Una niña rica y rebelde ante los ojos del mundo, pero en su interior encierra un macabro secreto de familia que terminará por alimentar en otros la codicia por el poder; un monstruo que devora su inocencia y convierte un ángel en demonio: El Proyect...
Emilio tomó el elevador tras abandonar su auto y dejó sus guardias fuera. Luego descendió él solo al primero de los tres niveles subterráneos con que contaba el fastuoso emporio, y adonde sólo ciertas personas tenían acceso; el área de laboratorios.
―Y entonces, ¿cómo va todo? ―preguntó al abrir la puerta de una de las cámaras rigurosamente cerradas.
―Todo según lo previsto, para la llegada del señor Abdul, ya ella estará lista.
Emilio sonrió y acarició una especie de cámara mientras observaba a través de un monitor la imagen de un cuerpo dormitando en su interior...
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―¡Ey, señorita! ―exclamó Tamy, alcanzando a Jamie justo antes de que abandonara la propiedad.
―¡¿De nuevo tú?! ¡Cielos... pensé que me había librado de ti anoche!
―Lo siento, pero es que precisamente anoche sucedió todo lo contrario; mi trabajo es seguirla y asegurarme que esté usted bien ―Tamy sonrió con autosuficiencia.
―Estoy perfectamente bien, y te aviso; no serás la primera ni la última niñera que intenta ponerme mi padre, como tampoco serás la que no pueda burlar como he hecho con los demás ―dijo la señorita Santemo y, sin más, se colocó sus audífonos y echó a correr, como solía hacer cada tarde, por los alrededores del condominio en donde residía.
"¡Rayos, niña estúpida!", pensó Tamy y echó a correr tras ella.
Luego de varios minutos, la chica detuvo la carrera y en su lugar inició a caminar. Tamy hizo lo mismo al llegar hasta ella, venía siguiéndola a pocos metros de distancia.
Jamie sacudió la cabeza y resopló. ―No me podré deshacer de ti, ¿verdad?
―Oh, no ―la otra se rio―. O bueno, sí; sólo si su padre me despide.
―¿Y piensas seguirme a todas partes?
―Obvio ―respondió la agente de seguridad, divertida por el tono de niña molesta que empleaba la otra.
―Te aviso que no soy fácil, eh ―Jamie se volvió a mirarla por un momento, pero rápido desvió la mirada, acelerando un poco el paso.
―Lo sé ―la agente también aceleró el paso, caminando a su lado.
―¿Qué tal si hacemos un trato? ―preguntó Jamie, deteniéndose de repente.
―¿Un trato?
―Pues sí, me explico... ―del reloj que Jamie llevaba en la muñeca emergió una musiquita un tanto fastidiosa, interrumpiéndola―. Oh, mierda... había olvidado la cita ―miró a su guardaespaldas―. Tienes menos de media hora para tener mi auto listo... Tengo que salir ―y tras estas palabras echó a correr de nuevo, pero en dirección a la mansión Santemo.
Tamy sacudió la cabeza, respiró hondo y echó a correr tras ella.
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