Capítulo 1

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Me llamo Melanie Colleman, me dicen Mel, tengo 21 años ( ya prácticamente 22). Soy una chica de contextura delgada, con la tez blanca (pero no pálida), los ojos color avellana y el cabello rojizo-rubio. Lo que más amo de mi son mis largas piernas como de película, lo que ayuda a que casi cualquier vestido se me vea espectacular! Soy de estatura promedio en mi país (1,68 cm) donde prácticamente todo el mundo es gigante. No estoy estereotipando mi cuerpo, soy perfecta como soy y cada una lo es igual, a su manera. .

Y hasta el momento te puedo decir que ¡ME ENCANTA MI VIDA! Bueno, no me puedo quejar lo que ha sucedido hasta el momento. Vivo sola en un apartamento en el piso 14. ¡La vista es maravillosa! por esa razón lo compré, mi familia está conformada por mis dos padres, John y Susan Colleman, soy hija única... O algo así, se suponía que mis padres no podían tener hijos así que adoptaron a un imbécil que hoy en día que supone es mi hermanastro, desde que estoy aquí no sé nada de él y espero no hacerlo nunca más. Mis padres están un una posición económica muy buena, mi padre dirige una de las multinacionales más grandes ubicadas en Madrid y Boston, pero aun así me gusta ser independiente y decidí hacer mi propia vida, por eso soy secretaria del Sr. Andrés O'Brain, un joven empresario (28 años) con unas facciones de infarto, 1,85 de estatura y un cuerpo por la que cualquiera mataría tener, que es socio de mi padre en Boston.

¿Cómo llegué hasta aquí? Bueno, escuché a mi padre comentarle que necesitaba una secretaria eficaz ya que las últimas que ha contratado son relativamente inútiles y le dije que estaba dispuesta, llevaba años trabajando en el mismo cargo para mi padre así que no vi ningún problema con hacer un buen trabajo y aquí estoy, en Ottawa Canadá donde se encuentra la sede principal.

Se podría decir que llevo una vida normal, bueno, cada persona tiene una parte de sí que nunca quiere comentar y eso lo he dejado en el pasado por alguna que otra razón, mis amigos son muy pocos y mis parejas MUY contadas, parejas de verdad, no de esas que tienes por despecho o por pasar el momento (no voy a negar que no me gusta mucho el compromiso, guiño, guiño)

Hoy es un día muy importante, me levanté súper feliz, me he bañado y me vestí con un smoking para mujer blanco (que me ajusta perfecto), el cabello suelto y mis tacones negros, me preparé para una reunión muy importante para la empresa -como ya lo había mencionado- y Andrés me pidió que estuviera presente, sí, Andrés, es casi de mi edad así que no siento la necesidad de utilizar el SEÑOR al menos no cuándo nadie me escucha.
Recuerdo que dijo: "Así distraes a los empresarios y al menos firmarán el contrato" No es verdad pero me causó mucha gracia.

Al llegar dejé mis cosas en mi escritorio e ingresé a la oficina, Andrés caminaba de lado a lado. Estaba preocupado.

-Hola! llegaste... Puedes alistar la sala de juntas por favor. - Dijo.

Salí sin decir nada.
Me dispuse a ubicar todas las cuentas para cada representante en su respectiva silla, encendí la laptop para la presentación y esperé de pie a que Andrés por fin ingresara. Al hacerlo llegó corriendo la segunda secretaria anunciando que lo necesitaban urgente al teléfono, él se retiró muy rápido y yo lo seguí.

Al ver su cara al contestar noté que no era algo muy bueno:

-Hola, buenos días. Si, con él.... ¡¿QUE LE SUCEDIÓ?! ¿Está bien?, okey, okey, muchas gracias.

Al colgar le pregunté.

-¿Pasó algo malo? -

-Sí, el socio principal tuvo un accidente y seguramente no habrá trato. ¡MIERDA! ¡MIERDA! ¡MIERDA! Todo se fue al carajo...- Estaba muy exasperado, y se sentó en la mesa.

Cerré la puerta y me acerqué a él, sólo me observaba sin saber qué hacer, pero simplemente lo abracé con fuerza, lo bueno es que quedó a mi altura ya que estaba sentado. Le dije de la forma más tranquila posible:

-Ya verás que todo se arreglará.- Me separé y le sonreí.

Se quedó mirándome con los ojos muy abiertos seguramente no esperaba eso. Nuestra relación hasta el momento ha sido total y absolutamente de trabajo aunque nos llevamos muy bien, es sólo que creí que lo necesitaba.

Luego se relajó y me devolvió el abrazo, con mucha más fuerza de lo que yo lo había hecho, podía escuchar como aspiraba el aroma de mi cabello.

-¿Estás bien? - Rompí el silencio.

-S...si... Gracias.- Decía mientras una sonrisa salía de su rostro.

Me llegó un mensaje, habían llegado los otros socios.

-Hora de irnos. - Y salí de la oficina al tiempo que él me seguía.



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