6.- La cita (de juegos).

Start from the beginning
                                    

   Al ponerse la chaqueta metió las manos en los bolsillos y se encontró con la barra de chocolate que le había regalado precisamente el mago por la mañana. Una sonrisa boba floreció en su boca. Aun recordaba con nitidez la facilidad con la que Jeno persuadió a Jisung para que entrara a la escuela. Jaemin temía que armara un berrinche frente a la señorita Wendy y se empeñara en ir con él al trabajo. Perdía los nervios y no sabía qué hacer, pero entonces Jeno, sin mucho esfuerzo lo convenció, incitándolo además, a jugar con su hijo Chenle quien tenía un regalo para él a cortesía suya.

   Jaemin comenzaba a encontrar agradable la presencia de ese padre de familia tan responsable y bondadoso, y es que, ¿cómo no hacerlo? Si parecía destinado a salvarlo de las situaciones más bochornosas, como el primer día que se conocieron y Jisung corría por la entrada del kínder, negado a obedecer. Jeno tenía facilidad para hablar con los niños, mucha más que él por supuesto. A Jisung no le gustaban los extraños, pero con él parecía hacer una excepción. Jaemin no se sorprendía del todo, Jeno era un hombre que a simple vista irradiaba paz y alegría.

   Por mucho tiempo su cosmovisión sobre el mundo fue perturbada por el negativismo. Personas como Jeno le recordaban que la vida, después de todo, no era tan mala y gris. Aun habitaban personas buenas, de corazón noble y actitud positiva que mantenían una sonrisa bajo cualquier circunstancia.

   Embebido en sus pensamientos, se sentó sobre la cama con las piernas cruzadas, a comerse su barra de chocolate. El calor del bolsillo la había derretido un poco, pero aún era sólida y deliciosa. Cortó pedazos pequeños y se los llevó a los labios, sin desaparecer esa sonrisa que ya no podía evitar. Había olvidado la última vez que comió un chocolate, desde que Jisung nació todo lo que conseguía respecto a alimentos iba dirigido para él. Hasta cierto punto se sentía culpable por comer un caramelo sin su hijo.

   Le daba un poco de pena invitarse a la "cita de juegos" que tenía con su amiguito, pero se le hacía muy apresurado dejarlo ir solo, sin ningún tipo de supervisión. Jisung tenía mucha batería y aunque Jeno disponía de buenos métodos para aplacar su locura, Jaemin temía que se saliera de control. Además, tampoco quería que Jeno pensara que era un irresponsable al dejar ir a su hijo a la casa de alguien, que a final de cuentas, seguía siendo un extraño.

   Acabó con la barra de chocolate y tiró el envoltorio en el bote de basura del baño, satisfecho y con un agradable calorcito subiéndole por la garganta. Caminó de regreso a la habitación y se echó las llaves al bolsillo junto con el teléfono. Tenía tiempo para tomar el autobús sin prisas. El próximo fin de semana llevaría la moto a arreglar. Renjun le habló de un mecánico barato que al parecer arregló el auto de su madre por un muy buen precio. Jaemin lo contactaría en cuanto le pagaran. Quería recuperar la moto, no terminaba de acostumbrarse al autobús, se le hacía demasiado tedioso y tardado con sus paradas continuas y el tráfico incesante de la ciudad.

   Salió con media hora de anticipación, decidido a no volver a llegar tarde y así evitar la decepción en el rostro de la señorita Wendy. Esa mañana se quedó dormido y el bochorno estuvo a punto de hacerlo querer que la tierra se lo tragara. Si Jeno estaba en lo cierto entonces ella trataría de entender su situación y no odiarlo por todas esas veces que prometió no volver a llegar tarde, sin cumplir.

   Bajó del autobús en la quinta parada, caminó hacia el kínder con las manos en los bolsillos y terminó apoyado en la escalita de la entrada, mirando a su alrededor. Las madres comenzaban a llegar, las que venían acompañadas de sus esposos eran pocas y los padres que venían por su cuenta, aún más pocos. Eso a Jaemin le trajo recuerdos no muy gratos. Cuando era niño su padre casi nunca tenía tiempo para él. Se le pasaba trabajando, tratando de sostener a su pequeña familia. Su madre era la encargada de cuidar de él y sus dos hermanos, y aunque Jaemin la adoraba por ser tan dócil y amorosa, sentía en su interior un hueco ante la falta de una figura paterna, un hombre que quisiera hacer cosas a su lado, como ver televisión, armar rompecabezas o dar una vuelta por el parque. Los padres de sus amigos los llevaban a partidos de futbol todos los sábados, Jaemin no era aficionado a ningún deporte, pero con tal de pasar tiempo con su padre, lo habría intentado sin dudar.

Tenías que ser tú. 「NoMin」Where stories live. Discover now