2 - Comienza el color.

2K 251 24
                                    

POV _______
Me patearon el culo en la clase y, como había previsto, me toco limpiar el dojo después. Por lo menos me hacía pasar el tiempo, ya que había vuelto a llover con fuerza y no quería hacer el camino de vuelta a casa así. Parecía que amainaba.

- ¿Te echo una mano y acabas antes, _______?

Levanté la vista del suelo y vi a la pequeña (pequeña, aunque teníamos la misma edad) de los Sano, Emma, mirándome desde la entrada, ya con el pijama puesto y casi lista para irse a dormir.

- Muchas gracias, Emma, pero no hace falta - respondí sonriendo, mientras me sentaba en el suelo, exhausta -. Esto está limpio ya.

- Sí, Emma - entró otra figura rubia, con las manos sobre los hombros, cruzadas en la espalda-. Déjala, es su castigo por llegar tarde - y me sacó la lengua.

- No entiendo este castigo, además, está lloviendo y no iba a darme más prisa en llegar - omití conscientemente durante el entrenamiento lo ocurrido en el parque, no quería que se enterasen y se liase una gorda.

- ¿Castigo? - Emma parecía totalmente desconcertada. La miré sin comprender, ¿no era eso algo común? - ¿De qué castigo hablas? Mikey me había dicho que te habías ofrecido tu a limpiarlo.

La carcajada del rubio me sacó de mi incomprensión. Claro, por eso no lo hacía nadie más, no era porque yo no me fijase, o porque saliese corriendo del dojo todos los días. Era porque ese enano estúpido se estaba riendo de mí. Sentí como me ponía roja por momentos, y mi primera reacción fue lanzarle el trapo sucio y mojado a la cara.

- Sólo tú creerías algo así de tonto, _______ - Mikey seguía riéndose, fingiendo incluso quitarse lágrimas de los ojos - Ugh, qué asco.

- Sano Manjiro- grité, y salté corriendo detrás de él -, ¡esta me la vas a pagar!

Los dos nos pusimos a correr alrededor de la sala, entre las risas de Mikey y las advertencias de Emma de que nos haríamos daño.

Contó a mi favor que Mikey no supiera la parte que estaba aún mojada, así que me las arreglé para llevarlo hasta ella y, en uno de los giros, se resbaló y cayó al suelo. Salté encima y me preparé para darle una colleja de las buenas, cuando entró a la sala otra persona más.

- Mi...key - nos miró a los dos, justo cuando le di el coscorrón en la frente, y pude ver como a esta nueva persona se le hinchaba una vena en la frente -. Oye, ¿qué mierdas te crees que haces, _______? ¿Quieres que te mate?

- ¡Oh! ¡Kenchin! ¡Ay, eso ha dolido, _______!

- ¿Tú y cuántos más, Draken? - vacilé, levantándome y ayudando a Mikey a lo mismo, mientras éste se masajeaba la zona donde lo había golpeado.

- Ya está bien, vosotros tres - Emma se había puesto entre Draken y yo, que nos habíamos acercado, picándonos con la mirada-. Cielos, _______, eres idéntica a tu hermano - resopló -. Anda, vete a casa antes de que sea tarde, o que te acompañen alguno de esos dos.

Los resoplidos de los dos me dejaron claro que no estaban por la labor de acompañarme hasta mi casa, probablemente tendrían una reunión de la ToMan. Ahora que me fijaba, Draken iba con su uniforme de subcomandante.

Mikey se despidió de forma despreocupada con la mano, chinchándome hasta el final, y salieron del dojo. El tono de conversación entre ellos se había vuelto serio, así que supuse que la reunión sería algo importante esta vez. Probablemente no vería hasta mañana a mi hermano, contando con que le permitiesen asistir a la reunión esa vez. Casi que mejor, no tenía intención de aguantar los comentarios sarcásticos de mi mellizo.

- Entonces me iré, Emma, ¡hasta la próxima!

Salí de la casa y me sorprendió ver que había vuelto a parar de llover. De igual manera, me apresuré en volver, no quería que me lloviese encima a mitad de camino.

Mientras caminaba, se vino de vuelta a mi mente el chico alto del parque. Intenté recordar bien su aspecto: alto, más bien delgaducho, aunque sorprendentemente fuerte. Tanía dos tatuajes en las manos: pecado y castigo. Qué mal rollo. Los ojos rasgados, pestañas largas (¿cómo lo recordaba?), sonrisa demente, pero no del todo fea (¿qué?). Pelo negro y corto, con una mecha rubia en mitad de la frente, y hacia arriba.

A ver, vale, pues una persona medio guapa que me había cruzado en mi vida, tampoco era para tanto. Pero si debía de tener cuidado con él. Probablemente la próxima vez no tendría tanta suerte. Podría simplemente haber tenido facilidades porque le despistó que fuese una chica. A estos brutos no les importa si eres chico o chica, al fin y al cabo. En la tele se muestras casos de agresiones, robos, y cosas más fuertes de pandilleros hacia mujeres casi a diario.

