08. Verano de los 15 años

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―Primero que tenía mal aliento, una mezcla de ajo y cebolla ―le conté―. Segundo que metió su lengua en mi boca como si fuera una lavadora ¡Me atraganté! Y es que yo tampoco hice nada mucho mejor, estaba abriendo la boca como un pez sin saber qué hacer. ¡Ay, no te imaginas la baba que me dejó en el rostro! Fue horrible, horrible.

Agarré el cepillo y la pasta de nuevo porque recordar el momento me hacía querer lavarme los dientes. Cole trataba de no reírse, probablemente porque veía mi desilusión en la cara, pero sabía que por dentro estaba eufórico con esta estúpida historia.

―No es para tanto, Kai. Es solo un beso ―me aseguró, buscando algo para animarme.

―Todas mis amigas tienen las mejores historias de sus primeros besos ―le dije, aunque no sabía si estaba entendiendo mis palabras, ya que seguía con el cepillo en la boca―. ¡Todas!

Me enjuagué la boca, esta vez agarrando mi cabello para no mancharlo y lo miré a Cole.

―Se supone que un primer beso nunca se olvida ―me quejé con tristeza.

―Bueno, te aseguro que tú nunca lo olvidarás ―respondió con una sonrisa divertida y yo estuve a punto de lanzarle el cepillo, pero rememoré el beso y tuve la necesidad de volver a lavarme los dientes. Agarré la pasta de nuevo, pero Cole se levantó y me agarró de la muñeca para detenerme― Kai, ya basta. Colgate va a llamarte para un comercial si sigues cepillándote los dientes así.

Suspiré y dejé el cepillo y la pasta en el vaso del lavabo.

―Estaba tan ilusionada por mi primer beso ―rezongué.

―¿Por qué? ¿Porque tus amigas ya lo dieron? No es una competencia y el primer beso está sobrevalorado.

―¡Tu primer beso no fue malo! ―me quejé.

Cole había dado su primer beso dos veranos atrás con una chica de Auckland que estaba vacacionando en El Monte. Había sido en la playa al atardecer luego de que caminaran por la orilla del mar y a Cole le había encantado.

―No, pero tampoco fue un beso de película en el que pienso todas las noches antes de irme a dormir. Ya hasta me había olvidado ―contestó.

Sabía que no era así y lo decía solo para levantarme el ánimo, pero de todas formas no me ayudaba demasiado. El beso desastroso se reproducía en mi mente junto a la vergüenza e incomodidad que sentí. Debí de haber hecho lo que mis amigas me recomendaron y practicar en el espejo. O con el dorso de mi mano.

Volví a mi habitación y él me siguió. Se escuchaba la voz de mi padre todavía hablando por teléfono en el jardín.

Me tiré en mi cama y Cole se recostó a mi lado como siempre, hombro contra hombro mientras mirábamos el techo.

―Mira si soy horrible para besar y cuando tenga la oportunidad de besar al amor de mi vida lo arruino ―me quejé.

Cole se rió.

―Eso no va a pasar. Que tu primer beso haya sido malo no quiere decir que el resto de los besos que des lo vayan a ser.

Me crucé de brazos.

―Es fácil decirlo para ti, Señor Primer Beso Perfecto.

Los ojos de Cole brillaron de diversión.

―Hoy estás especialmente irritable.

―¡Tú también estarías irritable si la lengua de otra persona te hubiera llegado hasta el esófago ―protesté.

Cole giró su cabeza para mirarme. Parecía que estaba a punto se decir algo, pero se arrepintió y volvió a mirar al techo.

—¿Qué pasa? —quise saber.

Cole negó con la cabeza y me miró de nuevo.

―Tú... ¿Querías besarlo? ―preguntó más serio― ¿O solo te sentías presionada?

―Él no me presionó ―contesté de inmediato.

―No, no me refiero a Jeremy. Sino, no sé, por el hecho de que sentías que tus amigas ya habían dado su primer beso y tú te sentías que te estabas quedando atrás.

Agh. Odiaba que Cole me conociera tan bien y odiaba que tuviera razón, porque sabía que era estúpido sentirse así. Más ahora que había dado el beso y me daba cuenta de que no era gran cosa. 

―Sé que no hay edad para estas cosas ―admití en voz más baja―. Y tal vez... tal vez no estoy decepcionada por el beso en sí, sino que estoy decepcionada de mi por haberme apresurado en algo que no tenía tantas ganas de hacer solo para que... cuando me pregunten por mi primer beso, pueda decir que ya lo di y no decir que no lo di y sentirme avergonzada.

Mientras le confesaba eso a Cole, me sentí patética. ¿Qué importaba qué pensaran los demás? No tendría que haberme sentido avergonzada ni presionada. Ahora había arruinado lo que podría haber sido mi primer beso con alguien que realmente me gustara por apresurarme.

―Siento que haya sido así, Kai ―musitó Cole―. Pero ya verás que luego no tendrá tanta importancia. Tal vez puedas considerar tu primer beso al beso con el que realmente sientas algo en el futuro ―Suspiré. Sabía que no era para tanto, pero igual seguía desanimada― ¿Sabías que Rafa dio su primer beso a los veinte años?

Lo miré frunciendo el ceño.

―Te lo estás inventando para hacerme sentir mejor.

―¡No! Me lo contó el otro día que fui a desayunar a Samurai. Le dije que estaba ahorrando para cuando cumpliera dieciocho y me pudiera comprar una Kombi Volkswagen. Él me contó que a los veinte años se enamoró de su primer amor (con quien dio su primer beso) y recorrieron juntos toda la costa con la Kombi de sus padres.

―Aw, no sabía esa historia ―contesté, sonriendo.

Ahora quería saber más.

―Rafa dice que fue el amor de su vida.

―¿En serio? ―pregunté, sorprendida― ¿Y qué pasó?

Hasta donde yo sabía, Rafa no estaba con nadie.

Cole se encogió de hombros.

―Dijo que la vida los separó.

Abrí mucho los ojos.

―¿La vida? ―musité.

De repente, sentí un súbito miedo, aunque no supe entender de dónde provenía ni por qué me sentía así.

Cole asintió.

―Según él, sí. No se lo dije, pero creo que "la vida" no tiene ese poder ―giré la cabeza para mirarlo y Cole hizo lo mismo para mirarme―. Por lo menos, yo no quiero creer que esas decisiones puedan ser cosa del destino o alguna chorrada así.

―¿No?

Yo no sabía qué pensar al respecto. 

―No. Creo que si te separas de alguien tienes que hacerte cargo de que es decisión tuya ―Desvié la vista hacia la mano de Cole que estaba jugando con el collar que compartíamos― ¿Y tú? ¿Tú crees que la vida puede separar a las personas?

Lo pensé por unos segundos antes de mirar a los ojos a Cole.

―La vida no, pero el miedo sí.

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Hasta el próximo veranoWhere stories live. Discover now