Capítulo 29: La Llamarada de Lucifer

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            —Más rápido. Estás muy lenta —me dice agitado entre cada estocada. Logro detener el golpe de espada que llega a mi izquierda, pero no el del costado, que me corta cerca de las costillas. Grito de dolor.

            —¡Peleas como niña! —grita Qito. Soy una niña, pienso, pero no lo digo.

            Vin para unos momentos para revisar la herida. Toca con sus dedos y los observa manchados de sangre.

            —¿Puedes seguir?

            —Sí, claro.

            Comenzamos de nuevo. Yo doy el primer golpe y Vin logra defenderse, pero aun así logro cortar cerca de su oreja. Sangre emana de la herida.  Suelto la espada y me apresuro a cubrir el corte sangrante con dedos temblorosos.

            —Lo siento, lo siento. Debí de ser más cuidadosa, lo siento —murmuro con culpa. Un chorro de sangre escurre desde mejilla hasta el cuello.

            Vin ríe débilmente y limpia la sangre con el trapo que le lanza Qito. El mismo lo amarra entre su oreja y cubre por completo la rajada. Aprieta con fuerza.

            —No importa, lo hiciste muy bien. Sólo que necesito que uses tus dones, es lo que tienes que practicar.

            —Pero no sé cómo usarlos, ni cuáles tengo —replico.

            —Piensa en cosas malas, Cassie. Como el sexo —comenta Qito con una sonrisa—. A menos que te guste, entonces no sería tan malo…

            —Cállate.

            Vin regaña a Qito con la mirada y me observa con seriedad.

            —¿Qué es lo que sientes cuando la bruja se escapa? ¿Qué vez en esos momentos?

            —Siento mucho dolor y ardor por todo mi cuerpo. Y fuego, como si estuviera ardiendo dentro de mí, quemándome desde dentro. Algunas veces siento como si mis huesos estuvieran rompiéndose y otras suelo sangrar de los ojos y boca. Siempre veo como una oscuridad, cerniéndose alrededor de mí, casi impidiéndome ver nada más. Es…

            —Horrible, lo sé. Bueno, eso que sientes, es lo que debes de proyectar  cuando luchas. Recuerda esos oscuros momentos y trata de dejarlos salir, así tus dones serán liberados poco a poco.

            Asiento con la cabeza, pero no estoy muy convencida. Cuando Vin se posiciona en su lugar y levanta el arma en alto, es casi como si el momento estuviera deteniéndose. Veo la espada alzarse y también los ojos de chico hacerse más chicos conforme de concentra, pero lo que acapara mi atención es el fuego oscuro que me rodea, la sensación cálida pero no asfixiante que me calienta.

        Oigo la voz calmante de Sademira dentro de mi cabeza, pero lo único que distingo es: arde, arde, arde. Y cuando mis ojos conectan con los de Vin, logro ver mi reflejo en sus pupilas y no me veo a mí, sino a una chica con ojos de fuego y sonrisa siniestra.

        Y luego, Vin cae de rodillas en el suelo. Sé que grita, porque tiene la boca abierta y su rostro está desfigurado en agonía, pero no entiendo por qué lo hace y tampoco escucho nada. Un pitido molesto retumba en mi oído y noto por el rabillo del ojo a Qito corriendo hacia Vin, envuelto en sombras alargadas.

        Y no me doy cuenta de lo que pasa hasta que veo la piel enrojecida de Vin. Y de su boca sale flamas, que escurren hasta su pecho.

        Vin está ardiendo por dentro.

Princesa de las Tinieblas (Herederos del Infierno #1)Where stories live. Discover now