El niño que vivió

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ALLISON MALFOY

Con el corazón palpitando y la adrenalina corriendo por mis venas, corrí hacia la ventana más cercana para tener una visión más clara de la batalla que se desataba debajo de mí. El caos y la destrucción se habían apoderado del lugar, y lamentablemente, la vida de muchas personas estaba en juego. Lo que más me dolía era ver a los estudiantes, que originalmente no querían estar involucrados en esta guerra, ahora siendo arrastrados a la línea del frente. Era desgarrador presenciar cómo sus vidas eran arrojadas al abismo de la violencia.

Mientras continuaba corriendo, mi mano firmemente agarrada por Draco, intenté desesperadamente obtener alguna respuesta.

—Draco, ¿a dónde nos dirigimos? —pregunté, tratando de captar su atención en medio de la confusión reinante. Sin embargo, él parecía estar absorto en sus pensamientos y me ignoraba por completo—. ¿Draco? —repetí más enérgicamente, esperando una respuesta. Finalmente, después de ser ignorada tres veces, detuve mi carrera abruptamente, lo que provocó que Draco también se detuviera.

—Allison, ¡vamos! —me instó, su voz llena de impaciencia.

—No, ¡espera un momento! ¿A dónde demonios pretendes llevarme? —exigí saber, sintiendo que merecía una explicación clara y concisa.

—Voy a sacarte de aquí, a un lugar seguro. No puedes estar cerca de todo este caos —respondió Draco, tratando nuevamente de arrastrarme con él. Sin embargo, esta vez me mantuve firme, negándome a moverme.

—¡Esta es mi lucha también! ¡Tengo que proteger a aquellos que me importan! —exclamé con determinación, sabiendo que incluso si mis habilidades eran limitadas, haría todo lo posible para contribuir en la medida de mis posibilidades.

—¡Tienes que estar a salvo! —me suplicó, mientras la preocupación llenaba su rostro.

Sus palabras resonaron en mis oídos, llenando mi corazón de angustia y conflicto. Draco me suplicaba que me mantuviera a salvo, pero yo no podía aceptar esa opción tan fácilmente. La idea de abandonar a las personas que estaban sufriendo, de permitir que más vidas se perdieran, me parecía inaceptable. Las lágrimas comenzaron a empañar mi visión mientras mi determinación se fortalecía.

—No es justo, Draco —respondí con voz entrecortada, luchando por controlar mis emociones—. No puedo simplemente alejarme y permitir que más personas mueran sin hacer nada al respecto.

La preocupación se intensificó en su rostro y sus ojos reflejaron el amor y el miedo que sentía por mí.

—¡No puedo permitir que mueras! —me gritó desesperadamente—. ¿No lo entiendes? Tienes a nuestro bebé aquí dentro. —Señaló hacia mi vientre abultado—. Y tú eres mi esposa, Allison. Te amo desde que éramos niños. No voy a dejarte morir conmigo.

Sus palabras se clavaron en mi corazón, sintiendo cómo cada una de ellas resonaba en lo más profundo de mi ser. Me quedé paralizada por un momento, absorbiendo toda la emoción que fluía entre nosotros. En ese instante, comprendí el amor incondicional que Draco sentía por mí. Mis pies se movieron por sí solos, corriendo hacia él en busca de consuelo y conexión. Nuestros labios se encontraron en un beso lleno de pasión y ternura, mientras mis dedos se enredaban en su cabello, aferrándose a él como si fuera mi ancla en medio de la tormenta.

—Yo también te amo, Draco. Pero tengo que pelear. Lo siento. Pero lo haré —dije. Mis palabras se mezclaron con un torrente de emociones mientras intentaba expresar mi amor por Draco y, al mismo tiempo, mi determinación de luchar. Sabía que mi decisión no sería fácil de aceptar para él, pero también sabía que tenía que seguir mi propio camino.

En un abrir y cerrar de ojos, desaparecí ante los ojos de Draco, encontrándome en el Gran Salón convertido en una improvisada enfermería. El caos y la desolación se extendían por todas partes, con cuerpos sin vida y heridos esparcidos por el suelo. Mi corazón se encogió al ver a Ron llorar desconsoladamente junto al cuerpo de Fred, cuya muerte había dejado un agujero en nuestros corazones. Lupin y Tonks yacían juntos, sus manos entrelazadas en un último gesto de amor. Era una escena desgarradora, una que ningún niño debería presenciar.

Me acerqué a Hermione, buscando consuelo en su abrazo mientras compartíamos nuestras lágrimas y pesares. La realidad de cuántas vidas se habían perdido en esta guerra me golpeó de lleno y me impulsó a tomar una decisión.

—Hermione, tengo que unirme a ellos, estar a su lado —le dije con voz decidida mientras ella me miraba con comprensión en sus ojos—. Nos veremos pronto —agregué antes de separarnos y seguir mi camino.

Caminé junto a Narcissa, Lucius, Voldemort y un selecto grupo de mortífagos hacia el bosque. Sabíamos que debíamos esperar a Harry, el elegido, el que tenía el poder de derrotar a Voldemort de una vez por todas. El aire estaba cargado de tensión y anticipación mientras nos adentrábamos en la oscuridad del bosque, sabiendo que estábamos a punto de enfrentar el momento culminante de esta guerra.

La tensión en el bosque era palpable mientras esperábamos la llegada de Harry. Todos los ojos estaban fijos en los oscuros árboles, buscando cualquier indicio de su presencia. El murmullo de preocupación se extendía entre los mortífagos, mientras Voldemort se sumía en sus pensamientos.

—No hay señales de él, mi señor —informó uno de los mortífagos. Percibí cierta decepción en su voz. Observé cómo Voldemort musitaba para sí mismo, sumido en su propia frustración. Luego, todos se giraron y quedaron boquiabiertos ante algo que capturó su atención. Y allí estaba, mi amigo, Harry.

—¿Harry? ¡No! ¿Qué estás haciendo aquí? —exclamó Hagrid, atado como si fuera un animal indefenso.

Harry Potter, el niño que vivió, había venido a enfrentar su destino. Voldemort levantó su varita, su voz resonó con un poder que hizo temblar el suelo.

—¡Avada Kedavra! —gritó con ferocidad, y vi cómo el hechizo impactaba contra Harry, derribándolo al suelo. Contuve mis lágrimas ante la impactante escena. Mi corazón se rompió al ver a mi amigo caer sin vida.

Voldemort retrocedió momentáneamente, pero rápidamente se recuperó. Narcissa corrió hacia el cuerpo inerte de Harry, su preocupación y angustia evidentes en su rostro. Bellatrix se acercó a Narcissa, con una mezcla de curiosidad y malicia en sus ojos.

—¿Está muerto? —preguntó Bellatrix con impaciencia. Narcissa se inclinó sobre Harry por un momento, antes de ponerse de pie y dirigirse hacia nosotros.

—Muerto —dijo con voz segura.

Matón | Draco MalfoyWhere stories live. Discover now