|Capítulo 39: Ella puede verlo todo|

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Se volteó a verla con sus ojos grises oscurecidos cuál concreto, y curvó los labios, un delgado mechón carmín se había soltado de su coleta y caía sobre su mejilla. Esa mueca en su rostro pecoso fue la de un niño que acaba de volver de una dulcería.

—Él me lo contó todo. —Una vez que ella se ubicó en el salón, movió los dedos para asegurar las puertas y dio una media vuelta completa antes de apoyarse en el respaldo del sillón—. Obviamente, no va a poder venir hoy.

—¿Y por qué estás sonriendo?

¿Cómo no adivinarlo? Era obvio, se la había pasado reflexionando acerca de las palabras de Jocken y por fin le encontró un sentido.

—Porque ahora sé que todo era parte de tu plan, hermana —exponía con tranquilidad, rodeó la mesa donde reconstruyó un tablero de ajedrez con piezas de cristal transparente—. Dejar que Jocken se metiera con la policía. —Movió el alfil claro sin necesidad de usar las manos—. Esconder a La Reina de forma indirecta, aunque era una confidente de Él. —Observó la imponente pieza de cristal teñida de rojo atrás de un pequeño peón—. Así la Corte va a estar demasiado ocupada buscándola como para preocuparse por nosotros y por los estúpidos términos del pacto que tendrían que haberse roto hace siglos.

Ella seguía tensa, le recordó la presencia del ángel de Diamante sentado en ese mismo sofá.

—La Reina es la única presencia neutral, vive por y para mantener el equilibrio, aunque sus métodos sean... bueno, poco ortodoxos. 

—¿Nosotros le dimos permiso de meterse en nuestro plano? —preguntó él, lo que quería decir en realidad era: "Vos le diste permiso sin consultarnos nada al respecto, y ahora lo sé". Zora asintió—. Dejó su casa en Tánatos, se hizo pasar por una humana común para meterse en las entrañas de Ansía y así eliminar a la basura más problemática. ¿Lo logró?

—Todavía no, por eso quería hablarte... —comenzó, pero él la interrumpió con el rostro iluminado por su razonamiento, alzaba un dedo.

—Ella tiñó con su presencia el camino de Génesis, así encontré el patrón en los dichosos acontecimientos pasados, y aunque no hubiera estado de acuerdo con matar a una de nuestras niñas por la causa, sé que fue lo correcto porque así ella va a regresar. —Apoyó los codos en la mesa y tumbó un peón con el dedo—. Va a recuperar sus memorias por fin. —Hizo una pulcra reverencia—. Sos una jugadora maravillosa.

Ella suspiró incómoda. Harlem no solía hablar, pero cuando se le soltaba la lengua con sus teorías era difícil interrumpirlo.

—Sí, sobre eso...

El pelirrojo aplaudió. ¿Por qué se había estado preocupando tanto?

—Salió todo como tus estrellas dijeron, no hace falta que sigas fingiendo, no hace falta que digas nada. Sigamos. —Agitó la mano con soltura, por primera vez en un largo tiempo se sentía relajado sobre los acontecimientos.

Para su sorpresa, ella negó con total tranquilidad, y causó que una pequeña película de sudor comenzara a formarse en la frente de él, la miró sin parpadear.

—Las estrellas no funcionan así, no puedo hablar al respecto, pero conozco el camino de Génesis, y no está en mi poder intervenir cuando una nueva estrella se interpone en la perspectiva. —La mujer ciega movió las manos como si pudiera enseñarle todo lo que él no veía—. Existe un abanico de posibilidades diferentes y, para empezar, ese recolector cambió nuestro plan original.

Harlem se quedó en blanco, a medida que su semblante se derrumbaba, y una mueca de asco e indignación florecía en su rostro. Su ojo izquierdo comenzó a pulsar.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora