Capítulo 7.

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Asher Middleton.

20 de septiembre, 2017.

Cuando me baje del avión no estaba pensando con claridad, había dejado a Gabrielle y a Alana prácticamente tiradas en el aeropuerto con Zack, mientras yo iba al departamento de Madeleine.

Todo el mundo decía que yo tenia un hijo, lo cual no cabía en mi cabeza. Porque eso significaba que Madeleine había mentido en todo y que además me había ocultado algo importante.

Por suerte todo fue un invento de la prensa.

Pero en lugar que las cosas mejoraran, solo empeoraron. Discutimos por un rato, hasta que ya no podía aguantar más. La odiaba tanto por aparecerse de la nada, como quería besarla.

Lo cual era mucho.

Así que la bese, cuando ella no me correspondió me aleje y estaba dispuesto a largarme, para dejar de hacer ridículo, pero ella me beso. Muchos sentimientos nos llevaron a tener sexo.

No debíamos, por supuesto que no debíamos.

Pero ninguno se detuvo y joder la extrañaba demasiado. Entonces cuando acabamos, sabía que la había cagado.

Se suponía que nosotros debíamos aclarar algo y termine arruinándolo todo.

Ella se había ido y yo comenzaba a avanzar, entonces regreso y me tomo dos segundos mandar todo mi puto avance a la mierda.

Me sentía ahogado, tenía que largarme.

–¿Te vas? – me preguntó Madeleine y apenas le salía la voz.

Me volteo a mirarla, pero comienzo a abotonar mi camisa con rapidez.

–Si.

–P-pero... yo creí que...

Niego con mi cabeza.

–Esto... – ni siquiera sabía que decir.

Ella tampoco dice nada.

–Así no funcionan las cosas, Madeleine... no te vas, vuelves y las cosas vuelven a ser como antes – digo con mi mandíbula tensa.

–Sé que las cosas no funcionan de esta manera... sé que te herí, que te dañé... pero era mi única salida.

–¿La única salida de qué? – cuestiono.

Ella niega con su cabeza y eso me hace enfadar.

¿Entonces para que habla si no me lo dirá?

–No puedo decírtelo.

Niego con mi cabeza enfadado y mi respiración comienza a agitarse debido a que necesito salir de aquí.

–Por favor... – se intenta acercar a mí, pero me alejo de ella.

–No volveré a escoger un corazón roto, Madeleine. Apenas sobreviví a uno, no lo lograré con otro – le digo.

–No... y-yo... ¡Te amo! – grita.

Iba a irme, pero me detengo y todo mi cuerpo se tensa en pura rabia.

Ella no tiene el maldito derecho de decirme eso ahora.

–¡No me puedes decir esto ahora, Madeleine! – exclama. –¡¿Por qué ahora?! – pregunta.

–Lo siento, tanto – sus ojos están llenos de lágrimas. –Esto no debió pasar – dice en un susurro.

Por un momento tengo el impulso de querer hacer que ella no llore, pero me detengo antes de que ella lo note.

La reconquista del príncipe [#2] NUEVA EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora