Pues es un trabajo muy dignomurmura él.

— Sí, una pena que sea atea y jovenle sonrío y agito la mano a modo de despedidaNos vemos mañana, ¡os quiero!

— ¡Cuídate! — escucho que exclama mi madre antes de cerrar la puerta principal.

Fuera ya siento como Gina me fulmina con la mirada y mientras me subo a su coche le pido perdón, cosa que al principio no es suficiente, pero cuando le prometo invitarle a todas las copas que quiera acepta mis disculpas con una sonrisa.

De camino tal y como tenía previsto me maquillo para parecer un poquito más mayor, no quiero pasar otra vez por el mal trago de que los clientes se me queden mirando en un intento de descifrar si soy menor de edad y me están explotando laboralmente.

Llegamos a Krobar, un boliche muy conocido en la zona y entro velozmente rezando por que el jefe todavía no haya aparecido y que consiguiente haya notado mi ausencia.

Llego a mi puesto de trabajo, o sea detrás de la barra, y después de que Frido, mi compañero de trabajo, me guiñe el ojo asegurándome que no le dirá a nadie el pequeño retraso, me centro en realizar mi tarea.

٭٭٭

El local cada vez acoge a más gente con el correr de la noche y todos ellos en algún momento pasan por la barra, ocasionando algún momento de agobio para ambos camareros.

sincronicidad; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora