10. Confesión, Pollo frito en góndola y Penitencia.

Start from the beginning
                                    

Al otro lado del teléfono, Jon guarda silencio y los gruñidos de la madera vieja le recuerdan por qué tiene tantas ganas de volver a su lado. 

De modo que empieza a hablar. 

Empieza por el principio. Por una mujer demasiado joven que lo tenía todo y aún así se sentía vacía. 

Incluso vuelve más atrás y le habla de un amor al que las circunstancias y la inexperiencia habían ahogado demasiado pronto. 

Pasa de puntillas por esos capítulos que más la avergüenzan, de mezquindad y de creerse demasiado importante. 

Explica, por encima, una noche perfecta que tenía que haber sido una despedida, pero no lo fue. 

Y llega, por fin, a todo lo que ha sucedido desde que ha llegado a Cong. 

Jon la escucha en silencio. 

Cuando por fin deja de hablar, Aitana traga saliva y espera su respuesta. 

- ¡Pobre hombre!

Aitana no saber si sorprenderse o irritarse porque el primer comentario de Jon después de todo lo que le ha contado sea de lástima hacia Luis Cepeda. 

Tampoco está muy segura de si se refiere a todo lo que le ha pasado en los últimos meses o a lo que Aitana le hizo en el pasado. 

- SÍ, pobre hombre- repite masticando las palabras.

Pero Jon la conoce demasiado y cuando vuelve a hablar hay una nota de reproche en su voz. 

- No puedes culparle por estar furioso, Aitana. 

En un instante, fugaz, Aitana vuelve a tener diecinueve años y odia a Luis por ser vítima de sus vaineves y a Jon por señalárselo. 

- Tenemos mucho que hablar, Aitana. 

Odia su voz sensata, como si estuviera hablando a una niña. 

- Pero supongo que para arreglar este desaguisado deberías empezar por pedir perdón. 

Aitana empieza a decirle que ya se ha disculpado por mentirle, pero a mitad de la primera frase se da cuenta de que Jon se refiere a otra persona a la que le debe una disculpa. 

Aunque está bastante segura de que ya le ha pedido perdón a Luis. 

O no. 

Odia, también, que Jon tenga razón. 

La idea de pedir perdón, de forma sincera y no para obtener un fin, la acompaña mientras se ducha y se viste, mientras desayuna y en cada uno de los pasos entre su hotel e Innisfree. 

Aitana cruza de nuevo la puerta de la antigua iglesia con ojeras y el aire culpable de una niña que tiene que pedir perdón por una travesura.

Pero el ambiente esa mañana no tiene nada que ver con el lugar tranquilo que la recibió el día anterior, partos felinos aparte, sino que está lleno de turistas americanos a los que delatan las cámaras colgadas del cuello y los calcetines blancos de deporte asomando bajo los pantalones chinos.

Se acerca a la barra e intenta llamar la atención de Lenora que no para de servir cerveza caliente tras cerveza caliente sin dejar de sonreír en ningún momento. 

Cuando por fin se acerca a Aitana, sin embargo, no hay rastro de sonrisa.

- Tú- la señala con un dedo acusador- ¿me puedes explicar que mosca le ha picado al jefe?

Aitana se remueve incómoda en el asiento e intenta pensar en una excusa a toda prisa. Duda mucho que Luis le haya contado la verdad a la camarera por muy cabreado que esté.

En las pequeñas cosasWhere stories live. Discover now