𓂃﹟𝟏𝟐 ꧇ photography ✰

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      ─ A mí me gusta mucho el campo. En donde vivía, habían muchos pájaros y plantas como acá, pero este lugar está mejor cuidado y es más grande.

      Yuta se mordió el labio y se acabó lo que quedaba de agua en la botella.

      ─ No es la gran cosa, las otras conferencias son en lugares mucho mejores y con más gente.

     Hundió una mano en sus modernos jeans rotos y sacó su celular de inmediato, quitándose las gafas y dándole una mirada de reojo a su criado, que se encontraba mirando todo su alrededor muy concentrado.

      ‹¿cómo podía poner esa cara de estúpido por simples cosas como estas?›.

      ─ Pero este lugar es muy bonito... El hotel también es muy grande y tiene una piscina de esas de verdad, ¿No es mucho gasto?

      ─ He visto mejores hoteles en toda mi jodida vida. Y no me interesa, no lo pago yo.

     Yuta elevó su celular lo más que pudo y luego maldijo en voz alta.

     ─ Mierda, no hay señal, ¿El tuyo tiene señal?

     Mark elevó su confusa mirada, sin entender.

      ─ Tu celular, ¿Tiene señal o no?

       ─ Oh, yo no tengo uno  ─ susurró Mark, ruborizándose y descendiendo la mirada  ─ No tengo celular...

     Yuta lanzó la botella a un basurero cercano, y se mordió el labio inferior, mirándole como para esperar que le dijera que era una broma, pero cómo no sucedió, terminó estallando en carcajadas.

       ─ ¿No tienes uno? ─ cuestionó, mientras el otro se enrojecía mucho más y también reía ─ Oye, Mark, ¿De dónde carajos vienes, precioso?

      Lo observó soltar una risita nerviosa y bajar la cabeza. Yuta exhaló, mientras se mordía el labio y se lo quedaba mirando.

      ‹¿de dónde carajos había salido alguien tan iluso y ridículo como él?

      ─ Si tuviera uno, yo... Tomaría una fotografía de este lugar ─ susurró, sonriendo con la mirada en el pastoso suelo.

      ─ ¿Quieres una foto de esta porquería de sitio?

      Yuta movió su celular rápidamente y el flash resonó de un sólo golpe, capturando la imagen. Elevó una ceja con una apática media sonrisa, mientras notaba cómo Mark se sorprendía ante el sonido del celular y entreabría sus provocativos labios con confusión. Yuta le plantó la pantalla del aparato frente a su rostro, y Mark alzó sus pobladas cejas con alegría, entendiendo finalmente. Mark abrió sus labios, cómo intentando decir algo, pero Yuta lo tomó bruscamente de la cintura, cerrando su mano con fuerza sobre su piel.

      ─ ¿Esa puta foto está bien o tomo otra?

     Mark sintió cómo los latidos de su corazón se aceleraban de inmediato y su mente se nublaba de la misma forma que siempre, dejando paso a las revoloteadoras mariposas que paseaban de su mente hasta su estómago. Retembló un poco y no pudo retener la enorme sonrisa que cubrió su rostro. ‹tenía una relación con nakamoto yuta; alguien cómo nakamoto yuta lo quería›. La emoción se extendió por todas sus venas y sólo optó por bajar la cabeza. Jamás había pensado que los cuentos podían hacerse realidad›.

      ─ Joder, responde ─ Yuta chasqueó sus dedos sobre su rostro.

      ─ Esa está bien, gracias por tomar la foto.

       ─ ¿Por qué diablos te pones así de rojo? Me jode demasiado.

     Mark negó muchas veces con la cabeza, colocándose las manos sobre todo su rostro. Mientras Yuta lo soltaba con la misma brusquedad con la que lo había tomado dos minutos antes.

      ─ No-No lo haré nunca más, te lo prometo ─ respondió, con una sonrisa.

     Yuta dejó de mirarlo y empezó a caminar de vuelta hacia el hotel, con Mark siguiendo cada uno de sus pasos. El maldito calor continuaba aumentando y los zumbidos de los bichos parecían meterse hasta en sus oídos. Cuando llegó a la amplia sala de recepción, sintió todas las miradas sobre él, ‹¿acaso no podían mirar hacia otro lado? Se mordió el labio y se volvió hacia su criado, que esperaba con la misma sonrisa que antes.

     ─ Voy a quedarme un rato acá, ve arriba y haz lo que quieras ─ masculló, colocándose las gafas oscuras de nuevo y colando sus manos en sus rasgados bolsillos, hasta sacar un juego de llaves y lanzárselo.

     Mark asintió de inmediato, tomando las llaves entre sus torpes manos.

       ─ Sí, como tú digas, Yuta.

      Yuta lo observó marcharse, y se dió media vuelta, caminando hacia uno de los mapas del hotel que se encontraba sobre una de las paredes. Necesitaba un trago que le refresque la garganta y le despeje la mente urgente.

      ─ ¿Dónde está el bar? ─ preguntó, a uno de los trabajadores.

       ─ Está en el subterráneo, pero abren desde las ocho.

       ─ ¿Desde las ocho?

     ‹joder. a la mierda con todo›.

     Yuta dió una ojeada a su reloj y se dirigió hacia el ascensor, el cuál subió con mucha rapidez. Si no podría tomar, al menos podría dormir todas las horas que faltaban hasta que empiece la podrida conferencia. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, caminó hacia la puerta de su  ─casi─ departamento, tecleando unos números en el sistema de seguridad y metiéndose en el interior. Al parecer, estas plantas de tres habitaciones tenían un sistema que admitía tarjetas, llaves y clave de seguridad para poder abrir la puerta.

     Notó el enorme silencio que rodeaba el ambiente y todas las maletas que continuaban en el lugar en el que los habían dejado. Si su padre pensaba que él iba a aceptar estar en el mismo departamento que el imbécil de John Suh, estaba muy equivocado. Lo primero que haría después de salir de esa maldita conferencia sería beber toda la madrugada hasta estallar y luego largarse lo más pronto de ahí.

     Estuvo a punto de lanzarse al sofá, pero un ruido lo despistó. Movió sus ojos hacia los dormitorios y exhaló.

      ‹debía ser mark›.

     ‹mark›.

     Yuta se olvidó de la idea de lanzarse al sofá y caminó hacia el pasillo de los dormitorios. La puerta de uno de los dormitorios estaba entreabierta y no esperó mucho para empujarla un poco y observar lo que estaba sucediendo.

     Mark estaba de espaldas hacia él, casi junto a la puerta del baño y ahora se dedicaba a sacarse las medias con rapidez e intentar hacer lo mismo con su camiseta, fracasando en el intento.

     Los ojos de Yuta recorrían cada centímetro de esa lechosa piel expuesta, mientras sentía cómo el calor reventaba contra su estómago y descendía hasta ubicarse en su entrepierna con brusquedad.

     ‹oh, mierda›.

     Mark había elevado su camiseta e inclinado su cuerpo hacia adelante para lograr quitarla de una sola vez, pero sus manos se habían enredado con la tela y no podía continuar. Se colocó la camiseta de nuevo, intentando sacar primero un brazo y luego el otro con cuidado.

     Yuta sintió que la maldita respiración se le aceleraba de tal forma que sólo atinó por contraer los músculos de su cuerpo y apretar sus dedos en puños.

     ‹mierda, mierda, mierda›.

     Yuta maldijo fuertemente y aventó la puerta de un golpazo con una sonrisa aparentada y su lengua humedeciendo sus labios.

      ─ ¿No necesitas ayuda, nene?

passionate innocence  ֶָ  yumarkWhere stories live. Discover now