16. Graffton Street, El piso 33 y Dublin

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Para cuando lllega la comida, Luis está suficientemente recuperado para arrastrarse de la cama a la ducha. 

Aitana se concentra en comentar con Olivia los dibujos animados y en que Oscar no se atragante con las patatas fritas. 

Y en revisar el horario de la ofina de correos para el día siguiente y comprobar, dos veces, la reserva del billete de avión para la noche. 

En ordenar sus zapatos, los que le quedan en la maleta por colores. 

En pintar las uñas de los pies de Olivia con un esmalte medio seco de color púrpura que encuentra en su neceser. 

En contar el número de pájaros que sobrevuelan un paraje típicamente irlandes en las fotografías en blanco y negro que cuelga sobre la cama. 

Básicamente en cualquier cosa menos en pensar en Luis, a dos metros escasos de donde ella está sentada, desnudo bajo una ducha caliente. 

Porque esta mal pensar en ello siquiera, aunque su mente traicionera vuelva una y otra vez a la misma imagen. 

Sus hijos, los que ha tenido con una mujer que solo lleva muerta treces meses están pululando por la misma habitación. 

Ha sido testigo hace no tanto rato de como Luis vacíaba todo el contenido de su estómago en una acera de Dublín. 

Ah, y por supuesto tiene novio. Jon. Eso también es importante que lo recuerde. 

Pero por más se esfuerza, por más que busca distraerse con otras cosas, es complicado, por no decir imposible, dejar de pensar en la última vez que estuvo con Luis en un hotel.

En las Vegas. 

La mañana que se casaron. 


EL PISO 33 (Hotel Bellagio, Las Vegas, Febrero 2022)

Despues de desayunar, devuelven el coche de alquiler y pasean el corto trayecto hasta el Bellagio, donde Universal les ha reservado habitaciones a ambos. 

Aitana bromea con que hace dos años le reservaron la suite del último piso, el treinta y seis,  y este año solamente en el piso treinta y tres y está convencida de que eso es indicativo de su valor en la discográfica, que decae año tras año. 

Luis se encoge de hombros. Él está en el piso veintitres y no cree que nunca vaya a ocupar la habitación del ático, pero no le preocupa especialmente.  

El vestíbulo cubierto de cristal del hotel está lleno de periodistas, así que por si acaso, entran por separado, Aitana se acerca primero a recepción y pide una copia de su llave, le pasan también unos cuantos mensajes de toda la gente que ha estado intentando localizarla esa noche. Discretamente los tira en la papelera más cercana sin tan siquiera mirarlos. 

Ponerse en contacto con toda esa gente que la busca, sería lo mismo que dar por terminada la aventura y ahora que han comprado una pequeña prórroga más allá del amanecer, no está para nada preparada para volver a la normalidad. 

Se siente algo ridícula cuando se detiene a unos cuantos metros del ascesor, fingiendo mirar un cuadro, esperando a que Luis también recoja su llave en la recepción. 

El desayuno, a la nata y el chocolate le añadieron también sirope, transcurrió entre bromas. Quizás las risas eran un poco más altas y agudas de lo que deberían, pero los dos querían quitarle un poco de peso a lo que acababan de hacer. 

El problema no es el matrimonio en sí, si no ha entendido mál las explicaciones de la recepcionista de la capilla, habría que hacer un montón de trámites para que el matrimonio fuera legal en España. 

En las pequeñas cosasWhere stories live. Discover now