Las dos mujeres estaban repasando la lista cuando aparecieron un par de compañeros de trabajo que habían visto los folletos de Marge y querían contribuir con dinero a la causa del refugio. Naturalmente, eso aumentó el enfado de Karen.

–Te recuerdo que estás aquí para trabajar, no en busca de apoyo a tu organización benéfica favorita. Cuando vuelvas esta tarde, te daré más cosas que hacer. Será mejor que acabes pronto con tus compras.

Karen cumplió su palabra. Aquella tarde, la llevó a los archivadores del sótano y le dio trabajo suficiente como para mantenerla ocupada durante muchos días. Ava sabía que la estaba castigando, pero aceptó el encargo sin resentimiento alguno. Aunque el sótano era un lugar frío y solitario, tenía la ventaja de que, al menos, no se cruzaría con Harry.

Una semana después, Harry estaba en un restaurante famoso, admirando a su acompañante. Laura era una mujer muy sexy, de ojos almendrados y largo cabello rubio. Cualquier hombre se habría sentido atraído por ella, pero Harry no era cualquier hombre. Su voz le parecía demasiado aguda; su boca, demasiado tensa; y además, le disgustaba que la modelo se dedicara a criticar constantemente a sus compañeras de pasarela.

Quizás había llegado el momento de romper con Laura,exactamente igual que había roto aquella mañana con una vieja tradición.

A primera hora, había recibido una llamada telefónica de Damien Keel, el nuevo director de su empresa inmobiliaria. Damien, que no sabía nada de lo sucedido tres años antes, estaba organizando su agenda para las Navidades y quería saber si iba a dar una fiesta en el castillo. Harry no había celebrado fiestas en Bolderwood desde la muerte de Olly, pero pensó que tres años era mucho tiempo de luto y que había llegado el momento de volver a la normalidad.

Tras despedirse de Laura, volvió a AeroCarlton y miró hacia recepción. No había visto a Ava en varios días, así que empezaba a sentir curiosidad.

–¿Sabes si Ava Fitzgerald sigue con nosotros? –preguntó a la recepcionista.

–No, señor.

–Pues averígualo.

Minutos después, la recepcionista le dijo que Ava se encontraba en el sótano, trabajando. Para entonces, ya había terminado de organizar los archivos viejos, pero, lejos de levantarle el castigo, Karen le encargó que pusiera en orden los más recientes. Y allí estaba, llevando cajas de un lado a otro, cuando oyó una voz que ya le resultaba familiar.

–Como no creo que tengas tiempo para comer, te he traído la comida yo mismo.

Ava se dio la vuelta y se encontró delante de Pete Langford. Pete, un compañero de trabajo, era un hombre delgado y de altura media que bajaba de vez en cuando a charlar con ella. Ava sabía que le gustaba y había hecho lo posible por quitárselo de encima, pero sin éxito.

–Venga, descansa un poco.

Pete se acercó a la mesa y dejó un bocadillo y un refresco.

–Te lo agradezco mucho, pero no me apetece. Además, tengo que ir de compras.

–Deja las compras para más tarde.

Ava se apartó de él. Sus compañeras le habían advertido que Pete Langford siempre intentaba ligar con las recién llegadas.

–Lo siento, pero no puedo.

Pete suspiró.

–¿Se puede saber qué te pasa?

–No me pasa nada –respondió–. Simplemente, no me interesas.

–¿Es que eres lesbiana? –preguntó con brusquedad–. No te enfades, pero supongo que tres años en una prisión de mujeres...

Inocente - Harry StylesWhere stories live. Discover now