Capítulo 46. Soy nada sin ti

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—Idiota— comencé a llorar mientras me lancé sobre él, abrazándolo con todas las fuerzas que me habían quedado—. ¿Estás bien?— Me alejé quejándome el rostro, notando sus labios morados y su piel igual de congelada que la mía.

—¿Qué haces aquí, Milla?— preguntó mientras se sacó la chaqueta para cubrirme con ella y protesté.—¿Cómo se te ocurre ...?— se quedó callado en cuanto notó lo mucho que temblaba.—Encontré una cabaña aquí, creo que es mejor pasar la noche allá que intentar a regresar.— dijo mientras no paraba de mirarme.

Unos segundos después me había cargado entre sus brazos y empecemos a caminar hacia el lugar que él había encontrado.

—Milla— dijo mientras caminaba—, por favor, nunca más en tu vida pongas tu vida en riesgo por alguien. — añadió en voz temblorosa.

—A veces dejemos de pensar racionalmente.— negó con la cabeza—El amor sí justifica las locuras.— proseguí y una sonrisa se dibujó en su rostro.

Poco después hemos llegado a la cabaña de madera que él había encontrado. Noté el calor que había dentro y al instante reaccioné positivamente.

—Dame tu celular, voy a intentar llamar a tus padres para que estén tranquilos.— dijo mientras me acostó sobre la cama al lado del fuego.

—No hay señal aquí.

—Si lo hay— me rostro el radio que había. — Al parecer sí lo hay.

—No te me pierdas otra vez — le grité cuando lo vi alejándose.

No sé cuánto tiempo había pasado pero poco a poco mi cuerpo se había recuperado.

—¿Estás mejor?—lo escuché decir cuando volvió a la casa y se sentó a mi lado en frente del fuego, extendiendo sus manos hacia él para calentarse.

—Sí, mucho mejor.— afirmé mirándolo. —Íker...— susurré luego de unos varios minutos de silencio.

—Creo que es hora de que hablemos— habló girándose hacia mi y agarrando mi mano entre las suyas.—Milla...— bajó la cabeza—Tal vez no hice las cosas bien pero en ningún momento dejé de quererte y mucho menso quise dañarte.— volvió a mirar a los ojos.— Me quise aliviar de ella lo más rápido posible y esa era la única salida, todas las demás llevaban bastante tiempo. En ningún momento pensé en regresar con ella y me daba asco cada momento en el cual debía agarrarla por la mano o abrazarla o sentir sus manos sobre mí...—prosiguió— Simplemente después de lo que ella me hizo en el pasado no puedo aguantar sus toques.

—¿Pasó algo más entre ustedes?— cuestioné.

—No, no soy semejante idiota.— sonrío. —¿Cómo crees que podría estar con otra mujer cuando tú estás aquí?— señaló su cerebro. —Y aquí— señaló su corazón. —Y bueno, y en otras partes...— sonrió pícaro.

—Cerdo— saqué una risa.

—Milla...— se acercó más a mí, tocando mi mejilla con dedos de manera tierna y delicada—Dudo que podré ser un romántico incurable como una vez lo fui pero esto porque con los años cambié mi personalidad pero esto no quita que yo quiero amarte con la mejor versión de mi.— depositó un mechón de mi cabello después de la oreja.—Nunca me imaginé que un día llegaré una tormenta en mi oficina, una tormenta que aparte de hacerme líos será la que ordenará mi pasado. —acarició su rostro más al mío creándome unas sensaciones particulares.—Eres la única con la cual me quiero arriesgar el corazón.— afirmó y su respiración chocó sobre mi mejilla cálida por culpa del fuego que nos acompañaba.

Sus labios aún fríos se unieron a las mías y un mundo de sentimientos de felicidad se apoderaron de mí. Sus labios rozaban los míos y su lengua exprímala todo el deseo y todo el daño que nos habíamos hecho durante tanto tiempo.

—Te quiero mucho— murmuró entre nuestros labios mientras pasó sus labios lentamente por mi cuello.— Quiero que seas mía— dijo como pidiendo permiso, momento en el cual pasé mis dedos por la piel de su cuello hacia su pecho.

—Te quiero mucho también— susurré y volvimos a fundirnos en un nuevo beso, pero esta vez más profundo, seductor y retador.

Nuestras ropas cayeron al suelo una por una mientras disfrutábamos de la piel del otro con caricias envueltas en paz y amor.

Sus manos se deslizaban por mis caderas cada vez con más fuerza, mientras que su cuerpo aplastaba mis pechos y mi abdomen, haciéndome sentir su erección palpitando entre mi entrepierna.

—Eres preciosa— susurró contemplándome por unos segundos —Pero te falta algo— sonrió. —Una chispa— añadió antes de bajar su boca lentamente, saboreando cada pezón hasta que llegó a mi feminidad hacia la cual se apoderó fuertemente, haciéndome retorcer de placer.

—¡Dios!— gemí, mientras su boca y sus dedos se envolvían cada vez más en mi interior, haciéndome temblar y haciéndolo a él agarrarme por la cintura para no moverme tanto.

Volvió a besarme los labios y lentamente se introdujo dentro de mí, con paciencia, atención y mucha suavidad, haciéndome disfrutar de cada centímetro que me llevaba por dentro. Clavé mis uñas en su espalda más fuerza con cada embestida suya. Mi garganta estaba seca, la voz se me había ido y solo había quedado el anhelo y las gotas de sudor que nos envolvían.

Mis caderas chocaban cada vez más fuerte hacia su cuerpo, nuestros movimientos frenéticos pasaron cualquier normalidad y nuestras respiraciones estaban cada vez más alteradas, anunciando el clímax hacia el cual nos acercábamos...

Nuestros labios se unieron en un último beso que nos hizo temblar a los dos de manera incontrolable cuando mi calidez con la suya explotaron, haciéndonos quedar sin fuerza y aliento.

Se acosto a mi lado y atrajo hacia su pecho. Sus respiración agitaba hacia qué su torso de veía aún más masculino de lo normal.

Sus dedos aún pasaban con lentitud por mis hombros hacia mi cintura.

—Eres lo que jamás aguantaría perder en esta vida...— afirmé.

—Soy nada sin ti — sonrió y me depositó un beso en la frente.

Te conozco x los zapatos ©®  حيث تعيش القصص. اكتشف الآن