Me había determinado en sobrellevar de forma casual todas aquellas excentricidades que no podían perjudicarme. Esa actitud resultaba muy útil puesto que era un hecho que vivía rodeada de un contexto sobrenatural. No podía darme el lujo de estar exaltándote con cada cosa. Además, no estaba de humor para hacerlo.

Bloom trató de disimular su expresión de fastidio ante mi reacción poco dramática y supuse que tampoco le estaba agradando que lo estuviera llamando así.

—Aún no me has dicho tu nombre —dijo él sin ocultar la impaciencia en su voz.

—Te lo diré si me dices el tuyo, sino llámame foerim, como antes —le solté y eso tampoco parecieron ser las palabras que deseaba escuchar—. Bueno, yendo al grano, tu propuesta me parece atractiva pero no me fío de ti. Así que gracias, pero no, gracias.

Para ser sincera conmigo, me había sorprendido que mi encuentro con Bloom fuera tan... civilizado. No había esperado eso, realmente no había esperado conocerlo en líneas generales. Pero podía decir que había sido bastante menos chocante que mi primera interacción con Leo.

Sin embargo, no confiaba en Bloom. Esa era la realidad, él no tenía ninguna razón para revelarme la verdad, y era evidente que no le había agradado que le robaran algo. Claro. Además, su proposición era demasiado buena para ser cierta, y Leo ya había dicho que no era posible.

Por otro lado, Leo me había advertido estrictamente que no le revelara nada. También debía considerar que Leo estaba directamente comprometido en este problema. Si esto llegaba a salir a la luz por alguna razón, su posición en Orbe podría tornarse complicada, en el mejor de los casos. Así que ante todo, prefería a Leo. Aunque me fastidiaba que yo tuviera que obedecerle ciegamente, y era claro que él se reservaba bastantes secretos.

Bloom me observó por un tiempo que yo consideré largo, tenía una expresión que no le había visto antes. Parecía pasmado, como si estuviera en proceso de comprender algo desagradable.

—Veo que me he equivocado contigo —opinó él, clavando sus ojos bosque en mí, con un evidente recelo y de pronto, su postura ya no era tan abierta como lo había sido en nuestro anterior encuentro—. Debió ser una visión errada, tú estás comprometida con esa empresa perversa.

Su rostro se arrugó y me observó con repulsión como si acabara de percatarse que estaba embutida de suciedad. No entendí parte de lo que dijo, pero comprendí de inmediato que la manera como él se había presentado anteriormente había sido para tantearme. Y ahora había una irritación palpable en su acusación.

La brisa que circundaba calmosamente por el entorno de pronto empezó a fluir de manera más rápida, ondulante y crispada, como si el ambiente que nos rodeaba respondiera al estado anímico de Bloom. A pesar de que me había granjeado la predisposición de evitar impresionarme, no pude dejar de alarmarme ante aquel despliegue anormal de energía. De repente me sorprendí intentando crear algo para defenderme, pero las creaciones no se materializaban.

«Por supuesto que no puedo crear nada, ¡esto es un sueño!», me dije a mí misma.

Volví mis ojos hacia Bloom, con cierto sobresalto, su mirada me estaba incriminando y noté una frialdad que antes no había estado allí.

—¡No estoy comprometida con nada! —espeté, en mi mente no dejé de repetirme una y otra vez que se trataba de un sueño para poder tranquilizarme.

Él no dejó de contemplarme con su faz endurecida. Entonces lancé un exhalo lento y me erguí, a pesar de que estaba segura de que sus amenazas eran puro teatro inútil, sentí la necesidad apremiante de explicarme.

Plenilunio (versión revisada)Where stories live. Discover now