Capítulo 2: Desconocidos en casa

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Me desperté, estaba normal como si nada hubiese pasado. Revisé mi móvil y vi que tenía cinco llamadas perdidas de mi madre.

Intenté llamarla otra vez, pero no contestó, estaba nerviosa, preocupada por mi madre ¿Dónde estará? ¿Estará viva? Tenía muchas preguntas en mente, pero no podía hacer  nada, intenté pensar en positivo.

Luego pensé, ¿Entonces porque me llamo? Puede que consiguiera salir.

Bajé a la cocina, tenía hambre y comí los macarrones que no me terminé ayer.

Encendí la televisión y puse los informativos, esperé a que dijeran que todo se solucionaría, pero no.

Pusé todos los canales y en ninguno había señal, eso me preocupo mucho, si nos dejan sin señal no sabremos cómo va todo.

Cogí el móvil y tampoco tenía señal ¿Nos han dejado sin comunicación? Esto no puede ser.

Salí de casa, con el cuchillo en mano y me fui directo a un supermercado, seguro que si esto iba a peor necesitaría comida, agua y todo lo que sea posible.

El local estaba vacío, no era el típico supermercado grande, era más o menos mediano. Hice ruido para ver si había algún zombi, pero nada sucedió así que entré con el cuchillo en mi mano.

Me fui directo donde estaba la comida en lata y cogí toda la que pude, después cogí agua y luego unas linternas con pilas, nunca se sabe si las necesitaré.

De pronto me acordé de mis amigos, ¿Estarán bien? Solo había una manera de saberlo, decidida me dirigí a la casa de Max.

No vivía muy lejos de ese supermercado así que llegué rápido. Empecé a mirar por todos lados, esto de encontrarme un zombi cara a cara me daba miedo. Me acerqué a la puerta y la golpeé esperando que alguien me abriese.

-¿Hay alguien en casa?- pregunté golpeando la puerta

Nadie contestaba así que decidí entrar por mi propia cuenta, me dirigí a la ventana y me asomé.

Dentro se veía mucha sangre y destrozos, en ese momento no me lo creía. Abrí la ventana y entré con el cuchillo en la mano. Poco a poco subí las escaleras, arriba se escuchaban ruidos.

Esos ruidos provenían de la habitación de los padres de Max, abrí la puerta con delicadeza y me los encontré trasformados en zombi comiéndose a alguien. En ese momento cerré la puerta de golpe.

Mi respiración aumentó de golpe, no sabía si quedarme o marcharme lo más rápido posible. No alcancé a ver quién era el cadáver, solo espero que no sea Max.

Esa casa me producía muchos recuerdos de la infancia con Max, cuando rompimos la ventana o cuando rayamos toda la pared de su habitación. No pensaba enfrentarme a los padres de Max, pero antes de irme quería entrar en su cuarto por última vez.

Entre con el miedo de que estuviese convertido en zombi, me lo encontré asustado en un rincón de su cuarto. Cerré la puerta y lo abracé los más fuerte que pude.

-¿Estas bien?- le pregunté casi llorando

No me contestaba, aún estaba asustado.

-Max, tranquilo, estoy aquí soy Paula- le dije sonriendo

Al oír mi nombre me miró a los ojos y me abrazó llorando.

-Mis padres están infectados, tienen a mi hermana- dijo Max llorando

Me quedé de piedra, nos teníamos que ir de allí.

-Max, mírame a los ojos, no llores más, tenemos que irnos de aquí ya- le dije

Diario de una supervivienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora