Sophie tenía dolor de cabeza. Se frotó las sienes y salió al pasillo.
Un niño pequeño corrió alrededor de la esquina, chillando y riendo mientras una niña con rastas lo perseguía.
Las sienes de Sophie latían con fuerza cuando rápidamente las esquivó para evitar una colisión.
El niño ni siquiera se dio cuenta de que casi se había topado con Sophie.
Su dolor de cabeza estuvo a punto de convertirse en una migraña en toda regla. Sophie se retiró al baño. Alguien había desquiciado la puerta, probablemente para darles más espacio para navegar con los muebles, pero de todos modos estaba agradecida por la retirada momentánea.
A través del marco de la puerta, miró hacia la sala de estar y sacudió la cabeza dolorida cuando el niño chocó con la mujer Cabello mayor en su salvaje persecución por el apartamento. ¡Ni su niñera ni yo hubiéramos permitido que Kadence hiciera eso cuando tenía esa edad! Correr por la casa estaba estrictamente prohibido.
Sinu Cabello, sin embargo, no regañó al niño. Riendo, se inclinó y comenzó a hacerle cosquillas. Cuando el niño chilló y se escapó, Sinu se enderezó y le dijo algo a su hija junto a ella que hizo que la mujer más joven soltara un "¡Mamá!" Indignada y le diera una palmada juguetona en el brazo.
Por un momento, Sophie pensó que la interacción entre madre e hija era una falta de respeto, pero luego las dos mujeres de Cabello se rieron y se abrazaron.
Sophie sabía que Kadence nunca lo habría hecho. No podía recordar el último abrazo de cuerpo entero que había recibido de su propia hija, y ni siquiera podía decir cuándo se habían reído por última vez.
No se había permitido pensar demasiado en eso, pero Sophie sabía que no tenía la mejor relación con su hija. Nos hemos distanciado tanto la una de la otra que solo supe sobre ella... sobre esa fase lésbica cuando la encontré besando a una mujer, ¡por el amor de Dios! Nunca debí dejar que llegara a eso. Aun así, no sabía qué hacer al respecto. Sabía que no podía intentar emular la relación que Sinu Cabello tenía con su hija. Ni Kadence ni yo nos sentiríamos cómodas con eso.
La risa de Kadence hizo eco a través del apartamento todavía casi vacío.
Al oír el sonido, Sophie miró hacia arriba.
Kadence estaba arrodillada en el suelo, sin importarle si sus pantalones se ensuciaban.
Bueno, no hay mucho que arruinar de todos modos. Sophie miró los vaqueros desgastados. Ni siquiera sabía que Kadence poseía un par.
Observó cómo Kadence se inclinaba sobre un estante, sus delgados dedos envueltos alrededor de un destornillador. Delicia Vasquez se arrodilló junto a ella y se apoderó del estante, de modo que Kadence ahora tuviera ambas manos libres para el tornillo y el destornillador. Con movimientos competentes, Kadence apretó el tornillo.
Sophie miró a las otras mujeres jóvenes en la habitación. La amigable Camila Cabello, que bromeaba con Sinu; una esbelta morena que estaba mostrando pacientemente a una niña de unos diez años cómo doblar las cajas de mudanza vacías, y la intensa Lauren Jauregui, que estaba levantando la parte superior de un gran armario sobre su base con la ayuda de una mujer regordeta a quien Sophie nunca había visto antes.
Se dio cuenta de que su hija, que empuñaba un destornillador, parecía encajar perfectamente. Kadence parecía más cómoda en esta atmósfera demasiado relajada de lo que Sophie la había visto nunca.
Luego su mirada se posó en Delicia Vasquez y la forma en que sus hombros tocaban los de Kadence mientras se arrodillaban una al lado de la otra. Quiero que se sienta cómoda y tenga amigos, pero no esto. ¿Por qué tiene que ser esto?
