- no sabemos el número exacto de dedos que ingirió, por lo que....

- ¡Itadori no fue! - se apresuró a interrumpir con el miedo subiendo por su garganta, con su estómago apretado, con los labios temblando.
Sabía que todo lo que hizo Sukuna sería Itadori quien tendría que pagar los platos rotos, y ni siquiera podía imaginarse como se sentiría en estos momentos.
- Itadori sabe los riesgos de ingerir los dedos, él esta consciente perfectamente de lo que podría ocurrir y usted y yo sabemos que él prefiere morir antes de hacerle daño a la gente ¡Itadori definitivamente no tuvo la culpa de lo que paso!

- soy consciente de ello porque tu y yo conocemos a Itadori, pero las personas que no lo conocen solo ven en él la maldición que lleva dentro y eso, para ellos, es lo único que les importa, ya intentaron matar a Itadori una vez, ahora que tienen los suficientes motivos y Satoru no está aquí, los peces gordos y todos los demás hechiceros pediran la ejecución del recipiente de Sukuna.

- ¿no se puede evitar? - preguntó con la cabeza abajo, apretando los puños clavando sus uñas en su palma, impotente, furioso, dolido.
si tan solo ellos se dieran el tiempo para conocer a Itadori se darían cuenta de la joya de persona que es, un digno hechicero, un buen hombre, una persona preocupada por los demás, dulce, amistoso, inocente y tonto. Él era un adolescente normal no un monstruo como todo mundo lo veía.

El director no respondió nada pero en su silencio dejo el mensaje implícito de que era imposible posponer la ejecución.

- Yo tomaré el castigo entonces - dijo, determinado a aceptar todo, no podría dejar morir a Itadori. No de nuevo.
Dio unos pasos más adelante mirando con determinación al mayor en frente suyo.

- Fue mi culpa el no encontrar el objeto maldito especial, que Itadori se  vea obligado a comerlo porque yo no pude protegerlo a él y a sus amigos como hechicero, y yo pedí a Gojou-sensei que buscara una forma de tener vivo a Itadori..... Fue mi culpa, yo merezco el castigo.

Yaga no dijo nada, solo le miró por unos momentos inspeccionándolo con esa cara dura que siempre sabía tener en los exámenes de ingreso al instituto, pero al final le oyó suspirar, y tomar asiento junto a su gran colección de peluches.

- ahora debo discutir algo que te involucra enteramente a ti y a Sukuna.

Megumi levantó una ceja confundido.

- ¿algo que ver con sukuna y conmigo?

- sí, quiero que me digas que hiciste desde que entraste a Shibuya y tus momentos antes de desmayarte.

Fushiguro no tuvo problemas en contarle todo su recorrido por shibuya, cuando estuvo con Itadori y se separaron, cuando entro al territorio de esa maldición para salvar a los que estaban dentro y como fue obligado a pelear con alguien que pareció pertenecer a la familia Zenin, y finalmente con ese idiota que le atacó por detrás y puso a exorcisar a Mahoraga.

- después de eso te desmayaste ¿verdad? - el pelinegro asintió
- así que no viste quien mató a tu maldición.

El pelinegro negó, ahora mirándole más confundido que antes.

- ¿esa persona era la única que podía exorcizarla?

- él fue la persona que escogí para el exorcismo por lo que él tenía que matarlo ya que si él moría yo también hubiera muerto, pero también podía hacerlo una persona externa.

- sukuna fue el que lo mató - Megumi abrió los ojos, sorprendido ante aquello, aunque viéndole un poco la lógica a todo lo más probable era que Sukuna quería entretenerse. El rey de las maldiciones no es ni un poco considerado o buena gente como para prestarle su ayuda a él.

- decías que tenías múltiples heridas ¿cierto?

- sí, la más grave era la que tenía en el abdomen, no dejaba de sangrar.

- creemos que Sukuna te curo - ahora si no tenía como encontarle lógica a eso- al principio creímos que era Itadori pero vi brevemente las marcas y sentí su energía maldita cuando te dejo aquí.

- ¿qué? me puede explicar por favor, no estoy entendiendo ni un carajo.

- sukuna te trajo donde estabamos shoko y yo tratando a los heridos, te dejo aquí y se fue, shoko pensó que estabas muerto o herido y fuimos para atenderte pero estabas bien, revisamos todo tu cuerpo y no tenías ni un rasguño. Pero la verdadera pregunta aquí es ¿por qué? ¿por qué Sukuna se tomó la molestia de matar tu maldición, curarte y entregarte a nosotros?

Y esa era la misma pregunta que le taladraba la cabeza.

Ryomen sukuna, era la maldición más despiadada, sanguinaria y poderosa que se alzaba como el rey de todas ellas. Es cruel, temerario, de una imponente presencia que te arrastra hacia sus pies, a mirarlo desde abajo como le gusta.
A sukuna te lo puedes imaginar en distintas situaciones, unas más turbias que otras, escenas repugnantes, dolorosas, traumantes la imaginación puede volar a los lugares más oscuros y lúgubres cuando se trata de Sukuna.

Pero, imaginar a sukuna, a él, justamente a él, ayudando a otra persona era algo completamente impensable. Ni una persona borracha  podría pensar, entre delirios producidos por el alcohol, en algo como eso.

¡Por Dios! Sukuna era tan hijo de puta que le había arrancado el corazón a su propio recipiente.

Entonces...... ¿por qué lo salvo?

¿Qué te interesa de mí?Where stories live. Discover now