1. 𝕂𝕒𝕨𝕒𝕜𝕚

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               カワキーカワヒマ

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Los sonidos mínimos eran molestos a su sensible tímpano

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Los sonidos mínimos eran molestos a su sensible tímpano. Incluso estando pisos arriba de la calle.

Sus labios, resecos y quebrados, fueron humectados con su propia saliva.
Su instinto llevó su muñeca hasta su mentón. La cabeza le daba vueltas y a sus oídos llegaba un agudo pitido, que no lo dejaba reaccionar.
Sus párpados luchaban por separarse. Parecía que alguien los habían pegado. Mientras trataba de enfocar algo con lo poco que los tenía abiertos. Pero la luz lo molestaba, lo encandilaba.

Sabía, de antemano, que un solo movimiento bastaría para que, de su boca, saliera todo lo que tenía dentro de su estómago. Y aún así, siendo consciente, trató de sentarse sobre la cama, con ligereza.
Aunque fue inútil; sus mareos eran constantes y las náuseas lo abordaban por completo.

– Hasta que te despiertas, briago – sin llamar siquiera a la puerta, su compañero de cuarto entra a la habitación – Ten, este es un brebaje que mi tío el alcohólico me recomendó cuando tuve la edad para tomar.

La bebida de extraña procedencia estaba muy a su alcance.
Kawaki observó con miedo, aquella bebida de color verde fluorescente incluso burbujeaba.

¿Es que acaso quería matarlo?, ¿envenenarlo?.

Mala elección fue la que hizo al olerla antes de confiar en el juicio de su amigo sobre la bebida y beberla.

Corrió sin dudar hasta el cuarto de baño, se inclinó sobre el inodoro y vomitó cada porción de lo que había comido y bebido la noche anterior. Inclusive la comida y hasta el almuerzo de aquel día.

– Seguro que la pasaste bien con aquella chica – le dijo el castaño cuando acabo de vomitar hasta su alma.

– ¿Por qué lo dices? – le interrogó, ya que no comprendía nada – ¿Cuál chica?.

Su contrario le pasó un espejo de mano.

Su confesión se extendió cuando por toda su cara y labios se esparcen marcas de labial rojo.
Y no eran solo marcas. Se notaban a la perfección la forma de unos labios.

Y eso significaba que, él había besado a alguien y esa otra personas había correspondido.

– ¿No recuerdas nada? – sinceramente, Code estaba más que decepcionado.

𝐏𝐔𝐄𝐃𝐎 𝐒𝐀𝐁𝐄𝐑...? • ᵏᵃʷᵃʰⁱᵐᵃWhere stories live. Discover now