4. Depresión subyacente, guacamole y cerveza fría.

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Figir que el incómodo encuentro de esta mañana ni siquiera ha sucedido. 

Y esperar que Aitana no haya cambiado tanto en los últimos cinco años y, como siempre, se canse de esperar. 


 GUACAMOLE (LAS VEGAS, FEBRERO 2022)

Debería resultar extraño y debería ser incómodo. 

Es un garito de comida grasienta en un callejón comercial que quiere resultar alternativo, pero en realidad pertecene a una cadena con un montón de locales por todo el país. 

Son ellos dos vestidos con ropa de fiesta, lo que en Luis pasa por ropa de fiesta al menos, esperando que les sirvan los perritos calientes que prometen ser los más picantes de toda la ciudad del pecado. 

Al menos eso es lo que dice la publicidad. 

Así que sí, es extraño, pero por alguna razón no es incómodo en absoluto. 

Están nerviosos, pero el par de copas de la fiesta con el estómago vacío ayuda a relajarse. 

Luis, como siempre que está nervioso recurre al humor. Hace un par de bromas bastante crueles sobre varias de las personas con las que han coincidido en la fiesta. 

Pero le sorprende que Aitana, en lugar de fingir escandalizarse como hacía en un pasado, le sigue la broma e incluso incorpora un par de comentarios ácidos de cosecha propia. 

Parece que Campanilla se ha hecho mayor.  

Y él no está muy seguro de lo que opina al respecto.

Pero están en una ciudad en la que nada es de verdad, desde los Elvis hasta la Torre Eiffel, nada puede ser tan histriónico ni tan exagerado, por lo que decide que en este ambiente de irrealidad puede darse el lujo de conocer a la versión 2.0 sin juzgar todavía.  

Lo que pasa en Las Vegas y tal. 

- ¿De verdad nunca has oído ese rumor?, ¿Lo del caballo?- Aitana levanta las cejas y la barbilla al mismo tiempo, algo petulante. 

Luis menea la cabeza, desconcertado por su aplomo. 

- Tiendo a hacer oídos sordos a los rumores. De mi se han dicho unas cuantas burradas. 

Aitana suelta una carcajada que, en contraste con el gesto anterior resulta casi infantil. 

- Algunas las habré dicho yo- responde.

- La verdad...

Se interrumpe cuando el camarero les acerca la bandeja con su pedido. Tacos con una cantidad ingente de guacamole para ella, un Flaming Dog para él. Patatas fritas, las más picantes del menú, para compartir. 

Luis mira el plato que le han puesto delante con desconfianza. 

- ¿Tienes miedo, gallina?- Aitana ya va por el segundo mordisco a los tacos. 

Luis carraspea y decide que si muere de una intoxicación alimentaria, el hecho de que sea en Las Vegas le dará cierta épica a la noticia. 

Se acerca el perrito a la boca y lo olisquea. 

- ¿La verdad, qué?

La pregunta le pilla por sorpresa, preocupado como está en no morir, y tarda unos instantes en recordar a qué se refiere. 

- No lo recuerdo. 

Un nuevo mordisco y un nuevo gesto para dejar claro que no se lo cree. 

Luis deja de nuevo el perrito en el plato y se limpia las manos, tomándose el tiempo necesario para formular la respuesta. 

En las pequeñas cosasWhere stories live. Discover now