34. Misión especial

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Paralelamente, sin embargo, aquel tiempo también estuvo iluminado por un aura de placentera cotidianidad. Y no por parte de mi vida en casa o en la escuela, sino por las tardes que compartía con Ovack.

En la empresa, Ulina, Sétian y Aluz solo podían componer una lejana expresión de lástima e impotencia ante el trato de Ditro cuando coincidíamos por los pasillos. Pero con Ovack era diferente. Era como si no nos conociéramos, ni siquiera nos saludábamos, y la verdad, agradecía que fuera así, pues Ditro estaba esperando ese tipo de reacción para ensañarse más conmigo. Sin embargo, todo era distinto cuando estábamos solos.

Aquellas reuniones se sentían como encuentros secretos pues ninguno de los dos lo comentábamos con nadie más y, sin embargo, sabía que ambos los esperábamos. Como dos amigos que buscaban descanso y compañía luego sus extenuantes ocupaciones. Aunque por momentos... breves y contados momentos, sentía que era más que eso.

Nos reuníamos en su apartamento, a veces para practicar ejercicios de creación allí, otras para almorzar juntos, y otras para viajar a cualquier parte del mundo.

Cuando hacíamos lo último, era para pasar tardes de combates de creación. Era, la verdad, entretenido y vigorizante. Eran momentos divertidos para él, porque en general, Ovack disfrutaba practicando y enseñando la creación. Pero también me di cuenta de algo sobre mí misma.

Lo pude constatar de manera contundente un día mientras estábamos enzarzados en un enfrentamiento. El cielo azul sobre nosotros y una superficie de espejo de un lago bajo nuestros pies. Ovack seguía repeliendo mis ataques con una facilidad elástica, mientras giraba, subía, bajaba, creaba escudos... pero había detectado un leve patrón en sus movimientos. Un breve espacio de un segundo en donde me pareció, podía invadir su defensa. No lo pensé, y me mandé hacia ello.

Repelí su ataque con una voltereta de ciento ochenta grados impulsada por mi placa flotante, y en ese instante, vi la apertura. Pude haberlo atacado sin miramientos para derribarlo, pero me decidí a abalanzarme directamente hasta estar a menos de un metro de él.

—¡Mira! ¡Te sorprendíiiiiiiiiii...!

Tuve un registro de un microsegundo de su rostro congelado en un repentino pasmo y lo siguiente que supe a continuación fue que había sido arrojada cual proyectil, como si un gigante me hubiera dado un manotazo y hubiera salido disparada haciendo una curva por los aires. A pesar del aturdimiento, me recompuse de inmediato para estabilizarme antes de estrellarme con la extensión lacustre acuosa y generé una nueva creación que me llevara de regreso al conflicto.

Pero Ovack me estaba alcanzado para cerciorarse que estuviera bien. Fue entonces que comprendí que el ataque defensivo que me había propinado, había sido involuntario. Simplemente, lo había cogido desprevenido así que actuó por reflejo y me mandó a volar.

De una manera extraña, aquel fue un cumplido para mí. Si había llegado el momento en que él tenía que tomarme en serio en un enfrentamiento, entonces era un signo irrefutable de que me estaba volviendo ducha en esto. Era como la natación, me estaba sintiendo como un pez en el agua en esta materia. Solo que este era un deporte con más posibilidades.

Estuve bastante animada por mis avances. E incluso había algo en lo que era mejor que Ovack. En las prácticas vespertinas en su apartamento habíamos empezado con su materia menos favorita: la creación artística. La cual consistía en crear objetos que contuvieran algún diseño, dibujo o figura. Básicamente el creador debía dibujarlas en su mente y la calidad de la réplica era tan buena como las dotes artísticas del creador.

Así, estuve practicando falsificaciones de billetes, pinturas como La Gioconda, o portadas de mangas y comics. Las primeras no eran tan buenas, pero mejoré conforme fui practicando. Ovack, en cambio, solo hizo un ejemplo al principio. Materializó un juego de casinos. Diseños geométricos, en blanco y negro. Pero no se atrevió a más.

Plenilunio (versión revisada)Where stories live. Discover now