Aparentemente, aún con los reveses e imprevistos, la misión había sido exitosa, lo cual significaba una disminución considerable en mi deuda. Era bueno saberlo.

Después de haber provocado aquellas explosiones, Aluz y los demás no encontraron difícil mantenerse escondidos hasta el momento en que en teoría debieron reunirse conmigo y Ovack en el punto acordado para la aparición del portal de regreso. Sin embargo, solo encontraron a Ovack y el portal se abrió en medio de una debacle de ataques de creadores antiguos.

Aunque Ulina y Sétian estaban ávidos por saber qué había sido de mí en ese lapsus de tiempo, no pude hacer más que soltar respuestas vagas, alegando sufrir aún estragos de la conmoción. Y me sentí tremendamente aliviada cuando noté la hora y tuve que regresar a mi hogar mediante un portal. Aliviada, pero también atolondrada.

Aquel subterfugio providencial también fue una preocupación real, pues poco después de arribar a mi cuarto, mi mamá golpeó mi puerta para despertarme para un nuevo día de escuela. Apenas tuve tiempo para deshacerme de mi uniforme negro y montar una escena creíble de un día cotidiano más.

Y esa situación pintoresca fue preámbulo de lo precipitado fue todo. De repente, estaba siendo bombardeada por el desayuno de mamá, las preocupaciones de mis compañeros de clases antes de los exámenes, las disertaciones matutinas de los profesores y lidiar con disimular el dolor en todo el cuerpo, como si acabara de escapar de una batalla con ninjas, y encima hubiera perdido.

De manera curiosa, ese día se me antojó trivial, es decir, acababa de salir una experiencia intensa donde estuve a punto de decirle adiós a mi hogar y a todo lo que conocía, y de pronto me veía sumergida en un día común y corriente. A pesar de que generalmente ansiaba días como esos, no pude dejar de encontrarlo extraño. Como si yo no perteneciera allí de pronto.

Y también, aunque no quise, aunque intenté dejar ese tema en lo más recóndito de mi mente, pensé en el beso. El que le había dado a Ovack.

¿Qué rayos había pasado por mi cabeza? ¿Por qué hice algo tan demencial? ¿Qué le iba a decir la próxima vez que lo viera? ¿Qué se me antojó y nada más?

Tal vez podría alegar locura temporal, tal vez podría hacerme la amnésica, tal vez me creería. Sin embargo, una gruesa parte de mí quería saber qué le había parecido a él. Porque, la verdad fuera dicha, no podía decir que me había disgustado. ¿Desde qué momento había empezado a verlo de esa forma?

Qué horror. Y sin embargo, era lo que era. No podía negarlo.

Así desperdicié el resto de mi día, en medio de cavilaciones que no me llevaban a ningún lado y que solo me hicieron lucir algo abstraída para los demás. A eso tuve después que agregarle que me había estado mortificando sin sentido, pues Ovack envió un correo general anunciando un día libre para descansar de la reciente misión, e intuí que no lo vería sino hasta el día siguiente en que reanudáramos las clases de creación. Claro, si es que no las suspendía.

Con todo lo que me estaba traumando sobre el asunto, el silencio de Ovack al respecto estaba siendo muy elocuente.

—Veo que no te falta ningún miembro. Mis felicitaciones —opinó Lax a modo de saludo.

Esta vez, el sueño había iniciado en una especie de sala iluminada por unos faroles en forma de espiral que colgaban como si fueran una escultura luminosa y moderna. Asumía que era otro ambiente de su casa... o mejor dicho, mansión. Dejé de prestarle importancia y tomé asiento en uno de los muebles angulosos de aquella estancia.

—Gracias de nuevo —dije con sinceridad, Lax asintió con una complacencia evidente—. Fue una suerte que estuvieras allí.

—¿Suerte? —Soltó una sonrisa breve. —Estaba al tanto de lo que sucedería allí.

Plenilunio (versión revisada)Where stories live. Discover now