–¿Sobre tu accidente?

–Sí.

–¿Quieres hablar sobre ella?

–Lara –Wes buscó su mano y la asió– basta de preguntas. Lamento haberte despertado.

–Si eso quieres –Laraine se apartó–. Quizá debería dejarte...

–¿Cuántos años tienes? –soltó Wes de pronto. Ella detuvo sus movimientos y lo miró, desconcertada–. ¿Qué? Me parece justo que, si vas a interrogarme, yo haga lo mismo. Podemos turnarnos para preguntar, ¿no?

–¿Por qué querrías hacer eso?

–Quiero conocerte, Lara. Todo de ti, pero de momento lo que quieras compartir conmigo bastará. En las mañanas apenas podemos hablar y siempre estamos rodeados de personas, que pueden o no querer hacernos daño, por lo que es arriesgado intercambiar nada más que cortesías y asuntos seguros sobre la administración del Castillo.

–Bueno... sí. No pensé que... quisieras conocer nada de mí –bajó la voz–. Treinta.

–¿Disculpa?

–Tengo treinta años –soltó a regañadientes. Debía parecerle demasiado mayor, sobre todo cuando las mujeres generalmente se desposaban antes de cumplir los veinte–. Nunca tuve un interés particular en las cosas que se supone deberían interesar a una mujer. Lo que quería era ser una gran guerrera y llegar a ser la regente de Nox. Alguien lo suficientemente poderosa como para proteger a las personas que me importan y no depender de absurdas disposiciones de otras personas con mayor poder.

–Como el rey.

–Exactamente como él. No lo logré, por supuesto, o no estaríamos aquí.

–No estoy del todo de acuerdo, pero agradezco que fuera así.

–¿Por qué? ¿Sabes lo peligroso...?

–Porque de no ser así, exactamente como dijiste, no estaríamos aquí.

–¿Y eso estaría mal? –Laraine clavó sus ojos en el rostro de Wes. Vaya, con cada día que pasaba se estaba poniendo más guapo. Su esposo–. ¿Por qué?

–Porque no podría hacer esto –Wes se acercó hacia ella y la besó, despacio–. O esto –la tomó entre sus brazos, pasando uno por la espalda de Laraine y el otro sosteniendo su cabeza–. Pasa la noche conmigo, Lara –susurró en su oído. Ella se estremeció–. Esta vez, de verdad. Dame una oportunidad de hacerlo bien. Di que sí.

–Wes, yo... –Laraine suspiró–. ¿Estás seguro de que eso es lo que quieres?

–No creo haber querido tanto algo antes en mi vida.

–Pero ¿estarás bien? Estos días...

–He estado mejor –Wes empezó a depositar suaves besos en su mandíbula–. No totalmente bien, y quizá nunca lo esté, pero quiero intentarlo. Sé que puedo hacerlo.

–Wes –Laraine intentó apartarse para mirarlo. Como él se resistía, Lara lo empujó–. Para.

Eso lo logró. Wes soltó el aire mientras bajaba los brazos. ¿Qué había pensado? ¿Qué ella querría estar con alguien como él? ¿Una mujer fuerte, autosuficiente y valiente con alguien que apenas podía mantenerse en pie tras un mínimo entrenamiento de espada?

Tragó con fuerza, intentando aplacar su decepción y se recostó en la cama, sin mirarla. No quería saber si se quedaba o no.

–Buenas noches, Wes –Laraine pareció querer añadir algo así que él esperó, sin despegar sus ojos del techo– Si quieres puedo marcharme o... –musitó.

–Como lo prefieras, Lara –respondió y cerró los ojos–. Buenas noches –giró sobre su costado y se obligó a dormir.


***


–Solo debería soltarlo o me obligará a golpearlo, mi lord –gruñó burlón Garrett– su inquietud me distrae de los alrededores y eso no puede ser bueno.

–Hemos hecho este recorrido incontables veces –aseveró Wes con aire ausente.

–Precisamente mi punto. Es más fácil caer en una trampa cuando se sigue una rutina tan marcada como lo hace usted –Garrett soltó el aire, exasperado–: ¿Está siquiera escuchando? ¿Qué es lo que pasa esta mañana?

–¿Realmente quieres saberlo?

–No especialmente, pero me temo que no tengo opción. Soy la persona más cercana a usted y la de mayor confianza, así que no veo manera de negarme.

–Es algo personal.

–Eso es lo que temía.

Wes esbozó una leve sonrisa, volviendo a ser por un momento él mismo. Garrett puso en blanco los ojos y se apoyó en un árbol, con los brazos cruzados.

–No sé cómo hacerlo.

–¿Qué? Solo suéltelo, Wes. ¿Qué tan difícil...?

–No quiero solo dormir con Laraine.

–¿Qué? –Garrett lo miró estupefacto–. ¿Usted y su esposa...? ¿Y por qué no solo...? Oh, dioses, no quiero saberlo. No creo que pueda hacer esto.

–Eres un buen amigo –Wes se encogió de hombros– No sé qué hacer.

–Mi recomendación es que no lo haga. Probablemente su esposa no sea una bruja, pero lo mataría si usted va con otra mujer. Ella parece de ese tipo de mujer.

–¿Otra mujer? ¿De qué estás hablando? –Wes inquirió–. No quiero otra mujer.

–¿Cómo? ¿No dijo que no quiere dormir solo con su esposa?

–Ah, me refería al sentido literal de la palabra, Garrett. ¿Dormir? Solo dormimos en la misma habitación.

–Ah... ¡ah! –Garrett apoyó la cabeza en el tronco–. Usted y sus complicaciones mi lord.

–Yo no lo hago complicado. De hecho, ese es precisamente el punto. Quiero simplificarlo. Quiero ser el esposo de Laraine en todos los sentidos, no solo de nombre.

–¿Y por qué no lo hace? ¿No se ha sentido mal en estos días, cierto?

–Ah, también lo has notado. Estoy mejorando, gracias a Lara.

–Lo sé y aunque no estoy seguro de sus... capacidades... creo que podría resistir o no le diría que solo lo haga.

–Vaya, esta conversación es extraña.

–¿Y me lo dice a mí? Quiero correr en dirección al campo de entrenamiento y no mirar atrás. ¿Por qué tengo que ser yo el que hable con usted al respecto sobre esto? ¿No tiene muchos hermanos que puedan ayudarlo?

–Los tengo, aunque lejos, y aun si ese no fuera el caso, preferiría acudir a ti. Sé que crees ser discreto, pero se escuchan muchas cosas mientras se está convaleciente y en diversos rincones de un castillo.

–¡Wes, por favor! Prefiero no discutir esos asuntos...

–Garrett, está bien. Mi hermana murió hace mucho tiempo, apenas siendo una niña. Es apenas lógico que tengas otras mujeres.

–No aquí, yo no me atrevería...

–Sé que no. Pero quizá la razón tras eso es diferente a la que tú crees.

–¿Qué quiere decir?

–No es porque te disgusten o temas a las mujeres de Nox.

–Wes...

–Amigo mío, es porque te gusta una de ellas en particular. Espera, quizá sí que le temes –soltó, pensativo– ¿qué será que tienen las mujeres de aquí? –murmuró y continuó su camino, reflexionando al respecto. Tras un minuto, Garrett sumido en sus propios pensamientos, lo siguió.

Cuatro Momentos (Drummond #3)Where stories live. Discover now