Capitulo 2 "Sueños siameses"

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- ¿T-toothless? -Hiccup reconoció a su dragón frente a él, pero no podía salir de su sorpresa. Lo que tenía en frente no era más un dragón: se encontraba frente a un hermoso ser humano.

Un hombre joven y bien parecido. Quizá un par de años mayor que él. Le sacaba una cabeza de estatura al joven entrenador de dragones. Lucía fuerte, no precisamente musculoso, pero con un cuerpo varonil bien tonificado. Una inmaculada piel nívea, sin más variación de color que unos cuantos lunares en el cuello y un ligero rubor rosado en las mejillas. Un rostro masculino, simétrico y hermoso… proporciones justas, como si hubiera sido tallado por un gran artista. Tenía cabellera negra y brillante, como las escamas propias del Night Fury, pero definitivamente no su textura. Se trataba de cabellos sedosos que se movían hermosamente al compás del viento, recordando a esas bellas alas que el dragón solía tener. Sus ojos eran casi exactamente iguales. Era como si simplemente hubieran puesto esos poderosos y felinos ojos verdes de dragón en un iris humano. Los rayos del sol chocaban contra ese par de joyas, arrancándoles destellos en hermosas tonalidades verdes y doradas.

Hiccup no podía creer lo que veía. Era glorioso. No se había llevado una impresión visual tan fuerte y tan gratificante desde aquel día en que su dragón lo llevo a conocer las nubes del atardecer por primera vez. La experiencia aumentó cuando el joven frente a él lo tomó por la cintura, pegando sus cuerpos, acercando peligrosamente sus rostros.

El Night Fury no decía nada, solo mantenía una sensual sonrisa ladeada. Comenzó a frotar sus narices tiernamente, mientras le clavaba esas penetrantes joyas verdes de cerca, permitiéndole captar cada detalle de sus pupilas, cada destello de color. Poseían una extraña fuerza que robaba el aliento. Eran una mirada tóxica, que hacía sentir como el aire de sus pulmones era reemplazado por la poderosa aura que emitían esos ojos.

- I-increíble... –El joven entrenador de dragones quedó boquiabierto, situación que el Night Fury aprovechó para unir sus labios, e introducir su lengua dentro de la boca de Hiccup. Fue entonces cuando lo sintió…

Una cálida y húmeda lengua dragoniana le lamía el rostro. ¿Desde cuándo le había dejado de parecer desagradable el aliento matinal de un enorme Night Fury? Desde hace tiempo. Abrió los ojos, y lo primero que vio Hiccup esa mañana, como todas; fueron unas escamas negras y unos preciosos ojos verdes de dragón. Sí… de dragón. Toothless seguía siendo un dragón.

Todo había sido un sueño…

- Toothless… -Sonrió con un dejo de decepción y abrazó a su Night Fury.

El dragón en respuesta lo miró con sus grandes ojos de tristeza, como un cachorrito y lo embistió suavemente tratando de obtener otro abrazo o alguna reacción más halagadora.

- Yo también me alegro de verte, Toothless… es solo que tuve… una pesadilla… -Se excusa el castaño, mientras lo abraza nuevamente.

Al colocar su cabeza sobre los fuertes hombros de la criatura, siente una mirada curiosa de un tercero en la habitación, y al alzar la vista, se sobresalta a darse cuenta que no había dormido en su cama, sino en el piso con Toothless. Su cama, estaba ocupada por un joven de una blonda cabellera ceniza, quien ya estaba despierto y sentado en una orilla, observándolos asombrado con sus ojos violetas. Olvidó que la noche anterior, su padre había colocado al desvanecido jovencillo islandés en la cama de Hiccup, como muestra de hospitalidad para los visitantes, por lo que Hiccup tuvo que dormir en el suelo con su dragón.

- ¡O-oh! Lo siento, ¿t-te espanté? B-buenos días, Hiccup –Repuso el joven de ojos violetas.

- B-buenos días, Emil… Ya, no fue nada. Un pequeño olvido. –Ríe el entrenador de dragones.

El amor tambien es leyendaWhere stories live. Discover now