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El chico que tropezó con la misma piedra

Academia Hyakkāou
Martes 14 | 16:40 p.m.

El ala sur de la academia era sin duda la favorita de Ryota. Era la zona con más áreas verdes del lugar, rodeado por pequeñas piletas, riachuelos que recorrían bajo los caminos suspedidos y unidos a las pérgolas de madera que cubrían de aquel sol que ya osaba con esconderse, sin mencionar los shishi-odoshi, que cuyo sonar podían relajar hasta al estudiante más odioso.

   Apoyado en uno de los bajos muros de aquel camino techado, Ryota observaba un pequeño abrevadero, donde se entretenían un trío de gorriones, mojando sus alas con los picos húmedos y estremeciéndose con el sentir de la humedad.

   A decir verdad, estaba calmado. Hace un par de meses probablemente hubiese perdido la cordura. Hubiese hecho realidad sus intenciones de la primera vez en que se convirtió en un fido, abandonar Hyakkāou. Mas ahora sentía todo diferente.

   El correr del agua a través de los bambús le brindaba tranquilidad. Le recordaban las vacaciones en la finca familiar en Kurashiki, cuando los miembros de su humilde familia se reunían a celebrar cada día festivo recurrente. El pensar en ello tal vez no sirvió de mucho. Empuñó sus manos y cambió su sereno semblante por uno levemente afectado.
Pensó en sus empeñosos y trabajadores padres. Qué les diría al volver a casa. La primera vez fue tan difícil ocultar los golpes de Kiwatari que no quería imaginar lo que tendría que inventarse esta vez, sobretodo por la deuda.

   — Así que estabas aquí.

   Su voz era fácil de reconocer para sus oídos. A pesar de ello, siempre era una sorpresa el escucharle. Ryota giró la cabeza levemente para encontrarse con aquella incomprensible mujer.

   — Yumeko... —murmuró, ofreciéndole una ligera sonrisa a su amiga. Se encontraba de pie justo detrás de él. El cálido brillo anaranjado del sol poniente iluminaba su rostro, mientras que poco a poco –con ambas manos en su maletín demostrando que estaba a punto de irse– iba acercándose su solitario amigo—. Lamento no haberte buscado en el Pabellón de apuestas.

   Yumeko avanzó lentamente y deshizo su sonrisa infantil.

   — Bueno, escuché rumores de que tenías una buena razón para no ir—se colocó a su lado y lo tomó por la barbilla, volteando su rostro para permitirse ver las lesiones en su piel.

   — ¡Eh...! ¡Yumeko! —pero Jabami hizo caso omiso. Su mirada se tornó ligeramente seria mientras veía las marcas que iban de la sien hasta el párpado de su fiel compañero. Suzui echó unos cuantos pasos hacia atrás y se cubrió aquel lado con su mano derecha—. ¡Estoy bien! ¡De veras, Yumeko! Esto no es nada...

  No era común verla tan preocupada, o bueno, con un semblante tan serio. Claro que Suzui ya conocía cómo es que Yumeko actuaba cuando estaba enojada –Ikishima era un buen ejemplo– mas esta sensibilidad suya no era usual.

   — Me gustaría poder creerte Suzui, pero la verdad es que sí te han dado una paliza terrible— la única mano que sostenía su maletín dejó a este en el suelo y apegado al muro—. Además, escuché que eso no fue lo único que hicieron.

   Sin duda había escuchado todo lo que le había pasado. La verdad que Suzui no quería envolver a Yumeko en sus asuntos serios, pero ella se preocupaba tanto que era imposible el negarse. Sería demasiado grosero de su parte.
Desanimado, reposó sus brazos sobre el muro y habló mientras miraba el abrevadero.

YOUR NASTY CUTENESS | Kakegurui Fanfic [Mary Saotome x Ryota Suzui]Onde histórias criam vida. Descubra agora