41. Bajo la luz eterna

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Se había escurrido de la reunión al techo de la terraza para tener un momento privado, consigo mismo.

Faztes concluyó que no había caso en forzar a Ovack a cumplir con la etiqueta, así que se marchó. No obstante, Aluxi permaneció en su lugar. Como si quisiera acompañarlo en silencio. Por un largo rato, ninguno de los dos dijo nada.

—Es hermosa ¿no crees? La luna —dijo Ovack de pronto, la mirada aún prendada del cielo—. Supongo que esto es... Así es como se siente.

—¿Qué? —inquirió Aluxi.

—Estar enamorado.

Aluxi lo contempló con una clara expresión de conmiseración y cierto relajo, como si no pudiera tomarse en serio esas palabras.

—Ovack... príncipe —se corrigió. Ovack sonrió ante la mención de su nuevo título—, tú no sabes nada de estar enamorado —dijo.

—Claro que lo sé —repuso él con decisión—. Amo mi hogar, mi mundo y mi deber. Nunca amaré a nadie o nada más de lo que amo estos tres pilares. Tú crees que estoy diciendo puras idioteces porque soy un mocoso de mierda. Pero yo creo que entiendo esto mejor que tú.

De nuevo un silencio apacible se adueñó de esa escena.

—No creo que seas un mocoso de mierda —dijo Aluxi por fin y no agregó más. Luego se unió a la contemplación de aquella hermosa luna plateada.

Nunca había escuchado a Ovack hablar tan apasionadamente. Era él, en definitiva. Pero su compostura era distinta. Carecía de esa máscara con la que mantenía regulada sus emociones. No se preocupaba tanto por esconderse. Era más bien un manojo de sentimientos a flor de piel.

Y sí... Podía sentirlo. Era imposible no hacerlo. Estaba enamorado. O algo bastante parecido a eso. Era una emoción intensa, profunda, abrasadora. Estaba expectante por el futuro. Percibía su fe... Su fe por las promesas del Creador del cual había escuchado desde que podía recordar. Estaba dispuesto a entregar todo lo que le pidiera, sus pertenencias más preciadas... su propia vida con tal de cumplir con su deber.

Estaba enamorado de su misión, de la travesía para cumplir su juramento, de su mundo. Y la materialización de estos sentires que lo desbordaban se encontraba anclada en el cielo eterno de esa noche estrellada. Siempre estaría allí, su luna onírica.

Y su corazón latía solo por ella.

Y su corazón latía solo por ella

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Aquel escenario se desvaneció. Sentí que fui conducida a través de un canal invisible hacia otro momento. Dejé de cuestionar lo que estaba sucediendo, y decidí solo dejarme guiar a través de esa historia. Dejar que me mostraran lo que necesitaba saber.

De pronto, reaparecí en un lugar diferente. Era un complejo extenso, de varias plantas entrelazadas por jardines y parques. En mi mente se asentó la certeza de que se trataba de un centro educativo. Era un liceo para nobles.

Plenilunio (versión revisada)Where stories live. Discover now