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Lunes por la mañana.

Gia se despertó con la vibración implacable de la alarma que se había convertido en una tortura auditiva. Extendió el brazo con un esfuerzo visible para apagar el dispositivo y luego pasó sus manos por su rostro, intentando despejarse de la pesadez de una noche inquieta. Había pasado horas esperando un momento de calma, solo para ser interrumpida por el ruido de su vecino, quien había organizado una pequeña fiesta en plena madrugada. La música alta y el bullicio de risas y canciones habían convertido su descanso en fragmentos intermitentes, dejándola exhausta y frustrada.

Vestida con lo primero que encontró, se dirigió a la cocina en busca de algo que aliviara su malhumor. Preparó rápidamente un té y unas tostadas con mantequilla, su desayuno habitual en días apurados. Mientras masticaba la última tostada, metió con rapidez los libros que necesitaba para la universidad en su bolso. Salió de su departamento con un semblante cansado y apurado, y, al girar hacia las escaleras, chocó inesperadamente con una figura masculina.

—Damiano... —murmuró entre dientes, claramente irritada por el encuentro.

El joven vecino, con su característica actitud desenfadada, sonrió ampliamente. Su voz, suave y cargada de un acento italiano encantador, era como un contraste chocante con el estado de ánimo de Gia.

—El sol se ha despertado más brillante que nunca —respondió él, dejando entrever una coquetería natural. La mezcla de su acento y su tono juguetón hizo que Gia girara los ojos con desdén. —¿Quieres que te acompañe? Voy de salida.

—No, gracias. Estoy bien —contestó ella, mientras movía suavemente su mano en el brazo de Damiano para apartarlo lo suficiente y poder pasar. —De hecho, llegó tarde a clase, así que agradecería que me dejaras pasar.

El joven, curioso, observó los libros que sobresalían del bolso de Gia.

—¿Qué estudias? —preguntó, señalando el contenido de su bolso. Su interés genuino hizo que Gia esbozara una sonrisa.

—Licenciatura en psicología —respondió ella con orgullo. La conversación sobre su carrera siempre la animaba, pero al recordar la razón de su mal dormir, su expresión se tornó seria. —Por cierto, te agradecería mucho que evitaras hacer ruido en la madrugada. Algunas personas, como yo, tenemos actividades temprano en la mañana.

—Lo tendré en cuenta, bella —dijo él, con un tono despreocupado— Pero mientras tanto, disfruta del show VIP de Måneskin.

Damiano le guiñó un ojo antes de pasar a su lado y descender por las escaleras con una sonrisa enigmática. Gia lo observó, murmurando una palabra entre dientes.

for your love - damiano davidWhere stories live. Discover now