Eva y sus 7 maridos (Completa [+18])

11 Amigos o Amantes

Quisiera ser hormiguilla y trepar por tu balcón para decirte al oído: Guapo, bonito y bombón.

Narrador omnisciente

Esa noche, mientras Eva cenaba con Román, Oliver tuvo un breve encuentro con Rosa. Esta última le reveló a medias sobre el inminente matrimonio de Eva, dejándolo completamente desorientado. Oliver quedó profundamente herido por esta noticia. Tanto fue así que expulsó a Rosa de la habitación y se obligó a beber.

EVA

—¿Eva, odias o amas a mi amigo? —me preguntó Román, sentado frente a mí mientras me miraba seriamente, sus ojos buscando respuestas en los míos.

—No, ciertamente no lo desprecio —respondí, tratando de mantener la calma.

—¿Y entonces? —apoyó sus brazos sobre la mesa, sus ojos fijamente me observaban, esperando una explicación.

Le respondí: —Es solo que me siento arrastrada por la situación —y lo vi hundirse en su silla con resignación, como si mis palabras confirmaran sus peores temores.

—Si odiaras completamente la idea de estar junto a mi amigo, hubieras huido —dijo Román, su voz suave pero firme. Por más que quisiera, no pude refutar sus palabras.

Me habló de sus fascinantes viajes por el continente mientras compartíamos unas copas de vino después de su llegada. En ese momento, reflexioné sobre lo poco que conocía a Stefan: sus gustos, disgustos, incluso su amigo de la infancia no parecía tener información sólida. Por más que preguntara a Román sobre ciertos detalles de mi prometido, sus respuestas resultaban vagas, como si hubiera algo que no quería revelar.

Cuando regresaba al anexo, recibí un mensaje urgente de Oliver solicitando un encuentro. Temí que fuera algo grave, así que desistí de entrar y me dirigí hacia el apartamento de Oliver.

—Gracias por haber venido, va a llegar un momento en el cual me odies —dijo Oliver, su voz arrastrada y sus ojos vidriosos. Pude notar que había estado bebiendo.

Murmuré con enojo, —Me marcho —y me levanté del sofá. Oliver intentó besar mis labios mientras se acercaba a mí y tomaba mi mano.

Sin embargo, me esquivé, colocando mis manos en el camino, y salí de su apartamento, sintiendo una mezcla de tristeza y alivio.

Semanas después

Esa tarde, extendieron varias mantas sobre la hierba y sacaron comidas y bebidas, creando un escenario encantador. Todo había sido idea de Rosa y Román. Mientras disfrutábamos del refrigerio, pude escuchar el sonido de unos tacones resonando en el pasillo que conducía al jardín. Era una mujer pelirroja, con el cuello adornado con costosas cadenas y el rostro impecablemente maquillado. La presencia de esta mujer perturbó a Stefan al verla.

Stefan se tensó visiblemente, sus ojos fijos en la mujer mientras ella se acercaba con una sonrisa enigmática. —¿Quién es ella? —pregunté a Rosa en un susurro.

—No lo sé, pero parece que Stefan la conoce —respondió Rosa, observando la escena con curiosidad.

La mujer se detuvo frente a nosotros, sus ojos recorriendo a cada uno de los presentes antes de fijarse en Stefan. —Hola, Stefan —dijo con una voz suave pero firme—. Hace mucho tiempo.

Stefan asintió, su expresión seria. —Sí, demasiado tiempo.

La tensión en el aire era palpable, y no pude evitar sentir una punzada de celos y preocupación. ¿Quién era esta mujer y qué significaba para Stefan?