–¿Qué has dicho? –rugió.

–Que te calles de una vez –repitió Harry, implacable–. Recogeremos las compras y nos iremos de aquí..

Ava abrió la boca con intención de plantarle cara, pero guardó silencio porque, en ese preciso instante, se dio cuenta de que estaba haciendo trampas a Harry y de que también se las estaba haciendo a sí misma. No había provocado una discusión porque le quisiera ofrecer una salida fácil, como había afirmado, sino para tener una excusa que le ahorrara sus últimos días en Bolderwood.

De repente, no pudo soportar la idea de separarse de Harry allí mismo, sin esperar más. Se dijo que el momento y el lugar importaban poco, que no habría gran diferencia, pero le dio tanto miedo que se quedó sin habla.

–En cuanto salgamos, te llevaré al castillo –continuó él.

Ava se vio en un espejo de cuerpo entero y se ruborizó,pensando que su aspecto era más propio de una quinceañera que de una joven a punto de cumplir los veintidós. La chaqueta y los vaqueros que llevaba no podían ser más cochambrosos. Y lejos de sentirse avergonzado por su compañía, Harry la había llevado a un lugar público porque tenía la ilusión de hacerle un regalo de cumpleaños.

Definitivamente, no se había portado bien con él.

–No... no hay prisa –declaró en voz baja–. Aún falta la lencería, ¿verdad?

Vito la miró con perplejidad, sin entender nada, cuando ella salió de la habitación y empezó a elegir la lencería.

No sabía lo que le estaba pasando, no sabía si llegaría a entenderla alguna vez y ni siquiera sabía por qué la quería entender, teniendo en cuenta que siempre ponía tierra de por medio cuando surgían complicaciones sospechosas en una relación.

Tras elegir unas cuantas prendas de lencería, Ava alcanzó las bolsas donde estaban los vestidos y los zapatos y entró en un probador. Todo era tan caro que se preguntó si Harry no habría perdido la cabeza; le parecía increíble que hiciera semejante dispendio con una mujer con quien solo iba a estar unos cuantos días más. Pero pensó que serían unos días muy apasionados, sonrió con picardía y se cambió de ropa.

Harry y el resto de los hombres que estaban en la tienda se giraron para admirarla. Estaba sencillamente impresionante con el vestido ajustado, la chaqueta y los zapatos de tacón alto que había elegido.

–¿Te puedo hacer el amor en la limusina? –preguntó él con humor Ava rio. Sabía que tenía buen aspecto, y estaba agradecida a él y a la encargada de la boutique por haberle elegido una ropa tan bonita. Al fin y al cabo, ella no tenía experiencia con ese tipo de cosas.

–¿La limusina? Pensaba que volveríamos en el helicóptero.

–No, he llamado al chófer para que venga a recogernos –le informó–. Pero aún no has contestado a mi pregunta...

–No, no puedes.

Salieron de la tienda con todas las bolsas, cruzaron el centro comercial y se dirigieron a la limusina, que ya los estaba esperando. Aún no habían entrado en el vehículo cuando un hombre gritó:

–¡Harry!

Ava y él se giraron hacia el desconocido, que aprovechó la ocasión para sacarles una fotografía y desaparecer a toda prisa entre la multitud.

–Oh, no...

Vito abrió la portezuela trasera. Ava se sentó y él se acomodó a su lado.

–¿A qué ha venido eso? –preguntó ella.

–Supongo que sería un paparazi. Pero, sinceramente, no sé por qué querría sacarnos una foto; la prensa no siente interés por mí.

–Sin embargo, te ha llamado por tu nombre. Es evidente que te conocen bien.

Inocente - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora