\ʕ •ᴥ•ʔ/Nice to meet you

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Al final cae dormido. La sensación cálida que le da el contrario ayuda bastante. Despierta cuando ya está solo y bien acurrucado en la cama. Incluso le han puesto una mantita encima.

Intenta levantarse, pero falla miserablemente. "Pero es que a quien se le ocurre dejar trampas de oso en pleno bosque. ¿Qué no ven que pueden dañar ositos inocentes que pasean por el?"

― Alguien despertó gruñón. ― la voz cantaría del "tipo amable" como mentalmente Rubius se refiere a él hasta que conozca su nombre. ― Vamos a que desayunes. ― lo cargo con cuidado y lo sentó en sus piernas para alimentarlo, luego lo dejo acomodarse en una silla y compartieron la mesa, aunque igual el otro apenas comió un par de galletas y café. 


Rubius empezó a notar cosas. Como el estado descuidado del contrario y el olor a tristeza penetrado en cada rincón de la casa, sus sentidos aumentados lo hacen mucho más perceptivo a las cosas a su alrededor, y no terminaría de contar las veces que eso le salvó de morir.

Rubius no podía cambiar, se dio cuenta en un intento a solas. Hasta que no se recuperará al menos en lo mínimo, mantendría su forma animal. Ya había pasado alguna vez con un resfriado que se complicó y por falta de cuidados se volvió neumonía. Menuda suerte.

Por primera vez en años viviendo cual ermitaño en una casita en el bosque decide probar nuevos aires y mudarse por que Fargan le hablo de este supuesto sitio divertido llamado Karmaland donde no importara si eres cambia formas o no. Se lanza a la aventura ¿Y que pasa? Cae en una trampa. Bravo, Rubius. Solo perdonará a Fargan porque ahora esta siendo cuidado y mimado por un chico que le habla como si fuera algo precioso. 

Que no lo es, pero se siente bonito sentir que le importas a alguien.

― Me preguntó si podría sacar un permiso para tenerte, aunque supongo que debo llevarte de vuelta al bosque ― murmuraba el joven pasando los dedos por sus orejas. "No necesitas permiso, solo híncate y fijo te doy el sí para tenerme aquí para siempre, pero espero al menos una propuesta decente "el osito emite ruidos adorables mientras que por suerte el humano no sabe interpretar ya que vale a Rub le gusta un poco hacer al bobo aprovechando que sabe que el otro no entendía nada de lo que diga.

Los días pasaban. Luzu se movía con el a donde fuera en la casa. El oso parecía odiar quedarse solo así que ambos se hacían compañía y el castaño se sintió mejor al concentrarse cada vez mas en Rubius que en cualquier otra cosa que pudiera pasar.

― Veamos, revisemos tus heridas― Lo sentó con cuidado viendo como su pelaje estaba creciendo, y sobre todo ver como avanzaba la curación― Anda realmente te curas rápido. Incluso algo de hinchazón desapareció, pronto estarás mejor osito ― comentó contento haciéndole cariños. Rubius sabe que no es nada de que enorgullecerse, pero... Siempre se sienten bien un par de halagos después de vivir mucho tiempo solo. El extraño joven lo acomodo en sus piernas para cepillar su pelaje.

Y todo habría sido una mañana perfecta si el teléfono no hubiese empezado a vibrar. Luzu lo tomó y el olor del lugar se inundó con tristeza, decepción y culpa.

La pantalla iluminada con una llamada entrante hacía que todo el cuerpo del humano se tensara.

Rubius se sintió irritado. "¡Si te molesta tanta cuelga, ¿tas bobo o qué?!"

Un suspiro ― ¿Debería perdonarlo osito? ¿Por qué no puede solo dejarme si encontró a alguien más? ― con voz sonaba triste.

Un gruñido más profundo, el oso entendió un poco que había pasado y de algún modo lo hizo sentir ofendido. El tipo frente suya era un pan de Dios ¡No se merece estar triste por alguien infiel! Así que se enderezó y tomó el aparato con su hociquito para luego arrastrarse abajo de la cama

Little BearWhere stories live. Discover now