En parte me alegraba que mi hermano fuera parte de la ToMan, puestos a elegir. Sí, eran brutos y un poco tontos, pero no eran malas personas, ninguno de ellos, ni siquiera Draken, con su mal humor. Pero el peligro estaba ahí. Si me enteraba de que se pasaba de la raya, la policía iba a ser el menor de sus problemas.

Mientras iba pensando en mis cosas, sin querer, me acabé chocando con alguien, que me sacó de las amenazas imaginarias que soltaba en mi mente.

- Oh, perdón, no miré por donde iba - me disculpé con una ligera reverencia.

- Ten más cuidado a la próxima - respondió de forma seca y borde.

Levanté la vista para mirarlo. Era poco más alto que yo, con el pelo también rubio (¿estaba de moda o algo así?), gafas de montuna dorada y el ceño fruncido. Me miraba con desdén desde su lado, aunque se esforzaba en parecer desenfadado. Hizo una seña a sus compañeros y siguieron caminando, sin hacerme más caso. Al pasar por mi lado, en alguna parte de mí, algo se revolvió, algo primitivo, que me gritaba que huyese, que ese chaval era peligroso. Su paso, su postura, su mirada, todo indicaba que era una persona de la que mejor no fiarse. Me alejé, pegándome a la pared disimuladamente para dejarles pasar, cuando alguien detrás volvió a llamar mi atención en el grupo.

Él.



POV HANMA

Después de que se fuera del parque, me quedé mirando en su dirección durante unos segundos, mientras crecía en mí el enfado. Era la primera vez que me habían humillado así, y encima había sido una chica. Ciertamente increíble. Me repetí que la culpa había sido por la sorpresa, y que, si se topaba en mi camino otra vez, con ganas de pelea, iría preparado. No la mataría, era una chica al fin y al cabo, pero tampoco perdería y la pondría en su sitio. Nadie se reía de mí, del Dios de la muerte. Nadie.

Aunque una parte de mí, durante unos efímeros instantes, había agradecido alguien que aguantara un embuste, un poco de alegría. Solo encontraba satisfacción peleando con gente mayor, ante los cuales en teoría tenía desventaja. Pero duraba poco. Todos duraban poco.

Seguí aumentando mi enfado y mi rabia interna, mientras fumaba un cigarro.

La gente se apartaba de mí, susurraban mi apodo "El Dios de la muerte". Me gustaba la sensación de infundir miedo en la gente, que me respeten, que me teman, pero se hacía aburrido que cada vez menos personas se atreviesen a plantarme cara. Todos agachaban la cabeza.

Al girar una esquina aleatoria en mi paseo hacia ninguna parte vi a un grupo de hombres, todos de uniforme, que me seguían de la forma menos disimulada que he visto en mi vida. Bien algo más de diversión antes de irme a dormir.

Los esperé apoyado en un edificio mientras que me acababa el cigarro.



Pocos minutos después, el grupo entero de matones yacía en el suelo, molidos a palos, mientras la gente de la calle me miraba, sin reaccionar.

- ¿Qué está pasando? ¿Hay una pelea? - se oían los murmullos, mientras golpeaba al último que quedaba en pie.

- ¡Fijaos! Esos tatuajes en las manos... Él es conocido en Kabuchiko... ¡El "Dios de la muerte"!

Realmente me había ganado un nombre en el barrio del que venía, pero no esperaba que se hubiese corrido hasta aquí, ya que por esta zona había más gangs y delincuentes reconocidos. Pero me alegró, así sabrían quién mandaba. Aun así, haber llamado la atención de esa forma haría que la policía viniese pronto, tenía que huir.

Apagué la colilla que no me habían dejado acabar en la cara del último al que había apaleado y me encendí otro, viendo la cantidad de cuerpos inmóviles que había a mi alrededor. Qué aburrido. Qué gris.

Qué vida tan sombría, qué oscura, y qué aburrida. ¿No habría nada nuevo para mí? ¿Después de convertirme en el más fuerte, esto es todo lo que iba a hacer hasta mi muerte? Suspiré, pensando en llegar al sitio donde vivía, beber algo e irme a la ducha, estaba lleno de sangre de esos pardillos.

Escuché fondo a la gente de mi entorno quejarse de lo que parecían ser empujones y me giré, crujiendo mi cuello, dispuesto para enfrentarme a quién se pusiera en mi camino.

- Hanma.

Se plantaron delante dos hombres, claramente mayores que yo, uniformados con lo que parecía un traje de una pandilla: uno de rojo y otro de blanco. Tenían un aura distinta a los desgraciados a los que había molido segundos atrás. De hecho, la cara del que iba con el mono rojo - facciones cuadradas, pelo rubio con tupé y cicatriz en la frente - me sonaba bastante. No sabía el nombre, pero sí que venía de un gang llamado "Moebius", bastante reconocido por su brutalidad.

