-Y las chicas como tú son demasiado inocentes, siento que necesitas una clase de rebeldía- ¿Rebeldía? Va. Qué coqueteo.

-Tú debías ser diferente- Alas blancas. Transparentes, pulcras. Sonrisa, y además, deberías ser santo, no un loco maniaco que busca problemas a gritos.

-Te diré algo, y creo que seré el único que te lo dirá, los ángeles no siempre son buenos así como los demonios no siempre son malos- Pero, eso no debe ser, cada cual tiene un propósito así como unas metas, ¿Estás diciendo que los ángeles son malos? No entiendo.

-¿De qué estás hablando?- Mi cabeza se enreda mucho más, muchísimo más.

-Detesto que tengan esa idea metida en la cabeza. Me fastidia, es más, me asquea, que siempre tengan ese maldito estereotipo. Soy un ángel, pero no tengo alas blancas, tampoco soy santo, eso sólo son ideas que les han metido a los mortales, te lo dije, pueden haber cambios en este mundo, y eso es exactamente, por lo que los demonios no son los malos del todo- ¿Qué no son los malos? Entonces, ¿Quiénes son los malos?

-El negro, eso los hace ver malos- El negro siempre es signo del maldad en las personas. Bueno, eso siempre se dice.

-Bah, Emily, qué inocente eres. El negro es el color más puro, más hermoso que existe, es el único que no necesita descripción del tono, siempre es el mismo, por algo debe ser ¿No?, los humanos son demasiado crédulos.

-¡¿Los ángeles son malos?! ¿Tú eres malo?- ¿Alexander es malo? Eso quiero decir, pero no puedo sacarlo.

-Nadie lo sabe, porque ellos lo esconden demasiado bien, soy un ángel, y por eso te lo digo, los ángeles quieren guerra, quieren destruir todo lo que esté delante de ellos, porque así como allá existe el amor, y la amistad, también se filtro, la maldad, y además, el rencor, que es mucho peor. Tú misma debes prepararte para parar algún lado, pero no te dejes engañar, los ángeles no son tan buenos como se dice, y los demonios son algo así como los buenos en la historia. En esta historia, se desatará una guerra. Y tú estás en la mitad. Tenlo en cuenta-

-¿Cuándo? ¡Dime cuándo!- Rápido. Ahora mismo.

-Sí eres mandona- Malgeniada, perfeccionista, callada, estúpida, crédula, inocente. Sí, ya sé mis defectos.

-Si no me dices- Apunto mi puño a su cara, y él se ríe.

-Tres- Ruedo los ojos mientras trata de contener su risa burlona que me saca de quicio.

-¿Tres? ¡¿Tres qué?! - ¿Minutos? ¿Horas? ¿Días? ¿Semanas? ¿Meses? ¿Años?

-Tienes tres días para escoger tu lado, tus armas, y tu gente- ¿Días?, Qué exigentes son. Lo miro por última vez, antes que coja impulso con sus alas, y se aleje un poco de mí, él me guiñe el ojo y grita algo en su idioma. Alzo las cejas un poco más, y luego, me volteo, y trato de orientarme en todo esto.

El olor a muerte, a sangre y a victoria es gigante, mis fosas nasales lo toman relajadamente, y aceptan los olores hasta que luego, los toman como si fuesen cualquier cosa. Finalmente en tres días, habrá una guerra. Y esto, es poco, morirán muchos. Me acostumbro a la idea, y luego termino convenciéndome que me gusta. Miro mi paisaje, y después sonrío un poco, me doy ánimos mentalmente. Y decido cuál es mi lado. No necesito que los ángeles sean santos, tampoco que sus alas sean blancas, ciertamente, el morado, el azul y un poco de negro, los hace ver un poco más lindos. Son adorables a su modo. Necesito la posición de los ángeles, y también salir de aquí antes de que alguien más quiera matarme. Miro uno a uno los cadáveres, nada me sorprende, comandos, más comandos, aproximadamente, unos cien. Lo que si me sorprende es que él pudiera con todos. Camino el pasillo a oscuras, manteniendo mis sentidos al ciento por dos, para saber si alguien se mueve, o si alguien sigue vivo.

Frente al pasillo, hay una sola puerta, miro de frente a la oscuridad y me susurro algo antes de pasar por la puerta, exponiéndome a que alguien me esté esperando.

-Eres más poderosa que ellos- Y cruzo, tomando un poco de aire nuevo. Paso mi cabeza primera dándome un golpe horrible con la luz en mis ojos, parpadeo varias veces hasta que puedo controlarlo, y paso por la madera como una serpiente. Hay miles de instalaciones por todos lados, última tecnología, miro hacia arriba, y noto que tienen segundo piso, todos los comandos, están ahí, sin moverse, tal vez sin ni siquiera estrenarse, son novatos, sin experiencia. Carne viva y fácil de matar. Todas las computadoras tienen un montón de botones. Pero en cada una, hay algo que me llama la atención "Disparo", si ellos disparan, ¿Qué puedo hacer yo?, ninguno de los comandos si quiera se mueven, al contrario, Eva se acerca un poco a ellos mientras da una mirada hacia todo lo que tiene, está enojada, y claramente, ella piensa que no estoy aquí. Camilo la sigue con la cabeza gacha, es obvio de quién es la culpa del error.

Me agacho junto a un equipo que cubre mi cuerpo, miro muy bien los botones, y cada uno de los nombres que hay, algunos no puedo distinguirlos, necesito salir de aquí, antes que bajen. Las serpientes de Eva están a su lado vigilando que nada se mueva o que nada esté fuera de su lugar, al otro lado de todos los computadores de última gama, hay una puerta, hay un vigilante que ni se mueve un centímetro. Miro, diviso más opciones de salida, pero no encuentro nada, las ventanas no parecen tener vidrios, es como una especie de plástico forrado que aguanta cualquier tipo de cosa. Debí pensarlo, esto está a prueba de balas. No encuentro ninguna salida. Debo ser inteligente, tiene que haber una manera de salir de aquí.

De repente, casi de golpe, todo es rojo, las alarmas se encienden, los computadores se prenden de impacto, es una señal, la cara de Eva lo desvela todo, manda cada comando a su puesto, y el que viene hacia mí, ni me mira, ellos no ven más de lo que les permiten ver. Tampoco, entienden más de los que les dan a entender. Es una cárcel vivir en esos trajes todo el tiempo, empiezo a moverme más cerca de otro computador para coger ventaja sobre todos ellos. Empiezo a pasar cada uno de los computadores y de los comandos que están de pie al frente de ellos, oprimiendo botones a toda marcha. No entiendo. Eva se sienta al frente de su computador en el segundo piso. Y mira hacia la pantalla. Todos la miran a ella esperando algo. Y luego, se oye su voz dando una orden.

-¡¡Fuego!!- Grita a todo pulmón, mientras todos los comandos al mismo tiempo y velocidad mental, oprimen el botón disparar, y se oye como salen los fusiles por algún lado de esta sede. Miro la ubicación. De los demonios, no creo que sean demasiado separados, creo que son unidos, todos necesitan de todos. La sede, es esta. Esta es la única que hay, dentro de esta debe haber miles más. Todo encaja en su lugar, y en un descuido, llego a la puerta, empujo un poco el vigilante y salgo de ese lugar.

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⏰ Last updated: Aug 12, 2015 ⏰

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