vivir en la sociedad. Las personas eran superficiales, estimaban más a quien solía manejar, o incluso se sentían intimidados por la forma del coche, y el ronroneo profundo del auto como si fuera un rasgo más de personalidad relevante.

Un vehículo propio significaba autonomía, estatus, y de forma inevitable: Poder.

Mikaela los usó mientras amasaba su fortuna gracias a las estafas. Sin embargo, la inmortalidad y el paso de los años habían atrofiado su mente, era cada vez más imprudente cuando de sentir algo se trataba. Así fue como se volvió un hombre capaz de cualquier cosa con tal de experimentar un poco de la emoción de estar vivo. Por lo que si montaba un coche se volvía un adicto y casi siempre terminaba en desastre. Luís se lo había vuelto a prohibir hacía un tiempo, recordar la cara que puso la primera vez que salieron a cenar le hizo sonreír sin pensar.

Tac, tac, tac.

El sonido de traqueteo lo trajo a la realidad, había llegado, y el conductor, inmerso en la oscuridad, tan solo golpeaba el reloj sobre el asiento con una de sus largas uñas negras. Mikaela se apresuró a pagarle, y se inclinó de forma instintiva para sentir la presencia inexistente de su arma antes de bajar, en ese instante un auto pasó con las luces encendidas e iluminó el interior del coche, mejor dicho, a la criatura que aguardaba tras el volante.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now