"Y, recuerda Blake, por nada en el mundo debes juntarte con alguien de Slytherin."
Las palabras de Hagrid aún resonaban en la cabeza de la azabache, mas nada se podía hacer al respecto. El Sombrero Seleccionador ya había tomado una decisión: Blake P...
Desde la cocina de la casa de los Potter se podía escuchar perfectamente las voces de dos pequeños, Blake y Harry, quienes peleaban por el control remoto.
— Es mío Harry, dame el control —Blake quería muchísimo a su hermano mellizo pero cuando se trataba de ver la televisión, siempre olvidaba el amor que le tenía.
— No, Blake, es mi turno —contestó el azabache, quien era idéntico a ella, mientras tironeaba del otro lado del control.
Luego de una gran pelea, los mellizos decidieron mirar el mismo programa y dejaron de luchar. La paz reinaba nuevamente, o eso parecía.
Aproximadamente a las 15 pm, dos lechuzas comenzaron a golpear los vidrios de la cocina-comedor de los Potter. Lily, la madre de los mellizos, abrió la ventana para que las lechuzas no se hicieran daño. Estas revolotearon por toda la cocina hasta que tiraron arriba de la mesa dos hermosas cartas con un sello muy particular. Lily miró a su esposo, James, emocionada y juntos llamaron a sus dos hijos.
— Blake, Harry, vengan a la cocina por favor —. Cuando Blake y Harry pasaron por el umbral, Lily les hizo señas para que tomen asiento y, entonces, James continuó: — como ya saben, nosotros somos magos —los rostros de los niños se iluminaron mientras estos asentían— y, como también saben, su madre y yo fuimos a Hogwarts —Harry soltó un pequeño grito de emoción, Blake lo miró extasiada—. Estos sobres son para ustedes.
Los mellizos agarraron sus cartas y comenzaron a leerlas en silencio. La cara de ambos se iluminó y, cuando terminaron de leerlas, dieron saltos alegremente mientras se abrazaban. La felicidad de Blake y Harry era inmensa y eso hacía muy feliz a sus padres.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
9 de julio de 1991.
Blake se levantó entusiasmada, hoy era el día en el que irían al callejón Diagon con sus padres y su hermano para comprar todos los materiales necesarios para su primer año en Hogwarts.
La azabache se dirigió a la habitación de su mellizo para ver si ya estaba despierto. Al entrar, se encontró a un Harry plácidamente dormido
— Levántate Harry, dentro de media hora nos iremos —dijo suavemente Blake, logrando que éste se moviese un poco para quejarse.
— Por favor, un ratito más —espetó el pelinegro cubriéndose hasta la cabeza.
Su hermana amablemente le acomodó la ropa en la punta de la cama y lo destapó, abandonando la habitación para que Harry pudiera cambiarse.
Harry abrió los ojos y se levantó perezosamente de su cama, se desvistió tropezando un poco y luego se puso la ropa que Blake había elegido para él. Una vez cambiado, bajo las escaleras y caminó hasta la cocina para desayunar algo rápidamente.
Quince minutos después, la familia Potter se encontraba frente a la gran chimenea que había en el living. Cada uno agarró un poco de polvos flú y, en menos de lo que se lo imaginaron, aparecieron en un callejón lleno de negocios y personas que compraban materiales desesperadamente.
