¿Cuál era su intención?

—Se cuidarme solita, ya había matado a tres de los hombres cuando apareciste y habría acabado con el último sin tu ayuda —admití—. No me buscarán allá donde voy, nadie lo hará.

Dudaba que Declan me buscara, él quería deshacerse de mi ofreciéndome a otra familia, simplemente le había ahorrado el tener que hacerlo y además, ¿Cómo iba a creer que iría en busca de los antagónicos? Para eso deberían creer que no estaba bajo los efectos del azambar y eso era algo difícil de creer incluso para él que era quien lo fabricaba.

—¿Dónde pretendes ir, Andra? —preguntó seguro de que le daría una respuesta, quizá por la misma razón por la que estaba seguro de que le mataría después.

¿Qué más da si le contaba la verdad?

—Solo existe un lugar seguro y es junto a los antagónicos —admití sin reconocer que únicamente les quería para encontrar a mi hermana Amara, aunque también eran los únicos que luchaban contra el sistema que tuviera constancia.

—¿Eres una de ellos? —reclamó.

—No —negué—, pero lo seré.

Oí como resoplaba y ladeaba la cabeza para observarme.

—Es imposible encontrarlos, morirás antes de hacerlo Andra, nadie sabe donde se ocultan y te aseguro que hemos analizado palmo a palmo cada hectárea sin que haya rastro alguno de su presencia.

Sus palabras no mitigaban mi firmeza. Quizá porque no tenía otra opción más que la de hallarlos o porque abandonar no era algo que me hubieran inculcado, sino que debía luchar hasta el final a pesar de las adversidades. Había llegado hasta allí por increíble que fuera, no pensaba abandonar solo porque un imbécil como él deseara que lo hiciera.

—También era imposible que conservara mi voluntad tras inyectarme el azambar y aquí estoy apuntándote con un arma —contesté mientras se la clavaba en la nuca—. No me subestimes comandante Ryan porque no tienes ni idea de lo que soy capaz.

Había frenado su paso como si esperase su sentencia y que en cualquier momento apretase el gatillo.

Debería hacerlo, realmente no le debía nada a ese hombre, ni siquiera una despedida o algo más allá que no fuera un «por ahí te pudras» después de lo que me había hecho.

—Déjame que lo descubra —mencionó atrayendo mi atención—. Déjame acompañarte y asegurarme de que llegas sana y salva.

—Dirías cualquier cosa para que no apretara el gatillo y así salvar tu pescuezo.

—No —negó dándose la vuelta lentamente sin tratar de arrebatarme la pistola. A pesar de tenerle frente a frente sujeté el arma con fuerza mientras le miraba y juzgaba al mismo tiempo—. Podría haberte quitado el arma desde que me apuntaste con ella, pero no quise hacerte daño. Podría habértela robado en cuanto entramos en el bosque, pero quería saber tus intenciones y podría quitártela ahora, pero no quiero que pienses que no tienes el control de la situación.

Reí ante sus palabras.

—¿De verdad crees que me voy a tragar lo que dices?

En un movimiento sentí el golpe seco en mi brazo, el arma cayó al suelo y sentí como me sujetaba la nuca mientras su nariz rozaba la mía y me rodeaba con el otro brazo la cintura tratando de apresarme ambos brazos para que no pudiera moverlos y forcejear para deshacerme de su agarre.

Tarde. Había cogido mi cuchillo antes de que pudiera hacerlo y la hoja apuntaba su abdomen.

—Tal vez tengas más fuerza, pero nunca serás más rápido —dije con una sonrisa cínica y él sonrió, pero de forma sincera.

—Tienes razón, pero te acompañaré de todos modos.

—¿Qué te hace pensar que no clavaré la hoja de mi cuchillo en tu carne? —exclamé alzando una ceja—. Sé que solo quieres acompañarme para descubrir el lugar donde se esconden los antagónicos, para ir con tu gente y matarlos a todos.

El silencio por su parte duró varios segundos, los suficientes para saber que estaba pensando su respuesta.

—Desde el primer instante que te vi supe que eras distinta. No sabía porqué, no comprendía el porqué, ahora lo sé —admitió—. Vivimos en un mundo sin esperanza, sin albergar ningún tipo de cambio respecto al sistema, después de ver con mis propios ojos que el azambar no hizo efecto en ti sé que esa esperanza existe y que merecerá la pena morir por ella.

Realmente no sabía si aquello era un discurso preparado para convencerme o que realmente sería capaz de pensar algo similar.

«No le creas Andra. No creas ni una sola de sus palabras porque diría o haría cualquier cosa con tal de encontrar a los rebeldes para masacrarlos»

—Está bien —admití sabiendo que en el fondo estar a su lado me convendría en caso de ser interceptada.

¿Qué más da si le mataba ahora que cuando encontrara a los antagónicos? Tal vez ellos le mataran, aunque ese era un placer que prefería hacer yo misma teniendo en cuenta lo que me debía.

—¿Me dejas acompañarte? —preguntó incrédulo.

—No, no te dejo acompañarte. Serás mi prisionero hasta que ya no me sirvas —contesté aferrando firmemente el cuchillo cuya punta se hundía levemente sin clavarse en su abdomen.

Sus ojos me miraban fijamente, la tensión era palpable y a su vez podía observar como aquellos ojos se oscurecían levemente mientras me estudiaba sigilosamente. Entonces recordé sus palabras cuando creía que estaba sometida al azambar.

«Eres realmente hermosa pequeña rebelde, es una pena que no pueda probarte»

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Oioioioioi que esto se está poniendo interesanteeeeeeeeee.
Comandante Ryan, yo que tú me estaría quietecito porque Andra no se las gasta con chiquitas y no dudará ni un segundo en sacar las garras.
Por otro lado, ¿Que pensáis que habrá hecho Declan al llegar a casa y comprobar que la mujer que conoce como Java no estaba?, ¿Se volverá loco buscándola?, ¿Lo dejará estar? Uuuuhhhhhh no se yo que hará....
Y finalmente la gran pregunta será... ¿Existirán realmente los antagónicos y los encontrarán?

 ¿Existirán realmente los antagónicos y los encontrarán?

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