|Capítulo 41: Extirpar a la sombra|

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Génesis caminaba por el borde de la terraza, se detuvo cerca y el cazador se enderezó un poco. A él no le agradaban las alturas, aquello era parte de sus reacciones comunes, así como la forma en que se tensaba antes de pararse frente a un espejo. Se distrajo pensando en qué clase de hombre había sido en el pasado y se preguntó si el hecho de que sus memorias se encontraran tan enterradas en el tiempo contribuía a que fingir emociones humanas le saliera tan natural.

¿No sentía curiosidad por saber sobre la vida que dejó atrás? ¿Por qué se empeñaba en tener una ficticia ahora?

El cazador notó que lo calculaba como si quisiera medir el poder de un posible enemigo y sonrió un poco, ella percibía cuando fingía.

—¿Encontraste lo que buscabas?

Era consciente de que la miraba ahora, balanceó los pies en el borde de una caída libre de más de sesenta pisos, él estiró la mano para agarrarla del brazo como si tuviera miedo de que se cayera al precipicio, y por primera vez en demasiado tiempo el mundo entero se inclinó a sus pies. Génesis sintió vértigo con el aroma de Mikaela en su nariz, pero no tuvo nada que ver con la altura.

Se soltó con un ademán y se paró en una sola pierna, el viento revolvió su cabello. Levantó la cabeza, se acercaba una tormenta.

—¿Miedo? —preguntó, él alzó ambas cejas.

—Jamás.

Ella fingió balancearse sobre el borde y lo observó tensar la mandíbula.

—Mentiroso.

—Roñosa.

—¿No recuerdas nada de tu anterior vida? —preguntó entonces, su curiosidad era inoportuna, pero necesitaba alguna clase de distracción de los pensamientos que poblaban su mente, no quería verlo preocupado por ella, la llenaba de dudas.

¿Por qué se molestaba? Era problemático.

Al contrario de lo que esperaba Mikaela frunció los labios y luego sonrió de forma más sincera, el movimiento se tornó más salvaje cuando levantó la pierna y se subió a la cornisa con ella.

—¿Te importa que te acompañe? —preguntó, ocultando su perturbación, Génesis negó, usaba su forma adulta, trató de tirar de él para que la siguiera al caminar sobre el borde, pero se resistió—. ¿Vos te acordás de tus otras vidas? Imagino que tuviste muchas.

Se detuvo, estaba frente a él a contraluz, entornó los ojos felinos mientras torcía la cabeza. Su abismo se había manifestado, se proyectaba en paralelo a su piel, formando puntas, y una densa maraña de oscuridad que hacía danzar pequeñas volutas de humo contra sus mejillas.

—¿Y yo no te doy miedo?

Cuando apenas lo conoció deseó causarle temor para poder controlarlo, ahora la sola idea de que la evitara hacía que se instalara un nudo en su garganta. Así se había sentido ese día en el bar cuando la Reina la obligó a transformarse. En su lugar el cazador agarró la mano que le sostenía la muñeca.

—Jamás —repitió, acercándose al borde—. ¿Y vos, confiás en mí?

Quería contarle.

—Sí. —Sonó más como un rugido animal, en el fondo se sentía cansada, y los juegos que tenía con ese cazador la agotaban más. Parecía que su relación entera se basaba en preguntas dichas adrede con el objetivo de revelar algo de la oscuridad que el otro guardaba en su interior, y últimamente la seguridad de él siempre hacía que ella cediera al final—. A veces lo veo todo a través de sus ojos como ese día en el teatro.

Trató de conservar la calma, pero sentía que su garganta se había llenado de cristales puntiagudos que le dificultaban hablar. El cazador de repente estuvo a menos de una mano de distancia con la palma fría apoyada contra su mejilla y la visión de sus ojos iluminada por las luces de la ciudad, el abismo seguía en su lugar, no había sufrido porque lograba tranquilizarla.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now