Sus pasos calmados las llevaron a la puerta principal de la ciudad, a los pies de una magnifica y colosal estatua que retrataba a su rey, Ains Ooal Gown.

-Yuri-sama, Entoma-sama, que placer tenerlas en nuestro humilde puesto este hermoso día...qué las trae por aquí?-

El encargado del puesto "fronterizo", una lamina vestida con finas telas de vistosos colores, hablaba con palabras dulces y una actitud amistosa hacía las damas, aunque esto en realidad era para cubrir sus nervios, los cuales se sentían sumamente alterados cada vez que alguien del circulo interno de Nazarick lo visitaba.

Junto a él, una pequeña fila de civiles, granjeros, comerciantes y aventureros aguardaban la usual revisión que les permitiría el acceso a la ciudad. Todos se vieron atraídos por el par de Maids que hablaban con el encargado, pero solo los más novatos tuvieron la osadía de expresarse al respecto.

-Demonios...ahora sé porque querían venir aquí!-

Las palabras burlonas de uno de los jóvenes aventureros a sus compañeros fueron lo suficientemente altas como para que todos las escucharan, cosa que no le importaba y que en realidad era su intención, pues el grupo de maids giró instintivamente para mirar a quien hacía tanto alboroto, lo que dibujó una sonrisa coqueta en la cara del chico, quien se regocijó presumidamente mirando a sus camaradas. Sin embargo, las caras de sus amigos estaban pálidas y más bien mostrando una expresión temerosa a la vez que molesta.

-Disculpe...tiene algo que decir?-

Dijo Yuri con un tono serio y ligeramente molesto a la vez que acomodaba sus lentes, por su parte Entoma ya se encontraba con los brazos levantados, una clara señal de molestia en un intento por verse más grande e intimidante.

El joven se vió confundido y tomó las acciones de la maid como una invitación a su cortejo, pero antes de que pudiese hablar su boca fue cubierta y obligado a agacharse por la fuerza pese a que esto lo lastimara, pero al mirar quién lo sometía de manera traicionera, se topó con que sus propios amigos eran quienes lo retenían a la vez que ellos se arrodillaban de igual manera.

-se...señorita...no...yuri-sama, le suplicamos perdone la imprudencia de nuestro amigo...es nuevo en la ciudad y no sabe cómo funcionan las cosas por aquí...-

-La ignorancia no exime de la culpa-

Esta vez fue la lamina quién habló, intentando evitar la molestia a las maids de lidiar con ese tipo de personas, frecuentes usuarios de ese portal hacía la ciudad.

-Lo entendemos, le rogamos nos permita castigarlo nosotros mismos...-

El encargado miró a ambas mujeres esperando instrucciones, pero yuri simplemente mró en otra dirección, una sutil confirmación.

-De acuerdo...pero tendrán que irse por hoy...-

-Espera...qué?-

-Cierra la boca imbécil!-

El novato se veía confundido y molesto, pero sus compañeros solo parecían enfadarse con él, cosa que lo sacaba de quicio todavía más.

Sin perder tiempo el grupo se retiró mientras el chico se retorcía forcejeando con sus compañeros.

Apenas y la calma regresó, un portal se abrió a las afueras de la ciudad, justo a tiempo para que las maids recibieran a los invitados.

De la ruptura del espacio controlada por shalltier, un par de hombres y una mujer aparecieron, usaban uniformes militares claramente similares a los de Tanya, salvo que estos eran de un color marrón y cafés con varias medallas colgando en el pecho y sombreros de oficiales con una vistosa estrella roja en el centro.

Overlord: La niña y el nigromanteWhere stories live. Discover now