Luego de intercambiar un par más de palabras con papá Noah se encaminó hacia mí, me tomó de las caderas, dejándome inmovilizada, y me besó. Fue un beso bastante largo y ¡enfrente de papá! Cuando terminó me sonrojé y no pude disimular la sonrisa enorme que apareció en mi rostro. Noah vio mi reacción y sonrió satisfecho.

-Adiós, mi amor -saludó en tono formal. Traté de evitar reír pero no pude.

Acompañé a Noah hacia la puerta, me besó de vuelta y como me sonrojé, sonrió nuevamente.

Con una sonrisa enorme le cerré la puerta en la cara. Casi pude oír como su rostro se crispaba en una sonrisa, más grande que la anterior.

Cuando me di la vuelta me encontré a papá mirándome fijamente.

-¿Cuándo creciste? -preguntó emocionado. Oh, no. Ahora viene el momento emotivo. Diablos.

Se acercó y me abrazó muy fuerte.

Ni bien me soltó salí disparada para la mesa del comedor a recoger toda la vajilla. La puse en el lava-platos y corrí hacia mi habitación, no sin antes pararme antes de entrar y gritarle a mi papá:

-¡Papá!

-¡¿Qué?!

-¿Te ha caído bien Noah?

-Claro que sí, es un buen chico, pero de todas formas no deja de ser el que cortejea a mi hija.

Reí.

-Te amo, papáv-grité.

-Yo a ti, cariño.

Entré en mi habitación. Por supuesto, Noah estaba recostado en la cama, esta vez con ambos brazos detrás de la cabeza. Sonreí al verlo, corrí hacia la cama y me abalancé sobre él. Rio.

-¿No era que tenías compromisos a primera hora del día y no sé qué más? -pregunté mientras reía encima de él.

-En realidad, los compromisos los tenía ahora y durante toda la noche.

Abrí los ojos como platos y me sonrojé. Y, como siempre, se rio de mi reacción. Me tomó de las caderas e hizo que giráramos hasta quedar él encima de mí. Me besó.

-¿Quieres parar de sonrojarte, Jodie?

-¿Por qué? -pregunté juguetona.

-Porque con lo que me haces pensar de ti, me siento un pervertido.

Reí estúpidamente y, cómo no, me sonrojé.

De pronto un pensamiento invadió mi mente y lo empujé a un lado para poder sentarme.

-¿Qué pasa? -preguntó preocupado.

-Nada -mentí.

-Dime -ordenó.

-No importa, de verdad.

-Señorita Jodie, dígamelo ahora.

¡Uf! Ya volvió el caballero del pasado.

-¿Me consideras tu novia? -pregunté por fin.

Se lo pensó un rato. Tiempo suficiente para que las únicas esperanzas que me quedaban queden destruidas.

-¿Por qué? -preguntó finalmente.

-Porque acabas de presentártele a mi padre como mi novio y bueno, solo quería saber si solo era para divertirte o...¿Sabes qué? Olvídalo.

-¿Por qué los Freshías necesitan ponerle etiqueta a todo?

-No, no lo necesitamos, Noah, solo era una pregunta, ahora olvídala.

-Sí que lo necesitan. No les alcanza con que uno arriesgue la vida por ellos ni tampoco que les digan que los aman. ¿Sabe a cuántas personas les he dicho "Te amo" en mi vida, señorita West?-negué con la cabeza- A una, y fue a usted.

¿Por qué ahora me trata de "usted"?》

Me quedé muda. Eso sí que no lo sabía, pero de todas formas nunca me había pedido formalmente que fuera su novia y eso, para mí, era importante.

-Bien -respondí. Y fue lo más estúpido que se me pudiera haber ocurrido.

-No quiero ser el novio de una hipócrita más de este estúpido mundo -dijo cortante.

Comenzaron a arderme los ojos. Sentí cómo una lágrima se despedía de mi lagrimal para descender por mi mejilla. Noah giró la cara hacia mi ventana, con una mueca de dolor, ya no me miraba a los ojos.

-Y yo no quiero ser la novia de un desalmado -respondí con asco mientras las lágrimas inundaban mis ojos.

Me levanté de la cama, dispuesta a huir, pero estaba harta de eso. Le planté rostro a Noah y con odio le dije:

-Vete en este momento de mi casa.

No me miró a la cara. Clavó la vista en el suelto, se incorporó de la cama y desapareció.

ZoomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora