No tenía con quien conversar, Liam estaba haciendo las compras por Niall en el centro del pueblo, porque éste aún estaba en cama por petición específica de Harry para descansar un poco por el shock de frío. Casi mordiéndole el brazo cuando dijo que se quedara quieto por una vez en su vida.

Una sonrisa se le apareció en los labios cuando recordó cómo Tom había ido a dejarles el desayuno en la mañana y su expresión. Oh, sí, fue maravilloso.

Con Harry desnudo entre las sábanas y Louis ya vestido y aseado, encima de él repartiendo besos por su rostro y con su cabello de recién follado.

Así le quedaba claro que no tenía oportunidad con Harry ahí.

Mientras estuviera.

Guardó la daga aburrido, sus ojos cayendo en el anillo con un rubí incrustado.

Alzó las cejas con una idea en su cabeza para pasar el rato. Hoy en la mañana Louis le había pasado un puñado de monedas para que se comprara lo que quisiera. Quizá lo hiciera para no morirse de aburrimiento.

Y caminó hacia el puesto de joyas que se encontraba al aire libre y que nunca había visitado antes en este pueblo.

Mordió su labio, indeciso entre el anillo de metal con una hermosa rosa de plata o el que era uno simple, pero con un lindo grabado en algún idioma que aún no sabía cuál era. Sin embargo, sus ojos cayeron en un collar simple y lindo.

Uhm, ahora que lo piensa, siempre veía a Louis ocupar una pequeña cadena de oro, pero siempre la misma. Quizá, no sabía si se atrevería, pero, ¿quizá se la podría comprar?

Lo hizo antes de poder arrepentirse, dándose cuenta que le alcanzaban las tres joyas con el dinero que Louis le había dado. Se sintió raro cuando las compró, casi antinatural dándole dinero a alguien a cambio de cosas.

Pero lo hizo con su respiración un poco acelerada y mirando a la señora de agradables arrugas de sonrisas, sus ojos vagando por sus hijos en trapos viejos y jugando con muñecos sucios más allá.

Se preguntó cuántas comidas de familias robó con una simple joya en el pasado. Pero suprimió la culpa fácilmente.

Cuando se giró para volver a su lugar para esperar a Louis con las joyas en su bolsillo, chocó contra algo firme y casi de su misma altura, soltando una maldición por lo alto.

—Ten más cuidado, tú—Harry alzó la mirada con el ceño fruncido, su frase a medio decir por la sorpresa de encontrarse con un guardia real.—Mierda.

No, no, no. Tenía una suerte de mierda.

El hombre era alto, más que él, igual de ancho, pero tenía una deficiencia en contra de Harry, igual que los dos atrás suyo que estaban con el mismo objetivo, sus armaduras eran jodidamente pesadas.

Y cuando se dispuso a correr, esquivando la mano de hierro con dificultad, teniendo que empujarlo fuera de él con la adrenalina fluyendo en cada extremidad, se preguntó cómo demonios después de cuatro años seguían buscándolo.

—¡Alto! —Harry miró hacia atrás, por un segundo, viendo cómo los guardias corrían hacia él, su cuerpo chocando con algunas personas mientras seguía de vuelta. Por más que le gritaran, no pensaba parar.

Miró hacia el frente nuevamente, esquivando a las personas lo mejor que podía, pasando a botar una muestra de arcilla, demasiado preocupado por su vida para pedir perdón y con su respiración acelerada por el miedo.

Si doblaba bastante, los podía perder, quizá podía llegar al barco, pero entonces los estaría atrayendo hacia otra cosa terrible. Su mejor opción era perderlos solo, como siempre hacía, distrayéndolos y poniéndoles obstáculos en el camino.

The Weight of The Water (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora