LAS PALABRAS DE OLYMPIA HICIERON TEMBLAR A todo el equipo. Se repartieron miradas e instantáneamente comenzaron a repartir las palabras de la mujer mientras se acercaban a verla por el escaso espacio que el vidrio dejaba en evidencia.

—De ninguna manera.

—¿Estás loca?

—No te vamos a abandonar ni por lo más sagrado del mundo.

—Olvídalo Olympia.

—Esto está fuera de discusión.

—Encontraremos una manera

—Alto, alto, ¡Alto! —detuvo ella la vociferación que se estaba llevando a cabo—. Piénsenlo un segundo...Estamos en una guerra —hizo énfasis en la palabra—, de hecho nos quedan pocas horas antes de que todo explote. Y están perdiendo el tiempo aquí conmigo.

—Tratar de sacarte de ahí no es una pérdida de tiempo —rebatió Rogers serio y con la vista en el suelo.

—No es lo que quise decir —respondió ella de la misma manera—. Sé que para todos es importante...Pero yo hablo de perder el tiempo en todo el sentido de la palabra —apuntó un reloj en una lejana pared—. Los números avanzan chicos.

—Somos consientes de que tenemos una batalla por delante en unas horas, pero no vamos a irnos sin ti.

Todos asintieron estando de acuerdo con las palabras de Nate. Hansen, por su parte, llevó sus manos a su cara con frustración.

—No van a llegar a tiempo —siguió debatiendo—. Sólo... —suspiró cerrando sus ojos—. Déjenme aquí y vayan a pelear porque es su deber en este momento con el mundo. Yo soy más pequeña que el mundo.

—Si crees que vamos a dejar que mueras ahogada estás muy equivocada —la voz dura del Capitán resonó mientras la miraba fijamente. Dicho eso, se giró para pasar sus manos por su rostro.

Un corto silencio se creó donde todos se debatieron internamente sus posibilidades. Sabían que el reloj estaba corriendo y que los Kaiju llegarían pronto al Monte Fuji; y una vez que lo hicieran el mundo estaría perdido. No obstante, se negaban rotundamente dejar que su líder, compañera y amiga pereciera en una fría y desolada habitación con su organismo lleno de agua.

La respuesta era clara.

—Olympia... —se acercó Raleigh—. Eres nuestra Mariscal, y mucho más importante, eres nuestra amiga. No podemos dejar que mueras ahí.

—Si se quedan para tratar de sacarme, lo que está pareciendo imposible, los Kaiju les ganarán ventaja.

—Lo resolveremos —se escuchó a Stark—. Estoy seguro de que de una manera u otra los venceremos de igual manera.

—No nos pidas que te abandonemos —siguió Jake—. Tú nunca lo hiciste con nosotros —aquello hizo a la platinada tragar saliva—; en ningún momento nos dejaste aún cuando estábamos por morir. Lyn, a pesar de todo encontraste una solución para salvarnos.

—Y eso mismo es lo que vamos a hacer —se unió Lambert mirando a su compañera—. Así que...Solicitud denegada, Mariscal.

La aludida sólo se limitó a cerrar los ojos rendida mientras el resto del grupo se reunía para discutir que cosas aparte de las ya mencionadas podían hacer para sacar a la mujer de ahí.

Hansen tomó valor para poder mirar hacia abajo, notando como su cintura ya estaba toda empapada y que el impulso del agua estaba tomando más fuerza; por lo que comenzaba a flotar y tuvo que sujetarse del mango de la puerta para no resbalar.

𝐑𝐀𝐂𝐊𝐃𝐎𝐌 | 𝐒𝐓𝐄𝐕𝐄 𝐑𝐎𝐆𝐄𝐑𝐒 ✓Where stories live. Discover now