—¡Yo no hice trampa! Este dibujo lo hice yo —respondió ahora el niño rubio que se encontraba recargado con sus codos en el piso, clara señal de que lo habían interrumpido.

—¡No seas mentiroso! Niño mentiroso y tramposo; además, el dibujo tiene que ser de tu familia, no sólo de tu mamá —dijo otro niño que se encontraba al lado, captando en ese momento, por completo, la atención de Tony, volteando para ver qué era lo que estaba ocurriendo con exactitud.

Vio a tres niños parados, entre ellos aquél que siempre se peleaba con todos; en frente de ellos, en el suelo, el niño de cabellera rubia, piel pálida y complexión demasiado delgada. Tony recordaba que ya había notado desde antes cómo esos mismos niños, molestaban en repetidas ocasiones al rubio de una u otra forma; lo empujaban en las filas, tomaban su porción de postre, se reían de él por cualquier cosa, y lo menospreciaban; pero nunca había visto que le hicieran frente a una pelea como esa hasta hoy.

—¡No estoy mintiendo! —habló el rubio, casi en un grito, con expresión afligida, siendo inmediatamente interrumpido por el sonido sordo de un bote de pintura cayendo.

Dicho objeto, había sido pateado por el tercer niño con malicia, mientras el rojo contenido se esparcía lenta y dolorosamente por el dibujo, arruinando la pintura del rubio.

Las carcajadas entre aquel grupito de tres no se hicieron esperar, y la expresión de tristeza a punto de convertirse en lagrimas del joven rubio tampoco.

—¡Hola chicos! Parece que se están divirtiendo aquí. ¿Qué es tan gracioso? —preguntó Tony con "inocencia" acercándose a ellos, ocasionando que los otros tres se mostraran asustadas mientras que el niño rubio subía su mirada y lo miraba sorprendido.

—No es nada Tony. Bueno... nosotros nos vamos con la señorita Nancy a decirle que ya hemos terminado. Vámonos chicos —dijo el bravucón mayor, haciendo que los otros dos a sus lados asintieran y se fueran prácticamente corriendo de ahí. Aquel niño en específico había estado intentando ser su amigo desde el primer día, por lo que no le extrañaba que hubiera salido corriendo después de su fechoría.

Tony los vio irse, regresando su vista hacia el niño que le regresaba la mirada con sus ojitos azules abiertos debido a la impresión.

—No les hagas caso, son unos idiotas —dijo Tony para luego bajar la vista al desastre que era ahora la pintura del rubio, la cual estaba totalmente cubierta de rojo— no te preocupes, podemos hacer otro, vamos te ayudaré.

Dicho esto, el castaño fue hasta su lado para recostarse boca abajo en el suelo y recargarse en sus codos, quedando justo en la misma posición que el rubio.

Tony tomó otra hoja y comenzó a pintar sin saber realmente cómo lo quería su compañero. Podía sentir que la mirada azul no se despegaba de él ni un solo segundo, por lo que tratando de aligerar el ambiente decidió comenzar una conversación.

—Mi nombre es Tony, ¿Tú cómo te llamas? ....

ᴥ ᴥ ᴥ ᴥ ᴥ ᴥ ᴥ ᴥ ᴥ

Tony fue recobrando poco a poco la conciencia tras el largo y profundo sueño en el que se encontraba sumergido. Ni siquiera sabía porque de todas las cosas, había recordado aquel suceso tan lejano de cuando él era apenas todavía un niño; eso había sido algo tan trivial en su vida que le impresionaba que su subconsciente reprodujera aquellas imágenes en su memoria treinta años después.

La cabeza, le seguía punzando pero en menor medida; las heridas y quemaduras ya dejaban de dolerle, así como de arderle, y sus músculos se encontraban adoloridos pero descansados.

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