Cuando el sonido del cerrojo hizo click el chiquillo volteó emocionado en dirección a su mamá quien le veía burlona por la emoción que Renjun sentía gracias a “es solo mi amigo”.

— Ya pasé por el llavero— sonrió la bonita señora con ojitos zorrunos.

Dejó el llavero sobre la mesa, dicho llavero incluía una fotos de ambos chicos y varias figuras de resina que eran conmemorativas de cada una de las citas que habían tenido.

— Gracias mami— sonrió el bajito admirando el osito de gomita azul hecho con resina.

Realmente esperaba que a Jaemin le gustara.

La señora Huang sonrió antes de adentrarse a la cocina e iniciar con la preparación de la cena. Renjun por lo general le ayudaba, pero al estar fracturado no podía hacer mucho y se había resignado a estar sentado un largo rato.

La prima (casi hermana) de Renjun bajó por las escaleras de la casa con un portaretratos transparente que contenía una imagen hecha a mano por el castañito entre sus manos y en medio sus labios llevaba una bolsa blanca con pinitos estampados.

— Termina de envolver eso y te ayudo a subir para que te bañes, apestas— comentó la castaña antes de alejarse por dónde vino.

Huang menor se dedicó a terminar de redactar la carta para Na Jaemin, el chico de sus sueños y su príncipe azul digno de un cuento de hadas.

¿Debería ponerle un “te quiero” al final de la carta?

¿Sería muy pronto como para hacerlo?

A la mierda.

Colocó aquellas palabras en su idioma natal y la firmó colocando muchos stickers de corazoncitos y moomins antes de cerrarla y colocarla dentro de la bolsa de regalo.

La pequeña casa de los Huang estaba llena hasta casi reventar por la inmensa cantidad de familiares de Renjun, pero de entre todas esas personas aún no llegaba la personita especial de Renjun, la persona por la cual se había arreglado bonito y hab...

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La pequeña casa de los Huang estaba llena hasta casi reventar por la inmensa cantidad de familiares de Renjun, pero de entre todas esas personas aún no llegaba la personita especial de Renjun, la persona por la cual se había arreglado bonito y había hecho un esfuerzo por bañarse.

El timbre de la puerta sonó e hizo a Renjun tomar sus muletas y correr tan rápido como pudo en dirección a la entrada sacando algunas risas por parte de sus padres y prima hermana.

Un Jaemin muy bien vestido con jeans negros y camisa blanca perfectamente planchada fue la imagen que hizo bailar alegremente el corazoncito de Renjun; y ni hablar de su aroma deliciosamente varonil que contrastaba a la perfección con el rico aroma de los brownies recién hechos que llevaba entre sus manos.

— Hola, Injunnie— sonrió el alto agachándose para dejar un besito en la frente ajena.

Las mejillas de Renjun se pintaron de color bermellón como siempre lo hacían comúnmente ante la presencia de Na.

— Hola, Minnie— sonrió el castañito haciéndose a un lado para dejar entrar al mayor.

Las primas de Renjun veían con asombro al atractivo pelirosa que ayudaba a la señora Huang a servir los platos y llenar copas con vino y agua mineral.

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