- Hay alguien que quiere verte, así que mueve tu culo y síguenos - prosiguió, indicando con la cabeza el ritmo a seguir. Me quedé quieto en el sitio, mirándolos fijamente mientras se caía la ceniza de mi cigarro -. O puedes quedarte ahí con cara de estúpido de los cojones y que te pille la policía, nosotros mismos te entregaremos -. Sonrío. Es verdad, ya se oían las sirenas. Metí las manos en los bolsillos y los seguí en silencio.

Me llevaron hasta una nave abandonada, toda ruinosa. Paredes que se caían a cachos, luces rotas y óxido por todos lados. Un sitio encantador, sin duda. Durante el camino, intuí por la forma en la que hablaban las dos personas que me seguían, que el del uniforme rojo, Osanai, creo recordar, era superior al otro, que iba de blanco. Parecía ser el líder. ¿Y el líder venía a recogerme para hablar con alguien más? Vaya, esto se ponía interesante.

No aporté nada a su parloteo hasta que llegamos a la nave, forzándome para recordar detalles que pudiera usar en un futuro: nombres, lugares, planes...

- ¿Tú eres el Dios de la muerte?
Al fondo de la nave, sentado sobre unas cajas de cartón había una persona sentada, de uniforme blando, mirando al suelo. Miré al del uniforme rojo, que yo había intuido como líder, recto, como si estuviera situado ante una figura de autoridad para él, y en mi cabeza salió la respuesta: la persona delante de mi era la verdadera líder de Moebius, el cerebro detrás de lo que hacían. Me interesó.

- Esta es la primera vez que te veo a ti - señalé fingiendo desinterés.

- Conviértete en mi peón, Shuji Hanma.

Levantó la vista y me miró. Debería tener mi edad, puede que menos incluso, pero en su mirada vi determinación por algo, algo grande. Me miraba con seriedad, como si de entraba ya supiera que iba a acceder a lo que me propusiera, como si tuviera el juego ganado antes de empezar. Me agradaba. Tenía un aura totalmente distinta a lo que había conocido antes, pero no sabía decir el por qué. Solo que pude intuir que haría cosas grandes, cosas divertidas, y que yo quería formar parte de ellas. Sonreí.

- Me agradas - dije, manteniendo mi sonrisa y mirándolo fijamente -. Te seguiré mientras hagas que me divierta, pero cuando eso acabe, te mataré - sentencié.

- No te olvides de esto, Hanma. Sólo eres una herramienta vulgar, algo para usar. Y cuando una herramienta se rompe, la reemplazo - sentenció tras levantarse, mirándome por encima de las gafas. Una mirada penetrante y azul.

No sé qué fue, pero sentí algo, algo nuevo, expectación ante una nueva forma de vivir. Ya no sería gris.

- Suena como mi tipo de vida ideal - sonreí, y le seguí cuando salió por la puerta -. Adelante, convierte mi vida en un circo, llénala de color... - iba a terminar la frase cuando caí en que ni se había presentado aún. Sí, había ganado el juego sin empezarlo. Me gustaba, realmente me gustaba este tipo.

- Kisaki. Tetta Kisaki.

No sé a dónde se dirigía, pero me propuse en un segundo ir con él hasta el infierno si hacía falta.

Caminado por las calles, una vez que dejó de llover, estudié aquel barrio, buscando puntos que me llamasen la atención, pero sin quitarle nunca el ojo de encima a Kisaki.

- Oh, perdón, no miré por donde iba.

Alcé la cabeza para observar lo que pasaba: una chavala se había chocado contra Kisaki. Cuando se levantó de la reverencia, me fijé en ese cabello negro, salvaje.

- Vamos - sentenció Kisaki, y la chica se apartó para dejarnos pasar.

Fue entonces cuando reconocí esos ojos, aunque su actitud era distinta a la que me había enseñado antes.

Era ella.

_________________________________________

Segundo capitulo!!! Intentaré actualizar, por lo menos de momento, todos los días, si la mano me deja, o cada dos a lo sumo.

Sois más de capítulos cortos o largos??

Aquí hay otra pista sobre quien es el hermano de _______. Le había puesto nombre, pero no sé si os gusta más con la rayita, veo que es común poner así a la prota.

Agradezco los comentarios en el capítulo anterior, me hicieron muy feliz, a ver si os gusta esto!!!
Podemos hacer algo si os parece, podeis dejarme en comentarios ideas o cosas graciosas que os gustaría ver y yo lo incluyo!

Estoy pendiende de cambiar el resumen y la portada, a ver si puedo volver a dibujar (soy zurda y mi mano rota es la izquierda) y lo hago bonito!

Muchos besos y hasta mañana! Tengo que pensar si estos dos hablan o no!!

Checkmate | HANMA SHUJI | TOKYO REVENGERSWhere stories live. Discover now