Capítulo 1

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Entra en la habitación de Sirius para despedirse. 

Lo envían de vuelta a los Dursley antes de tiempo. No quiere volver, pero ya no tiene muchas opciones, ¿verdad? .

Su única opción para escapar ha muerto. 

A Harry aún le duele el corazón por la muerte de Sirius. Sabe que el dolor no desaparece después de una semana, pero sería mucho más fácil si el dolor funcionara así. 

Harry pasa los dedos por las paredes de Sirius. Mira la habitación que se siente vacía y sin amor. 

Para ser justos, se había sentido así desde el principio. 

Sirius nunca había sentido amor por la habitación ni por esta casa. Odiaba todo lo que representaba, su infancia y su familia. 

Esto hace que Harry se sienta mal. Aunque Sirius esté muerto, no puede tener nada para recordarlo más que los recuerdos. 

No hay ninguna baratija o accesorio que Harry pueda conservar como recuerdo físico. No queda nada. 

Sirius se ha ido en todos los sentidos, excepto en el recuerdo, y Harry sabe que incluso eso se desvanecerá cuando se haga mayor. 

Se sienta en la cama perfectamente hecha de Sirius con un suspiro. El polvo sale volando y tose cuando le invade los pulmones. 

Estornudando, Harry mira la estantería llena de artefactos a los que Molly no había podido llegar. 

Sirius le había dejado sacar todo lo que consideraba oscuro de la casa, pero se ensañó con ella cuando intentó entrar en su habitación. 

Ahora que Sirius no está aquí para detenerla Harry sabe que los artefactos pronto desaparecerán también. 

Harry se levanta para mirarlos. Casi ninguno de ellos le llama la atención. Sus ojos sólo se fijan en un pequeño reloj de bolsillo dorado con una cadena. 

Se sube la mochila al hombro para tener las manos libres y abre el reloj para ver que, extrañamente, el reloj va hacia atrás en lugar de hacia delante. 

Harry intenta hacer girar las manecillas del reloj hacia delante hasta las once, la hora correcta. Sólo para que vuelva a girar hasta las seis. 

Harry sacude el reloj con frustración cuando hace un clic y una punta afilada sale de la parte inferior y se le clava en la mano. 

Se estremece y se quita la punta de la mano. 

Su sangre gotea por la parte inferior de la punta y llega al reloj. El reloj de bolsillo empieza a brillar y a temblar en la mano de Harry. 

Intenta soltarlo, pero la cosa está pegada a su mano. 

Sigue intentando quitárselo de encima mientras el reloj de bolsillo brilla cada vez más hasta que envuelve la habitación con su intensa luz. 

Cierra los ojos para no quedarse ciego. Una vez que la luz ya no se filtra en sus párpados cerrados, Harry abre lentamente un ojo. 

Y luego otro, sorprendido. 

Ante él hay un duende igualmente sorprendido. Harry voltea a la izquierda y a la derecha confundido sólo para ver que hay otros goblins en lo que parece una sala de reuniones que también lo miran. 

-Hola-, dice Harry aturdido, haciendo un pequeño saludo con la mano. 

-Hola-, responde el duende sorprendido con un saludo correspondiente. -¿Quieres decirnos tu nombre?-, pregunta el duende alto. 

Bueno, es alto comparado con los otros duendes.

-Yo soy Harry Potter y tú eres...-.

-Ragnuk-, responde, con cara de confusión, -¿estás seguro de que tu apellido es Potter?-.

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