sus armas, un subfusil y una pistola de mano, fueron arrojadas a los pies de sus camaradas, quienes miraban asustados y acongojados como tenían que apuntar sus miras en contra del mayor as que el imperio pudo tener, todos entendían que, pese a su aspecto, ella era una bestia en lo que respectaba a luchar, y que fácilmente podía acabar con todos los allí presentes.

Para su fortuna, la niña cooperó sin oponer resistencia alguna y tras abandonar su equipo, se le colocaron un par de esposas, siendo inmediatamente después, escoltada hacia una celda en el complejo, donde aguardaría mientras se le informaba a los superiores sobre la situación.

"no es posible...primero un acontecimiento tan colosalmente ilógico que es obvio que ese bastardo del ser X intervino y ahora me arrestan...que le digo a la policía militar...que les digo a mis superiores?...tal vez pueda apoyarme en la grabación del orbe mágico"

Mientras la niña era escoltada, en su mente maquinaba las posibles alternativas para escapar de las reprimendas de sus superiores, pues ella entendía perfectamente las consecuencias de la insubordinación y la traición.

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Mientras tanto, de regreso en la iglesia a las afueras de la ciudad, los 3 hanzios restantes se habían reunido, uno estaba herido gravemente, su brazo y hombro no se regeneraban como se esperaría de un monstruo de su nivel, e incluso comenzaba a desquebrajarse cada vez más, evidenciando el hechizo con el que lo habían dañado, posiblemente de índole sagrado, debido a que eliminaba de cierta manera su efecto de sanación.

El olor a magia sagrada era inconfundible para los no muertos, y ciertamente el efecto no parecía detenerse en el lugar de impacto, como una podredumbre que se extendía desde la herida hasta el pecho y finalmente a la cabeza, terminando lentamente con la "vida" del hanzio

Viéndose en una situación que no podían manejar y habiendo perdido la mitad de las fuerzas que uno de los supremos les había otorgado, decidieron contactar con su creador en busca de instrucciones.

Separándose para cubrir las entradas de la iglesia, los hanzios vigilaron los alrededores, activaron las pocas defensas contra adivinación que poseían y lanzaron el mensaje

Mientras tanto, en su despacho, Ains seguía experimentando con los nuevos hechizos que podía crear. La sirvienta regular había estado observando desde hacía rato las increíbles invenciones de su señor en silencio, rayos verdes, fuego purpura, neblina que podía curar e invocaciones de criaturas nunca antes vistas, su amo desglosaba los secretos divinos de la magia frente a los impropios ojos de una simple npc y lo que era peor, ni siquiera había sido un ser de poder y belleza dignos como albedo, shalltier o demiruge, sino una simple sirvienta. Su corazón latía con la fuerza de un sol mientras sus ojos se humedecían al sentir el poder mágico de su señor bañando su piel, pero incluso conmovida y extasiada por presenciar tan único momento, la pequeña mujer permaneció en silencio sin perder la compostura. Los ojos rojos de Ains se mantenían en la gran cantidad de hechizos que había creado, emocionando a su alma de coleccionista, pues pensar en que tenía nuevos encantamientos que posiblemente nadie en yggdrashill tenía ciertamente le daba una ligera sensación de satisfacción, posiblemente lo más cercano que el overlord experimentaría al placer, pero su emoción fue interrumpida por el sonido de un mensaje entrando.

-Lord Ains-sama...lamentamos molestarlo-

-no importa, eres el líder de los hanzios que dejé en la otra dimensión cierto?...qué sucede?-

Por un momento hubo silencio, como si el remitente del mensaje estuviese dudando en decir el motivo de su llamada, cosa que alertó a Ains, pero dicho silencio fue rápidamente cortado por la voz temerosa del hanzio, quien parecía reportar con ciertos matices de preocupación o vergüenza en su tono

Overlord: La niña y el nigromanteWhere stories live. Discover now